Una mujer toca el timbre de la entrada. Sé que es una mujer porque la veo a través de las cortinas de la ventana de la sala, desde el sofá, donde estoy siempre mirando televisión. La veo pero ella no me ve por ese contraste entre luz y oscuridad que no sabría cómo explicar. Es una mujer joven, está tiesa en el umbral y mira hacia adelante con mucha solemnidad, como si viniera a contarme una desgracia, pero de pronto parece darse cuenta de algo urgente y entonces se arregla el cabello, se seca el sudor de la frente, mueve el cuello y se alisa la falda. Lo hace todo rápido y con ese descaro del que ni se imagina que alguien pueda estar observándolo. Toca de nuevo: esta vez son dos timbrazos cortos. Apenas puedo levantar mis 135 kilos para ir a atenderla antes de que se vaya. Soy cauto, lo aprendí de mi madre, nunca abro la puerta totalmente, por la hendidura le pregunto qué desea, cuando ve mi aspecto se echa un poco hacia atrás, pero enseguida se recompone y me dice que pertenece a una fundación que ayuda a personas con no sé qué enfermedad, porque no le entiendo demasiado lo que habla, su figura atractiva oculta las palabras, sin embargo, la melodía del argumento me suena convincente y la invito a pasar. Da un paso y se detiene, duda. En el brazo izquierdo hace equilibrio con una pequeña cartera marrón y una caja verde con dibujos de mostachos. Por fin, me estrecha la mano, me dice Dora, encantada, y entra, mira con fingida despreocupación hacia todos lados y queda embobada con una enorme mancha de humedad que hay en la pared de enfrente. Parece un perro oteando un paisaje campestre, le digo, ella afirma con la cabeza y después la gira hacia mí, sonríe. Dora, lindo nombre, pienso. La invito a sentarse a la mesa de la cocina, ella dice oh, sí, claro, y comienza a hablar, intenta convencerme de la importancia de su labor y de los alcances de la fundación a la cual pertenece. Le ofrezco un café, me dice que no, gracias, que está un poco acalorada, que prefiere una limonada, le digo que no tengo limonada, que si no es lo mismo un jugo artificial de piña, lo acepta. Voy a buscarlo al refrigerador, pero coloco mi voluminoso cuerpo de manera que no vea lo que tengo allí dentro. Sirvo el jugo en un vaso no del todo limpio y se lo alcanzo, lo bebe deprisa y sigue hablando de su propósito, ahora sí entiendo que todo se trata de ayudar a personas que padecen el síndrome de Prader-Willi, sin embargo, sus hombros, sus pechos, sus caderas, me siguen pareciendo más excitantes que la buena causa que persigue, reconozco que es un pensamiento indigno, lo sé muy bien porque también me lo enseñó mi madre, pero no puedo evitarlo, la deseo y me siento un cretino pervertido. De repente, Dora deja de hablar, como si se le hubiera acabado la cuerda, entonces le digo cualquier tontería para tratar de entretenerla el mayor tiempo posible, no quiero que se vaya, le cuento que me gustan los animales, las plantas, la Naturaleza en general, pero en cierto momento se pone de pie, se alisa la falda de nuevo y mira -una, dos veces- hacia la puerta, le apunta con la nariz como si fuera el perro de la mancha en la pared, entonces yo comprendo y también me pongo de pie, la acompaño de cerca -huele a violetas-, después me adelanto para abrirle la puerta y uno de mis pies se engancha en la alfombra, casi me caigo. Ella ríe y se lleva la mano a la boca, yo hago una mueca avergonzada. Ya en la entrada, le doy un billete de 5 dólares y ella me entrega un bono de contribución, luego dice adiós y se va. Vuelvo a la cocina, me siento frustrado, como cuando las muchachas de la preparatoria no querían salir conmigo porque… Me retuerzo los dedos transpirados, me golpeo los muslos con los puños y maldigo en voz baja, entonces veo la caja verde con dibujos de mostachos debajo de la silla donde se había sentado la mujer. Al levantarla me parece que adentro se mueven cosas vivas, me espanto y la suelto, entonces vuelo hasta la puerta y salgo a la calle, corro unos metros hacia un lado y luego hacia el otro, pero ella ya se esfumó. Entro en la casa abatido, con la seguridad de que Dora nunca volverá a buscar la caja, y de que todos los males que contiene dentro muy pronto desaparecerán en las fauces del triturador de residuos.
