Andaba yo caminando por la calle Paraná al 300, cuando vi en la
vidriera de un negocio anodino un cartel que decía “Se arreglan corazones
rotos”. Sorprendido, me detuve de golpe e hice que varios transeúntes que
venían detrás de mí chocaran en una suerte de efecto dominó invertido. Sostuve
las maldiciones con una mueca boba, pero no me moví ni un milímetro de allí. No
podía entender que yo fuera el único paspado al que le llamara la atención el
cartel. Azuzado por la intriga, decidí entrar en el lugar. Detrás del mostrador
y envarado en un guardapolvo gris oscuro, había un hombre bajo, regordete y de
cabello ralo.
-Perdón, señor, ¿aquí se arreglan corazones… rotos?- pregunté
dubitativo.
-Así es, ¿usted tiene el
suyo muy deteriorado?
-Eh…no, en fin… digamos que
ahora está sano.
-Pero usted no tiene el
corazón intacto, eso puede verse claramente- afirmó.
-Bueno, ¿quién lo tiene
intacto?
-Mire hacia la calle- me
ordenó y yo le hice caso -¿Ve esa gente que pasa por delante de la vidriera sin
notarla?
-Esos sujetos no pueden ver este cartel
porque sus corazones ni siquiera estuvieron cerca de ser lastimados. Por eso
pasan así, remotos, desinteresados, indescifrables. La clase de comercio que
una persona ve indica el tipo de vida que ha llevado. Sin ir más lejos, en la
próxima cuadra, muchos de ellos se meterán en un local en cuyo cartel diga: “Se
vende felicidad”. Allí dejarán sus buenos pesos para llevarse un paquete de
dicha, o algo de gozo, o un puñado de júbilo y regocijo. Cuando usted pase por
el lugar, sólo verá una tintorería, común y corriente, atendida por un japonés…
Eso sí, tal vez le parezca que tiene los ojos demasiado rasgados.
Estimados amigos:
ResponderEliminarMuchas gracias por las visitas.
Sé que muchos van a tirarme a Borges o a Cortázar por la cabeza, pero este texto es un humilde homenaje al (para mí) mejor escritor argentino: Roberto Arlt.
Un abrazo afectuoso.
Humberto.
Oh! que lindo homenaje.. P/d: Aca otro gran admirador de Arlt
EliminarEl cuento debe tener alma, y este lo tiene. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos.
EliminarBuen oficio el de arreglar corazones rotos, trabajo no le faltará. Buen cuento con una escritura ágil, me gusta tu estilo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Vanten y bienvenido. Es muy cierto, trabajo no le ha de faltar.
EliminarUn abrazo.
Humber !!! Hace mil que no te escribo, aunque eso no implica que haya abandonado el disfrute de leer cada trabajo tuyo. Este texto me llegó especialmente porque me identifiqué con el protagonista. Como siempre, me puse en su lugar y fui testigo de su búsqueda extraña y descreida, pero fundamentalmente sincera. Yo también hubiera entrado a ese local !!!!!!! Pero también visitaria cualquiera que dijera: SE VENDEN CORAZAS PARA EL CORAZÓN... De alguna u otra forma, todavia me preocupo por el, aunque no se si valga la pena. Como veras, sigo manteniendo por vos mi admiración intacta !!!! Mis felicitaciones, aunque reiteradas, no dejan de ser auténticas. Un grannnn abrazo, Vanuchy Olabe (Vanuchy Fortinera)
ResponderEliminarSos muy muy amable, Vanuchy, también te agradezco de corazón tus palabras.
EliminarUn beso enorme... y que "eso" pase.
Fiel a tu estilo, asombrándonos siempre.
ResponderEliminarMe encanto!!
Besos.....
Gracias, me alegro de que te haya gustado.
EliminarMe gusta el nuevo aspecto del blog... y el cuento... de los que hacen pensar. Muy bueno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Sara, cuánto hacía que no te veía por aquí. Eres una artista de PM...
EliminarUn beso
No te voy a tirar nada por la cabeza! A ver si luego vas buscando negocios donde las arreglen. Me gusta ese estilo. Abrazo!
ResponderEliminarGracias, Dany, la Institución de este blog, je. Hasta aceptaría que me tirases a Piglia por la cabeza, ¡y eso que es pesado!