Por la fe que tiene en mí, por todo el afecto que siempre me ha brindado, dedicado a tRamos.
Mis queridos Dibinos: muchas gracias por los deseos y las felicitaciones por la publicación de mi nuevo libro, han sido muy amables, no sé bien qué decir, así que no digo nada.
ResponderEliminar“La caja” es un pequeño adelanto de “Ecos de la Nada”, espero que les guste.
La próxima entrada ya será para anunciar la fecha de presentación en Buenos Aires.
Un fuerte abrazo y todo mi cariño a los amigos de este blog.
Humberto.
Ojalá pudiésemos hacer desaparecer así de fácilmente los males. Sobre todo en esta terrible noche, aquí en Europa.
EliminarFelicidades por tu libro y suerte con él.
Besos
Bueno, parece que no fue el día indicado de subir una entrada, la verdad no estaba al tanto.
EliminarMuchas gracias por tu deseo, un beso grande.
Ese adelanto hace que las ganas de leerte vayan en aumento hasta tener el libro en las manos.
ResponderEliminarFuerte y un besazo.
Qué bonita, Tracy, un beso grande, ya nos veremos.
EliminarExcelente adelanto, ya se siente el deseo de tener el libro. aprovecho para traer lo dos. Espero que la presentación sea un fin de semana...
ResponderEliminarUn abrazo.
En Buenos Aires va a ser el viernes 4 o sábado 5 de diciembre, querido amigo.
EliminarUn abrazo grande y muchas gracias.
Si el adelanto es así, me imagino como será el libro... como lo que ya nos tenés acostumbrados. Te auguro una buena "cosecha". Beso. Buen finde.
ResponderEliminarMuchas gracias, Haydee, ojalá salga todo bien.
EliminarUn beso grande.
vuestro escrito me hizo recordar la noche de halloween donde los niños van de casa en casa con la propuesta de "dulce o truco"; aunque en este caso dora bien pudo haber dicho "dinero o enfermedades", dejó todos los males a pesar de haber cobrado.
ResponderEliminaren la vida hay gente así, que egoístamente solucionan todos sus problemas a costa de los demás sin importarles sus consecuencias.
un abrazo.
Muy buena reflexión, Draco, te quitan el dinero y encima intentan arruinarte la vida, tal vez el hombre haga bien en triturar la caja.
EliminarUn fuerte abrazo.
¿Que serán las cosas vivas dentro de la caja? ¿El trtiturá las terminará o será un lugar de incubación? Por algún momento pensé que el protagonista le iba poner algo extraño en el vaso, con oscuras intenciones. Pero parece que sólo quería ocultar que estaba sucio. A lo mejor la siniestra es Dora, dejando males. ¿Una alusión a PanDora?
ResponderEliminarDespertás intrigas. Sabés como hacerlo.
Saludos.
Es un escrito lleno de enigmas, hasta yo querría saber qué escondía en el refrigerador, pero se me hace que no era nada bueno.
EliminarClaro que es una alusión a la Primera Mujer creada por Hefesto, es muy alentador que te hayas dado cuenta.
Un fuerte abrazo, amigo, espero que vengas en diciembre...
Eres un consagrado maestro del relato corto y leerte es un gozo desde la primera línea a la última. En este caso, has usado la enfermedad congénita para describir los pocos alcances del protagonista y las pocas luces de ella que va a pedir auxilio precisamente donde se necesita ayuda. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
En pocas palabras has descrito la situación.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, mi querido Francisco.
Qué angustia!
ResponderEliminarA mí me pasó lo mismo... te lo juro.
EliminarUn abrazo, Pilar.
Me ha enganchado Humberto Dib, felicitaciones por tu nuevo libro.
ResponderEliminarMuchas gracias, Dijin, eres muy amable.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno mi amigo ! Esperando inquieta el final. Un beso
ResponderEliminarY el final llegó.
EliminarUn beso, querida Mery, compañera de muchos años.
Lindo detalle a tuamiga. Gracias por el adelanto. Bs.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Amapola.
EliminarUn beso grande.
Intrigante relato. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Antorelo, amigo desde los inicios.
EliminarUn abrazo grande.
Que tengas muy buenas experiencias y ventas también de este nuevo libro, Humberto, que no hay que abaratar el Arte.
ResponderEliminarSi este relato es una muestra del contenido, seguro que esos "Ecos de la Nada" están repletos de talento creativo y oficio a rebosar.
Me quedo desde el primer párrafo atrapada en ese salón que imagino mugriento y desordenado, con olor a humanidad, veo la cabeza de la madre en el frigo, muy maquillada y con peluca...Ay, demasiado cine, Humberto...
El tipo antilujuria... al que se le despereza la libido que se impone a su desidia y apatía me acelera el corazón y la rabia...
Respiro alivida cuando Dora consigue escapar y ya me dejas loca con el final donde me doy de bruces con el Mito PanDora...
...y me llevo todos los enigmas sin resolver, ¿por qué el síndrome de Prader-Willi?
¿por qué una caja con estampado de mostachos? ¿Porque una nevera con algo que no vemos pero nos inquieta? ¿Y esa mancha de humedad?...
Me encanta como escribes, Humberto, y si tardo tanto en llegar aquí no es porque no me guste venir, que sí y mucho, es que ando algo loca de tiempo.
Un abrazo,
¿Sabes una cosa, mi querida Tesa? Hay cosas que hasta yo desconozco, y creo que allí radica la magia (si la hay), en ser participante pasivo de mucho de lo que hago. Lo que no significa que no sepa por qué lo escribo, claro está.
EliminarSí, amiga, soy un cineasta frustrado, lo mío son las imágenes, pero como no puedo con ellas, trato de atraparlas con palabras.
Tú ven cuando puedas y ya.
Un abrazo muy grande, muchas gracias.
Hola Humberto , muy bueno tu relato , pero eso si que se asegure de que el triturador acabe con todo lo malo de la caja , no vaya a ser que salga de nuevo y no se pueda destruir , valiente pendeja la tal Dora .
ResponderEliminarTe deseo un feliz fin de semana , besos de Flor.
¿Y si en la caja está la Esperanza?
EliminarUn beso, Flor, feliz fin de semana.
Es inevitable pensar en la famosa Caja. Y nos quedamos con las dudas....Se podrá disponer de los males que nos acosan así de fácil.? Un misterio por entregas? Me encanta, Humberto. Un beso
ResponderEliminarAmérica
¿Podría responderte? No creo, América.
EliminarMuchas gracias y un beso.
ME IMAGINO QUE ESTE ENIGMA TIENE CONTINUACIÓN. JEJEJEJEJEJE. EXCELENTE, COMO SIEMPRE.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Todo puede tener continuación, depende de nosotros escribirla ;)
EliminarUn fuerte abrazo, ReltiH.
La vida es una caja de sorpresas y nosotros los únicos para poder descifrarlas.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu visita.
Y a veces no lo conseguimos.
EliminarUn abrazo, Armando.
No sé por qué mi comentario se fue como Anónimo.
ResponderEliminarFue un atrevimiento mío, amiga, espero no te haya molestado, tú siempre estás aquí y allá. Si te molesta, lo arreglamos.
EliminarUn beso grande.
!Hago mías las palabras de mi amiga Tesa!!!!...Pero , tengo que decirte que ese ser humano me entristeció....Un beso Martha
ResponderEliminarEs lógico que te haya entristecido, Martha.
EliminarUn beso grande, gracias por tus palabras.
El universo confabuló a mi favor esta dedicatoria, me da alas para seguir teniendo esperanzas de que casi lo más inesperado puede suceder.
ResponderEliminarEs realmente apetecible , este entrante de este gustoso menú literario de ECOS DE LA NADA.
He bautizado al personaje con el nombre de Prader, así sin apellido, he paseado con tu descripción del lugar haciéndome una idea, un perfil de una persona abandonada sin ningún tipo de ayuda y en estas casualidades alguien que se preocupa o gana su sustento por dicha Asociación, nos deja con la intriga si le ayudará o no,
La vergüenza que siente él, casi la mastico; el amor contaminante de su madre que percibo. Está tan bien descrito, que siendo tan corto el relato, pesan en mi , muchos sentimientos de nuestra sociedad actual.
Mi sombrero imaginario me lo quito ante ti y te dejo una caja en tu blog¡
Un gran abrazo
tRamos
Es cierto, es un relato que dice más de lo que hay, mucho más, pero estoy seguro que tú has visitado esos cuartos cerrados.
EliminarNo te quites el sombrero, pero déjame la caja, sé que allí queda la esperanza.
No confabuló el universo, tú te mereces esto y mucho más.