EliminarAbrazos.
No, Piglia no!!!!!! Si lo dejás entrar sonamos!!!!!
EliminarMe encantó eso de que el tipo de comercios que una persona ve refleja el tipo de vida que ha llevado. No sé, puede que lo hayas dicho también irónicamente, pero me parece que en la práctiva tiene mas sentido del que pueda tener en el relato.
ResponderEliminarMuchos halagos y éxitos para ti Humberto
Ferxolate!
No fue una ironía, Ferxolote... tal vez una mala metáfora, o algo así.
EliminarMuchas gracias por tus deseos.
Un abrazo.
Parece que los tenderos se enfilan como arenques.
ResponderEliminarQue bueno amigo muy ingenioso, haber si me das la dirección de ese arregla corazones amigo, una entrada divertida gracias pase un lindo memento recorriendo tus letras, es admirable como dices tanto en tan pocas letras.
ResponderEliminarBesos que tengas una feliz semana querido amigo.
Ha sido un poco diferente a lo que comúnmente leo aquí. Pero me ha robado una sonrisa.
ResponderEliminarGracias por animarme el día mi querido cuenta cuentos.
Ésa es la idea, mi querida Bellarte, me refiero a no repetir fórmulas... Tú sabes cómo es, algunas les gustan a algunos, otras a otros y todas a mí, jeje.
EliminarUn beso.
....me quede pensando....y preguntandome: a cual tienda entraria???
ResponderEliminarun abrazo
Es fácil de responder: A la que vieras, recuerda que vas a ver sólo las que tu vida vivida te permita.
EliminarBesos.
Yo prefiero no aceptar nada que se venda en las vitrinas. Soy un amable idiota.
ResponderEliminarAbrazos, caballero.
Es una posición interesante, pero yo no puedo sostenerla, ya que soy un adicto de los dulces, no hay panadería que no me llame ;)
EliminarUn abrazo.
Yo no voy a tirarte con nada puesto que mis escritores argentinos favoritos son Arlt, Girondo y Puig; y aunque fuese de otro modo no nos vamos andar tirando cosas.
ResponderEliminarUn cuento radical, siento que el azúcar de sus saetas se dirige irremediable a una de las tramas del destino:
La realidad en primera medida es epidérmica; nos cruzamos afuera con lo que de algún modo esta dentro (en todos los ámbitos),,, yo no tengo dudas, entraría al primer lugar.
Excelente Humberto, Fuerte abrazo.
Pd 1: Sigo pensando lo que me preguntaste en la frutilla... (digo, el reino, ;-) ).
Pd 2: Empecé Ulises.
Bueno, yo entré en el primer lugar, lo que me impidió ver el segundo... pero hay muchos otros negocios más en los que entré.
EliminarFue una pregunta sincera, es lo que sentí en ese momento.
Qué bueno lo de Ulises, ojalá te guste.
A mi me gusta el estilo de Arlt. Un homenaje hermoso Humberto.
ResponderEliminarMe pregunto, ¿En que local comercial se vería reflejada mi vida?
Pasaría con desinterés sin ver el cartel e iría a comprar puñados de felicidad china?
Me encantó
Abrazos
No es que no me gusten otros escritores, pero Arlt es impresionantemente sincero y espontáneo en su literatura.
EliminarFelicidad japonesa, je.
Besos.
Que lindo Dib... siempre me fascino el juego del que mira y del que ve...
ResponderEliminarMuchas gracias, pasé por tu blog, me pareció muy interesante.
EliminarGenial moraleja: La felicidad, que se alquila.
ResponderEliminarLos corazones, que se reparan.
Y tú, amable lector, ¿En qué tesitura te encuentras?
Un abrazo de ancho mar
Me gusta cuando se lee una moraleja en los relatos, pero quiero aclarar que no es un apostolado.
EliminarUn beso
Hola Humberto!
ResponderEliminarLo que no entiendo es qué tiene que ver el aspecto de los dependientes en cada uno de los negocios con el "producto" que ofrecen.
Quizá tenga que releer el texto; o quizá yo sea de quienes no han visto el cartel del post y "pasa de largo" hasta encontrar otro tipo de cartel.
O quizá sí he leído el cartel y por eso me encuentre ahora mismo haciendo estas preguntas...