Un beso enorme.
Hola, he caído en ésta página desconocida.
ResponderEliminarAquí estoy, braceando en el ambiente húmedo y pantanoso donde el protagonista provoca en el lector deseos de apretarle el vientre con un dedo, para ver cómo se hunde. Mientras él navega por el texto entre el sudor de la soledad.
No es un cretino, ni un pervertido, quizá la realidad sea más simple. Y sólo quiere que le quieran...
Enhorabuena.
Muchas gracias por tu visita y comentario, Ana María. Posiblemente tengas razón, pero el texto deja muchas dudas al respecto.
EliminarUn abrazo y voy a visitarte.
Quizás la caja te de una otra oportunidad de ver a Dora, quizás ella ha sentido algo por ti y vuelva por la caja olvidada que podría tan solo haber sido una escusa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, vuelvo al sofá a esperarla...
EliminarUn beso, Mari.
las cajas siempre sirven para guardar secretos
ResponderEliminarotro beso también
No te imaginas las cosas que encontré en las cajas de mis padres, esas que escondían arriba del armario.
EliminarMás besos.
Me pregunto por cuantos años habrá llevado la pobre Dora aquella caja a cuestas. ¿Será ahora la responsabilidad del abandonado protagonista hacerse cargo de ella? Si es así, estamos fritos.
ResponderEliminarMuy buenas preguntas, Fernando, algo me dice que el pobre tipo va estar una estar una eternidad para sacarse esa maldición.
EliminarUn fuerte abrazo.
Humberto, creo que su cuento se aferra a una situación muy común en la realidad, que tu rcreas estupendamente, y que nos ha dejado frustrados, como bien lo dices. Cuántas mujeres han irrumppido en nuestras casas, venidas como de ensalmo, o del absurdo, y se instalan a vendernos productos que no entendemos porque son como el humo, mientras destacan su carnalidad, y nos excitamos y forjamos sueños de placer en la sentina de la imaginación. Cuánto permiten elucubrar tus cuentos. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuy cierto, Carlos, pero esta mujer tenía un propósito real aterrador.
EliminarMuchas gracias por tu opinión, un fuerte abrazo.
Moraleja: no te fíes de las mozas de buen ver, que debajo del brazo (o de la falda) pueden llevar la perdición, como esa Pandora moderna.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo, ante la duda, no le abro la puerta a nadie.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo Cayetano.
Ante la duda no abrir.
ResponderEliminarY menos a una monstrua.
Saludos.
Yo le abrí la puerta a una y terminó siendo mi esposa... Ni quiero recordarlo.
EliminarUn abrazo, Toro.
Sabes enganchar al lector, hoy sentí angustia, miedo, asco y pena todo revuelto como un cóctel... No obstante, quiero pensar que la chica llevaba un gatito en la caja y como él dijo que le gustaban los animales, decidió dejárselo para que le hiciera compañía ¡porfa! que le pueda la curiosidad antes de meterlo en la trituradora :)
ResponderEliminarUn abrazo de palabras pero con todo el afecto del mundo.
Describes exactamente lo que sentí yo mientras lo escribía, eso me muestra que ambos vibramos en la misma nota. Una persona es un universo.
EliminarMe llega el afecto, no lo dudes.
Un fuerte abrazo.
Supongo que ha ido a hablar del síndrome de Prader-Willi a alguien que pudiera padecerlo. No lo sé. Es un consuelo que a él no se le pase por la cabeza que se haya podido dejar la caja a propósito para tener excusa de volver, porque se ha quedado prendada de su belleza. Por lo menos el coco le funciona con una cierta coherencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es muy probable que justo haya tenido la mala puntería de ir a buscar algo donde más se necesita.
EliminarUn fuerte abrazo, Chema.
Me ha gustado mucho este relato. Mi enhorabuena por la publicación del libro. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, María José.
EliminarUn abrazo grande.
A mí ni se me ocurre abrir la puerta, pues no hay gente rara ni nada… yo no abro a nadie, ahora después de leerte menos.
ResponderEliminarSeguro que el libro esta súper interesante. Un abrazo y mucha suerte.
¡Justo que iba a golpearte la puerta para venderte el nuevo libro! ;)
EliminarUn abrazo, Lola, muchas gracias.
O el pobre, que desencanto, al principio se las pintaba felices pero ahora la muy bandida le ha dejado es ascuas:"que sera, sera: lo que contiene la dichosa cajita que tanto movimiento tiene...?".Espero que las sauces de la trituradora no se atasquen o simplemente que la abra y se atenga a las consecuencias...Todo en la vida es, un riesgo...
ResponderEliminarTe felicito y te deseo lo mejor con esta nueva edición estimado Humberto.
-En mi caso seguro que me llevo un susto de muerte, por curiosa:)
Un abrazo.
No sé si usaría una trituradora de residuos, pero yo NO quiero saber qué hay ahí dentro, mi querida Bertha.
EliminarUn beso grande y muchas gracias por tu visita.
Un relato que engancha desde el principio con un final enigmático donde caben más de una posibilidad.
ResponderEliminarMe encantó como siempre que he venido a leerte.
Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Elda.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Humberto
ResponderEliminarEl protagonista es realmente confiado: una mujer atractiva, joven y desconocida puede ser peligrosa; al menos yo no la hubiese dejado pasar del antejardín. Excelente final, muy tuyo :)
Feliz fin de semana, un abrazo
Claro que sí, pero creo que el hombre deseaba dejarla entrar, funcionan como llave-cerradura por varias razones.
EliminarMuchas gracias y feliz fin de semana también.
Un abrazo grande.
As minhas felicitações Humber, de coração. Espero que no livro a Dora volte mais tarde a casa do gordinho e que se acertem.
ResponderEliminarPor cá com muita tristeza e preocupação.
Beijinhos.
Não acredito que isso vá acontecer, minha querida, a caixa vai ficar aí até os fins dos tempos.
EliminarSei o que está acontecendo, um horror!
Beijinhos.
Amigo Humberto,
ResponderEliminarMe quito el sombrero ante tí. Qué maravilla poder leerte, Un adelanto increíble que nos has mostrado. Me has dejado con ganas de seguir leyendo.
Un abrazo muy grande!
Muchas gracias, Éowyn, eres muy amable con tu apreciación.
EliminarTe mando un beso.
Qué habrá en la cajaaaa !!?? Ayyyyyy ...
ResponderEliminarYo también quiero saberlo, y qué hay en la heladera...
EliminarUn beso, Trimbolera.
Quizás en la caja también estaba la esperanza...pero si el hombre tenía pocas luces y menos aún curiosidad...quizás se quedó sin la esperanza por ignorancia...
ResponderEliminarBeso, grande, enorme... esos besazos que te gustan...
Es muy significativo que justo encerremos la última salida que tenemos, esta en el ADN humano, creo.
EliminarClaro que sí, Marián, soy un vicioso de los besos y abrazos.
Me quedo intrigada con el contenido de la caja, espero que por el bien de tu personaje tuviese algo de ilusión y esperanza. Este anticipo de "Ecos de la Nada" me deja más impaciente por tenerlo en mis manos. Besitos
ResponderEliminarLa intriga es el alma mater de este relato, el enigma abre, recorre todo el texto y lo cierra. Como dije, querría yo saber muchas cosas también.
EliminarUn beso muy grande, María Rosa.
Siempre es lo mismo, entro en tu espacio, comienzo a leer y, como si de un potente imán se tratase, aquí permanezco pegada desde el principio al fin.
ResponderEliminarNada puedo decirte, me has dejado con cantidad de incógnitas, piense lo que piense, todo puede tener cabida.
Agradezco enormemente este buen rato que me has hecho pasar.
Me alegro que se lo hayas dedicado a Tramos, su corazón, que encierra tan bellos sentimientos, son merecedores de todo lo que le ofreces. ¡Bendita amistad correspondida!
Aprovecho para dejaros cariños en un fuerte abrazo.
kasioles
Me causa una enorme alegría que te guste lo que hago, querida Kasioles, y lo digo de todo corazón.
EliminartRamos es una de las personas que más fuerza me brinda, pero todos ustedes merecerían un relato, como mínimo.
Un fuerte abrazo y muchas gracias.
Gracias por tu relato, que ciertamente engancha, aun sin saber qué había en esa caja.
ResponderEliminarUn saludo
Me alegro de que te haya enganchado, Sor Cecilia.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Eres un romántico, Julio, creo que aquí se juegan cosas más complejas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu opinión, un fuerte abrazo.