Lo que sí está claro es que muchas veces vemos lo que queremos ver y no lo que tenemos delante.
¡Biquiños!
Lo del aspecto es anecdótico, querida Carmen, claro que hay un guiño, pero es demasiado personal.
EliminarSea como fuere, el texto es como esos negocios, leemos lo que podemos leer.
Un beso siempre cariñoso.
Uno siempre ve lo que quiere ver, y es verdad que tiene algo de Arlt. Merecido homenaje.
ResponderEliminarSaludos.
Jorge, nació de una frase de Arlt, cómo no tener algo de él.
Eliminar“Todo alrededor revela la destrucción aceptada”
Pues vaya que te ha quedado muy bueno, no tengo el placer de conocer la literatura del homenajeado,pero me has animado a leerlo, estupendo post, si lo leyera, no dudo que lo honrarías con ello.
ResponderEliminarQue tengas una preciosa semana, Humberto, abrazos gitanos
Nunca pensé que él pudiera leerlo, pero es un lindo ejercicio de imaginación.
EliminarBesos plebeyos.
Muy bueno me gusto mucho.
ResponderEliminarSaluditos Humberto.
Zorrete, varias veces quise visitarte pero no logro encontrar tu blog en el perfil, no me pasas el link.
EliminarUn abrazo.
Menudo homenaje! Enhorabuena, Mr.Dib! Me gusta su consecuencia y su riesgo. De otra forma, realmente no valdría la pena. Por lo menos para algunos. You know what I mean...
ResponderEliminarBesazo, my friend!!! Keep in focus!!! :)
I do know what you mean, my BeeBee...
EliminarSeguimos probando, seguimos jugando.
Kiss you
¡Qué buen relatooooo, Humberto! En los tiempos que corren hay una tendencia exacerbada a "comprar felicidad". Sin ir muy lejos cada producto que la "bendita publicidad" nos quiere meter por los ojos apunta a eso: desde tomar Activia para sentirse nuevo y feliz hasta usar un dentífrico que asegura una sonrisa radiante e inmaculada. ¡Espejitos de colores que entretienen mientras les pegue el sol! En lo personal me molesta soberanamente ese tipo de ¿bienestar? Por eso me inclino a "reparar un usado". Prefiero "hacerme el motor" porque, en buenas condiciones, no me va a dejar a pie. ¡Felicitaciones! (la historia es naif según los ojos con que se lo mire; yo creo que no lo es tanto)
ResponderEliminarGran homenaje a Arlt. Un beso grande!!!!!!!!!!!
Muchas gracias, Diana, en verdad.
EliminarY es verdad, es naïf según cómo se lo mire.
¿Sabés? Yo lo leo desde dos ópticas, pero no puedo decidirme por cuál sea la mejor... en fin.
Un beso.
Excelente Humberto! que gran texto, me encantó.
ResponderEliminarDisfrute mucho de leerlo y de reflexionarlo, de pie lo saludo, en verdad.
Me ha sacado usted una sonrisa, un abrazo muy grande y siga con el maravilloso trabajo.
Si te ha sacado una sonrisa, mi misión está cumplida. Muchas gracias.
EliminarComo homenaje: Genial
ResponderEliminarYo entraría igual que tu al primero. Apostaría que la mayoría de quienes escribimos somos un poco Pinochos y necesitamos un corazón de fantasía por los daños que tiene el que llevamos. No entraría en los otros, los momentos de felicidad siempre llegaron a fuerza de lucha y perseverancia,nunca la tuve que comprar. Aunque me encanta la idea para sortear alguna crisis económica vender felicidad en lata. Creo que serían muchos quienes comprarían bajo la ilusión de obtener lo que tienen.
Me gusto.
Estas invitado a "Un roce entre los labios"
Una historia desconocida...
http://nidaeldore.blogspot.com
Un abrazo amigo
¿Pinochos por lo de mentirosos, por lo de ser de madera? ;)
EliminarUn abrazo.
Extraordinario Humberto, como siempre. Realmente me encantó ! ( Donde decís que queda el negocio ese?, jajajaja)
ResponderEliminarParaná al 300, Ciudad Autónomo de Buenos Aires, Argentina. El tema es si lo ves.
EliminarBesos.
Un tema muy interesante, Humberto: sólo nos fijamos en aquello que echamos de menos; por eso también, vemos en el otro nuestros propios defectos.
ResponderEliminarAsí de simple, Francisco. Tópicos recurrentes que, a veces, refrescamos.
EliminarUn cariño
Humberto un relato absolutamente genial....Un abrazo de alguien que NO tiene el corazón roto
ResponderEliminar!Qué suerte que tienes! Pero alguna cicatriz deberás tener, jeje
EliminarTodos los que se ríen tienen los ojos rasgados. Mucho me temo que el "arreglacorazones" también era japonés...
ResponderEliminarPuede ser, ¿por qué un japonés no puede ser calvo, bajo y regordete?
Eliminar
ResponderEliminarLos rododendros ya han florecido
coloreando de naciente primavera mi balcón
y mi corazón sé vestirá de hojas de alegría.
La alegría que este amanecer te envío
sobre el dorado crepúsculo de la poesía
para ser amonestado el silencio del vacío...
Mis retinas se detendrán
en la estación con más acuarelas
que han podido brotar
de la ágil paleta del pintor...
Un beso con sabor a inaugurada primavera
María del Carmen
Mi querida gatita: Acá comienza el otoño, POR SUERTE, porque me encanta el frío. Cunado hace calor hay que hacer el cuádruple de actividad mental para que salga un texto.
EliminarUn beso.
Ví el cartel y aún permanezco con la nariz pegada al cristal del escaparate.
ResponderEliminarMuy hermoso, más, lo siguiente, como dice mi hijo.
Un abrazo.
Aloe, he tratado de entrar a tu espacio, pero lo has cerrado, es una gran pérdida si no vuelves a abrirlo. Así y toto, algo de razón te doy, hace dos semanas estuve a punto de cerrar este blog.
EliminarUn beso enorme.
No lo hagas; no entro siempre, pero sabes que me gusta leerte...
EliminarEste en particular tiene alma.
Un abrazo amigo.
Wouldn't it be helpful if these shops really existed, so people could deal with the issues in their lives before they became problems :D Denial is most peoples worst enemy :D XXX
ResponderEliminarI think they exist, you just have to find them out!
EliminarXX
TODOS TUS RELATOS ME GUSTAN CON MÁS O MENOS INTENSIDAD, PERO ESTE "EL CARTEL" ES UNA OBRA MAESTRA. TE HAS SUPERADO A TI MISMO. ME GUSTARÍA PODERLE DAR A COMPARTIR PARA PONERLO EN MI FACE, PERO NO TIENES ESA OPCIÓN.
ResponderEliminar¡Ahora te entendí! Es verdad, antes tenía la opción de face, twitter y todo lo demás, pero soy medio cabrón, algo me molestó y saqué todo.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, siempre pasa, subo determinado tipo de texto y viene un grupo de amigo, otros sólo pasan. No hay un gusto universal... por suerte creo.
Buen homenaje Humber!!!
ResponderEliminarPero tiene trampa, sabés que va a haber fila en la puerta del comercio, no será tuyo??? Je...
Besos, me encantó (como siempre)
Yo arreglo techados, como me enseño Bee, no corazones, je.
EliminarBesazo.
Tus textos tienen a menudo un carácter de sabiduría confuciana que te dejan pensando. Al final uno acaba diciendo que razón tiene Humberto.
ResponderEliminarUn abrazo
Ah, ¿no te dije? Estoy muy cerca de convertirme en pastor, o maestro zen... o algo. ;)
EliminarUn beso.
Locales dónde arreglan corazones, se venden frascos de felicidad... necesito de todo un poco por favor, jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Un saludo, David, todos necesitamos un poco de todo, pero nunca es tan fácil.
EliminarAbrazo.
A mí este cuento me sugiere un corto, me parece muy visual y me gustaría verlo desplegado en imágenes cinematográficas. Y toda esa gente que no tiene el corazón lastimado y sólo busca felicidad... bueno, ahí hay una visión del mundo del autor que me sorprende.
ResponderEliminarBesos
Es coherente con el texto lo que dices, pues Arlt escribía obras de teatro cortas.
EliminarPor otra parte, ¿cómo hacer para que la visión del mundo del autor no se mezcle en el texto?
Besos.