Veo que no soy el único que ha pensado que Dora podría ser Pandora. Bueno, hubo suerte.Si en vez de un montón de bichos, hubiera contenido un cubo, habría sido peor. Para mayor información,véase la peli "hellraiser" :)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Humberto.
¿Y quién sabe si no contiene un cubo a lo Hellraiser?
EliminarUn fuerte abrazo, mi querido Antonio.
Final enigmático. Ni sabemos qué había en la caja, ni por qué la tira... mola quedarse con interrogantes al final de un relato tan entretenido. Da mucho juego.
ResponderEliminarSaludos.
Me alegra que te haya gustado, Nury.
EliminarUn abrazo grande.
Este relato atrapa al lector, tiene todos los ingredientes para formar parte de una buena novela, los protagonistas que describes son singulares, sus vidas seguro que también lo son, y el final que nos planteas Humberto es insólito, el contenido de esa caja y la desaparición de la mujer es toda una incógnita.
ResponderEliminarBesos y buena semana.
Puri
En algún momento pensé que podía ser una novela, pero después me pareció que el argumento era un poco endeble, así que fue cuento.
EliminarMuchos enigmas, el sostén de este texto.
Un beso grande, Puri, muchas gracias por tu presencia.
Pero que tiene la caja????
ResponderEliminarUn abrazo!
Recién hoy lo supe, hay un...
EliminarAbrazo grande.
Lo sabía!!!
EliminarEra obvio
EliminarComo una metáfora de su vida .. no se atreve a abrir la caja .. no se atreve a abrise a la vida
ResponderEliminarTeme vivir muere soñando en lugar de soñar viviendo
un beso
Una metáfora de muchas vidas, Piel.
EliminarMuchas gracias por tu visita y opinión.
Un beso.
No está bien que nos dejes sin saber que había dentro de esa caja verde con dibujos de mostachos, jajajaja. Espero pronto un nuevo texto con al menos alguna pista. Feliz domingo!! :)
ResponderEliminarNo creo que haya continuación, NEXTDOOR7, aunque tampoco puedo asegurar que lo la haya ;)
EliminarFeliz domingo, muchas gracias y un beso.
Gracias por este interesante adelanto.
ResponderEliminarMe ha encantado
Un beso. Feliz semana.
Realmente me alegra que te haya gustado, Amalia.
EliminarMuchas gracias por tu vista.
Un beso.
Me alegra tu dedicatoria a Tramos.
ResponderEliminarBesos a los dos
Decir que se lo merece hasta sería poco.
EliminarMás besos.
Me alegra tu dedicatoria a Tramos.
ResponderEliminarBesos a los dos
Gracias por este interesante adelanto.
ResponderEliminarMe ha encantado
Un beso. Feliz semana.
Será una fascinante novela estimado Humberto.Abrazo y te mando un correo
ResponderEliminarMuchas gracias de corazón, Juan Carlos, acabo de responderte.
EliminarUn fuerte abrazo.
Será una fascinante novela estimado Humberto.Abrazo y te mando un correo
ResponderEliminarSi ya tenía ganas de leer tus libros, el nuevo por salir y los anteriores, no imaginas ahora.
ResponderEliminarUna vez más tambén me sorprendes, porque debo decir que yo temía por ella... eso de que él repitiese las enseñanzas de la madre, que no quisiera hacer ver el contenido del refrigerador... por un momento me llevaste a pensar... y como es tu costumbre, te has salido de lo típico... excelente es siempre poco!
Un beso.
Qué amable sos conmigo, siempre. Voy a decirte algo que aparece en la contratapa del último libro: yo sólo escribo lo que me pasa por la cabeza.
EliminarUn beso grande y muchas gracias, de verdad.
Al terminar de leer tu estupendo texto e echo esta pregunta en voz alta.
ResponderEliminar¿que tenia la caja? Espero que lo aclares en un nuevo texto.
Un beso para un gran escritor
No creo que eso suceda, si en la caja está exactamente lo que cada uno quiera que esté.
EliminarUn beso enorme, Josefa.
Las Doras de este mundo deberían dar gracias que pudieron salir de una habitación donde había alguien que sufría de Prader Willi. Si te dicen "te comería toda" tal vez no lo hagan en un sentido figurado. Lo más probable es que se haya comido los mostacholis con una salsa bolognesa y luego tiró la caja...O tal vez sólo era un gordo cachondo... Who knows? Abrazo!
ResponderEliminarMuy buen detalle, Ato.