Me gusta ese tipo de vidrieras y anuncios. ¿Donde encontrar cuando se necesitan? ¿Cómo ponerlos cuando tienes algo que ofrecer? Se lo decía a Bee: hay blog que te reconciliar con las expectativas literarias que tenemos algunas personas en esta infinita y mágica blogosfera.
ResponderEliminarMe ha encantado. Gracias y besos
Me encantó eso de reconciliarse uno con las expectativas literarias...
Eliminar¡Al final Bee aparece por todos lados!
De nada y besos.
Muy....razonable.
ResponderEliminarUn comentario digno de una profesional, je.
EliminarGracias, besos.
Mi reino por un paseo por ese lugar!! Un homenaje que me pide conocer al homenajeado.
ResponderEliminarUn abrazo
Escribe MUY argentino, pero es uno de los autores más honestos en su literatura. llegó a ser muy criticado porque no se atenía demasiado a las reglas del buen decir.
EliminarUn abrazo.
Cuento que da qué pensar, hay transeúntes que entrarían en los dos comercios sin dudarlo.
ResponderEliminarSaludos.
Entrarían en todos los comercios de la cuadra, pero ¡qué vida, no!
EliminarUn saludo.
La realidad que percibimos es solo una proyección de nuestro interior, de nuestros deseos y carencias. Es decir, que vemos lo que queremos ver... Muy bueno tu cuento naif.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, Sara, una palabra de aliento de una gran artista hace doble eco.
EliminarUn beso.
No le conozco, pero me informaré.
ResponderEliminarSaludetes de mañana.
No se va a arrepentir, Señor de Alabama, es un escritor muy auténtico.
EliminarPrecioso cuento naïf, con mucha mucha moraleja.
ResponderEliminarGracias,Araceli...
EliminarMuy bonito, Humb, un cuento de los clásicos. Además debo decir que soy fan del arte naïf.
ResponderEliminarYo también tengo un micro sobre un arreglador de corazones rotos, creo que este es un tema "universal"
Abrazos
Sin dudas que es un tema universal, esos que hacen eco en todos y cada uno.
EliminarAbrazos.
Ayer había un supermercado frente a la farmacia...
ResponderEliminarhoy pasé y había un sanatorio mental..., los Idus de Marzo me tienen loca, así que entré a por un poco de cordura y salí bastante recuperada..jajaja
Me encantó este cuento tuyo...,como todos los que leí hasta hoy.
Precioso homenaje además
Un beso Humberto
Las tiendas, en mi vida cotidiana, cambian sin cesar, ¡no sabes lo complicado que es comprar un sachet de leche!
EliminarUn beso.
Sería muy facil olvidar , si hubiese tiendas "arregla corazones rotos"... lo malo es que en la realidad cada cual tiene que arreglar el suyo, y muchas veces no hay piezas que reemplacen a las auténticas...
ResponderEliminarMe encanta leerte, siempre tienes algo que decir que hace pensar.
Hay algo que no puedo negar: los repuestos jamás son como las piezas originales. Se nota, se siente.
EliminarUn beso.
Ohh!! Humberto, que bonito cuento, te invita a reflexionar.
ResponderEliminarNo sabía nada de este autor, investigaré un poco.
Gracias por el aporte, que tengas una hermosa semana, besitos azules muassssssssssss
Gracias por tu fiel amabilidad, Kanet.
EliminarLas voces del cuento son plenamente sonoras; una delicia estar leyendo con la sensación de que una permaneció escondida en una esquina de la calle, le siguió hasta la tienda y estuvo allí todo el tiempo, mientras ustedes hablaban de corazones lastimados o no sé qué…
ResponderEliminarQue alguien te permita adentrarte en lo que ha creado, siendo tan suyo, es como reparar un corazón que se tenía olvidado. Un latido afortunado le sonríe en sus cuentos.
Y yo se lo agradezco.
Personalmente me atrae más el oficio de vender/subsanar, aunque todos andemos necesitando de algo. Siempre.
Ten una buena semana, querido Hum.
Muchos cariños.
Muchas gracias por tu comentario, Yo, siempre dejas algo que amplia el relato, y lo embellece.
EliminarUn beso y que también tengas una buena semana.
Hoy no puedo escribir nada. Estoy un poco pesa, como este primer día de primavera, que nos ha salido por Alicante, como si fuera de invierno. Un abrazo y feliz semana para tod@s.
ResponderEliminarExcelente relato.
ResponderEliminarBuen tributo. Y me recordò a Hesse y su "Solo para locos".
Un abrazo.
Vaya sorpresa, Gaucho, es un honor tenerte por aquí.
EliminarNos leemos, aunque no andemos haciendo alharacas.
Un abrazo.
Si esto es Naif, que viva lo Naif...(ahora me da miedo pensar entonces qué es lo que hago yo)
ResponderEliminarGran homenaje, me voy a dar una vuelta a ver que pone en los carteles de los negocios, aunque seguramente ponga "se traspasa" ya sabes, querido amigo, que la realidad siempre anda jodiendo a la literatura.
Un enorme abrazo y gracias por escribir como escribes.
Es ciero, qué molesta puede ser la realidad, pero vivir en, con, sobre, a través, para los libros, tampoco es bueno.
EliminarUn abrazo.
Humberto, la realidad es tan voluble que cada cual nos la imaginamos a nuestra manera. Para que la vida tenga sentido es preciso amoldarla a nuestras necesidades.
ResponderEliminarContiene este relato una buena critica y un buen ejercicio de conocimiento personal.
Un abrazo.
Así es, Nicolás. Y esa realidad es móvil, también, no siempre vemos los mismos negocios.
EliminarUn abrazo.
No hay nada en el exterior que no esté en nuestro interior. Vivimos en un mundo de proyecciones, espejos que nos muestran nuestras carencias y abundancias...
ResponderEliminarUn saludo
Nada que agregar, MJ, vemos lo que podemos...
EliminarHola Humberto:Quizas nos miramos las cosas muy superficialmente,porque pasamos, miramos y no sentimos el camino del viaje,al faltarnos sosiego,para contemplar,y reflexionar.Un abrazo
ResponderEliminarJulio: Uno de mis preferidos, gracias por comentar, siempre cuento acerca de ti, una persona por la cual siento un afecto enorme a pesar de la distancia.
Eliminarfantástica forma de ver una realidad ... muchas veces no nos damos cuenta que lo que vemos es el reflejo de nosotros mismos!!
ResponderEliminarUn beso enorme...me encantó!! lo encontré muy original!!
Es un texto magnífico, me ha gustado muchísimo. A veces, uno cree en la telepatía. De hecho escribí hace un par de días un micro en donde la protagonista regentaba una tienda donde vendía sueños al peso. ¿Casualidad? Un abrazo.
ResponderEliminarPa comprar la felicidá
ResponderEliminarme tuve que dir de la ciudá.
Llegué a un pueblo remoto,
y me atendió Don Yamamoto,
Me hablaba sólo en chino,
y me calenté con el ladino.
Le apunté con el trabuco,
Resultó que no era chino,
ni ponja ni filipino,
Era oriundo é Chacabuco.
Ves, éste es un comentario diferente, ni mejor ni peor, no sea cosa que genere resentimientos, je, pero ves, yo no podría llevar un texto con la naturalidad de un nativo... y fue muy divertido (con inteligencia), como tu blog, que recomiendo en este mismo acto.
EliminarUn abrazo.
Es cierto que uno ve lo que le hace falta, me ha encantado el texto.
ResponderEliminarUna buena primavera
Aprovecho tu comentario para contar cómo nació.
EliminarEn estos días estoy buscando un departamento para alquilar y lo único que puedo ver en las calles, son carteles de alquiler, todo lo demás desapareció de mi existencia.
Para mí un buen otoño. Besos.
me gusta el mix de ingenio y misterio
ResponderEliminarsaludos
Eres quien primero rescata la faceta de misterio, muy bien, porque tiene un aire misterioso.
Eliminar¡¡Cómo tirarte a Cortázar a la cabeza HUMBERTO!! estaría encantadísimo de firmar este cuento tuyo y no es coba en absoluto. Lo siento, a tu Roberto Arlt, no lo conozco, pero me lo apunto :-)
ResponderEliminarPrecioso tu cuento ¡¡cuantísimo trabajo tendría un negocio así!! ¿tú sabes la de corazones rotos que hay por el mundo? hasta me extraña que sólo viera el cartelito tu protagonista... Claro que sí... tienes mucha razón, infelices hay muchísimas más personas. Creo ven el cartelito de venderse la felicidad, justo por eso ¿verdad? son tontos rematados, no saben que la felicidad, esté fuera del comercio... ni se compra, ni se vende...¡¡es un regalo!!:-)
¿Por qué es japonés el vendedor de felicidad? si fuera chino ... supondría que es porque se están comprando medio mundo, pero... ¿japonés? ya sé... ¡¡ todos los orientales ponen negocio de tintorería o lavandería!! jajaja ¿es por eso? ...