EliminarCreo que Dora debería agradecer que pudo salir, pero ella tampoco es trigo limpio.
Un fuerte abrazo.
Magnífico, Humberto. Describes la soledad más profunda de ese ser humano magistralmente. Casi es un monólogo interior. Mi más sincera felicitación.
ResponderEliminarMuchas gracias, mi estimado Pedro, eres muy amable, la opinión de un colega es fundamental.
EliminarUn fuerte abrazo.
Magnífico, Humberto. Describes la soledad más profunda de ese ser humano magistralmente. Casi es un monólogo interior. Mi más sincera felicitación.
ResponderEliminarDora la exploradora.
ResponderEliminarUn encanto él...me hizo acordar a Ignatius Reilly en algunas cosas.
Que bueno va a estar ese libro Humberto...(meto presión)
Besos!
Más a Kennedy Toole, te diría. Por cierto, qué autor que me desilusionó después de tanta alharaca por su libro póstumo.
EliminarVa a estar muy bueno, Dana, ojalá vengas a la presentación así te conozco.
Un beso grande.
A mi también me paso eso! Que cosa, fue como abrir una caja de pandora...vencida.
Eliminar:)
:)
Eliminar"Me siento un cretino pervertido".
ResponderEliminarEl relato me encanta, ágil como el viento, pero preciso...
Vas siguiendo la situación narrada de un modo realista con todos los detalles que uno pudiera ver desde fuera (la descripción de la vision de la mujer a través de la cortina y la actitud de la misma es sensacional); y a la vez entras en la mente subjetiva del personaje. Todo el tiempo he sentido su culpa tiranizándole. Es muy triste tu relato...; tanto como logrado, grande y muy vívido.
Imagino en la caja esos demonios tentadores que jamás dejaría sueltos el protagonista. Ella, la "seductora" se los dejó ahí; le pertenecen... (Los mostachos le dan un tono risible de contraste genial.)
Me gusta mucho ese elemento absurdo e irreal de la caja incrustado en una escena cotidiana. Da mucho juego tu tema. Es inevitable pensar en la caja de Pandora... Pero a mí la sensación que me ha trasmitido más fuertemente es la de tentación-culpa.
Felicidades, otro gran relato :
Un abrazote :)
Tus comentarios son tan completos y acertados que sólo me queda agradecerte y mandarte un beso grande.
EliminarCreo que es lo mejor, el texto tendría que hablar por mí.
Es un giro en el estilo de los últimos textos, sin dejar de ser tuyo al mismo tiempo. Continúas sin enseñar pero dejando ver, Sigues introduciendo elementos misteriosos que no se sabe qué son realmente (la caja)...
ResponderEliminarOtro tú en definitiva pero que me gusta tanto como el otro.
Me alegra mucho que notes el cambio, para mí es absolutamente necesario mudar de piel literaria y avanzar un poco con cada cambio. Yo siento que estoy haciendo mucho mejor las cosas, ojalá no me equivoque.
EliminarComo sea, muchas gracias por tus palabras de aliento, Miguel Ángel.
Seguro que es un éxito amigo. Podríamos decir que se trata de la caja de la sorpresas, ya que nunca se sabe lo que puedes encontrar, aunque como en esta vida, que nunca se sabe lo que va a ocurrir. Siempre esa caja de sorpresas debería ser con suculentos regalos, pero la vida no es un camino de rosas. Si esa caja es soledad, tristeza, dolor y todo lo nefasto que pueda ocurrir, lo mejor por supuesto sería no abrirla, pero como el riesgo tiene su morbo, y hay que intentar abrir todas las cajas que nos presenten. Seguro que tu amigo se siente muy feliz con esta dedicatoria.
ResponderEliminarUn abrazo Humberto.
Una caja en donde el contenido lo pone cada lector, qué mejor caja, Rafa.
EliminarEs una amiga, Teresa.
Un fuerte abrazo, Rafa, gracias por tu visita.
Buena historia de una cotidianeidad algo angustiosa.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Algo así, amigo, yo no sabría como definirla.
EliminarUn abrazo grande.
¡Qué relato más atractivo! Tienes una prosa ágil, que mantiene el interés. Una historia enigmática,que he leído con suspense; ¡esa caja!...
ResponderEliminarSeguro que tu libro será un éxito.
Un abrazo.
Muchas gracias, Fanny, ojalá se cumpla tu premonición.
EliminarMe gustó tu comentario.
Un gran abrazo.
He vuelto! Tengo que ponerme al día! Pasé a agradecer tu comentario! Un abrazo
ResponderEliminarUn abrazo, Lunaroja, bienvenida.
EliminarUn abrazo grande.
Gran relato,saludos estimado amigo
ResponderEliminarMuchas gracias, Amatista.
EliminarUn fuerte abrazo.
Bien contado y te he leído con la sensación de que hay misterios sin desvelar, como el que no quiere dejas la puerta entreabierta para una segunda parte...
ResponderEliminarPosiblemente solo sean creaciones mías. Bss
No, mi querida Katy, están todas la puertas abiertas.
EliminarUn beso enorme.
Interesante relato y la caja es igual que la de Pandora que al abrirla pueden escaparse de ella todos los males. No hay nada tan retorcido como nuestra imaginación humana. Me gusta la ambientación del cuento y me apena la triste vida y la soledad del protagonista.
ResponderEliminarUna vida intrascendente, querida Franziska, a menos que se anime a abrir la caja, entonces verá.
EliminarUn fuerte abrazo.
La cuestión es... ¿eran mostachos reales o sólo un estampado?
ResponderEliminarSaludos
J.
Eran reales, José, reales, extraídos de políticos del siglo XIX
EliminarUn abrazo.
¡Claro, Dora-Pandora! Hay mostachos peligrosos, ocultan la expresión y la sonrisa. Al menos es más interesante que las visitas cada día más frecuentes de los Testigos de Jehová.
ResponderEliminarBravo, me ha encantado.
Saludos!
Borgo.
También esconden la falta de dientes, Borgo.
EliminarMuchas gracias, me alegro que te haya gustado.
Pasaba a leerte y como siempre me encuentro con un gran relato
ResponderEliminarGracias. Que tengas linda semana
Saludos
Muchas gracias, Karu, una linda semana para vos también.
EliminarY un beso.
Hombre miedoso no goza mujer bonita, decía mi abuelo. Perdiste la oportunidad, pero ganaste una caja misteriosa.
ResponderEliminarAbrazos.
Todavía no la abrí, Rafael, tal vez hoy o haga, pero tengo miedo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Es lo que suele ocurrir cuando la indecisión muerde....Jajaja.
ResponderEliminar¡Me encanto!
Cariños.
Así es Indiasena, no sé si va a poder cambiar algo.
EliminarUn beso.
Muchas gracias.
¡Otra vez será amigo, hay que ser un poquitín más rápido!
ResponderEliminarAhora dime ¿qué metió en la caja tu imaginación calenturienta?
Un verdadero deleite leerte.
Abrazos
¿Tú crees que yo lo sé?
EliminarCreo que si lo supiera, mi imaginación se vendría abajo.
Un abrazo, Julia, muchas gracias por tu comentario.
Yo también habría salido corriendo si veo una caja así debajo de mi silla. Un besazo.
ResponderEliminarY yo,,, Uf.
EliminarUn beso grande, Tamara.
Humberto, ¿has leído a Quim Monzó?
ResponderEliminarSí, Anuar, leí una novela y un libro de cuentos de Monzó, tiene algunas cosas buenas, pero no logro diferenciarlo de los que hace Juan José Millás. Me parece que escriben cosas bastante similares.
EliminarUn abrazo y gracias por la visita.
Todo el rato pensando que el gordo se comerá a la chica y que los bigotes de la caja lo invadirán todo con sus pelos.
ResponderEliminarMiedito!!
Un abrazo te mando!
Y un beso también :)
Le veo un punto de terror y de ternura que me gusta, Dib.
ResponderEliminarSalu2 en cajas.
Qué intriga...el refrigerador,la caja...
ResponderEliminarA mí me gustan las cajas,pero no con bigotes.
; )
Un beso.
la mejor prosa de mi pequeña (aunque pronto espero ampliarla) colección de blogs. muchas felicidades por tu publicación. prometo buscar un libro tuyo en cuanto tenga unos euros en el bolsillo. un abrazo
ResponderEliminarUn final muy inquietante y abierto a miles de interpretaciones. Por un instante, pensé que el hombre tramaría algo con Dora, pero fue todo lo contrario.
ResponderEliminarMuy buena historia como presentación.
Saludos.
Me gusta, te atrapa, sencillo y atractivo. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminar¿No volvió nunca,verdad?
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