Buenísimo, enhorabuena.
Un beso grande
Creo que se debe a que todos los tintoreros son japoneses, los chinos están más del lado de los supermercados, je.
EliminarUn beso, María.
Mi querido Humberto: nos encontrariamos sin duda en el mismo negocio, pero a pesar de esto no creo que iria al de "felicidad". Sabés? descubri por estos tiempos que al de felicidad se puede acceder tan fácil y con tan poco...
ResponderEliminarUnas palabras tuyas a mi blog de apoyo por ejemplo, me alegran la mañana o un mail diciendome que uno de todos los que leyeron fué a donar sangre puf!! ya es lo más!!!
Detallitos quizás podria pensarse, pero si aprendemos a valorarlos la tienda que ofrece felicidad estaria vacia.
Gracias infinitas por tus palabras y como siempre saludos DiBinos.
Es muy bonito lo que decís, Beatriz, ojalá podamos alegrarle el día, o unos minutos a alguien. A mi me alegrase.
EliminarUn beso.
Dib:
ResponderEliminarEl que tiene el corazón destruido ya ni lo siente. El que lo tiene sano, no repara en él. Sólo lo notan (el corazón) los que lo tienen roto.
Muy ingenioso.
Saludos sin romper.
Sí, sí, el corazón, me quedó claro ;)
EliminarMuchas gracias, Diego.
¡Qué decir!... que es un placer leer tu buena narrativa llena de ingenio. Siempre con ganas de más.
ResponderEliminarBesos.
Siempre agradecido por tus cálidas palabras, Teresa.
EliminarEs una preciosidad de texto. Lo he releído varias veces, porque me siento muy bien en ese escenario. Me gustaría que alguna tienda así, estuviera en alguna de las calles de mis pueblos extraños. Me encantó esa dedicación al que necesita, esa naturalidad de lo excepcional. Buscaré alguna de esas tiendas, todos necesitamos arreglos diversos.
ResponderEliminarHay que dar las gracias por poder leer algo así, por lo tanto, gracias.
Un abrazo.
Desde mi humildad, te diría que no tienes nada que agradecer, pero, sinceramente, cuando leo un texto que me llega, a mí también me da ganas de decir "gracias". Por eso las acepto.
EliminarUn beso.
¡Por favor¡ mándeme la dirección exacta del lugar donde arreglan los corazones,es urgente.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que ya la escribí más arriba, es en Buenos Aires, no sé si quieras venir...
EliminarHermoso relato. Abrazo
ResponderEliminarGracias, Pablo. Un abrazo.
EliminarAins... que poco lo vivido y como me gusta leerte tanto a ti, como a los comentarios y los que comentan.
ResponderEliminarY yo que querría no tener tanto vivido...
EliminarEstupendo relato. Sólo mencionar que tal vez el negocio necesite de mayor publicidad (ese instrumento para generar deseo por lo no necesario)
ResponderEliminarCreo que sin publicidad ya logra bastante. Un abrazo.
EliminarMuy bueno. así es la vida, ni más ni menos.
ResponderEliminarGracias, David, es así, como la vida misma. Un abrazo.
EliminarQuiero hacerte una pregunta, no tienes límites??
ResponderEliminarTengo la sensación de que te superas cada semana, debe ser esto admiración, pues todo tiene un límite.
El texto es mágico, parece una fábula con moraleja, genial!!
Un beso.
Sabra!!
Jaja... ¿sabes? Por lo general creo que el último es el mejor, con excepción de textos que ya de base no me parecen muy logrados.
EliminarNo sé, creo que la mejor forma de no tener límites es variar de temas, nunca repetir fórmulas, o tratar de no hacerlo.
Gracias por las palabras.
Te envío con un soplo de primavera mi profunda admiración.
ResponderEliminarY yo lo absorbo con mis pulmones otoñales...
EliminarEstá bueno. Pienso que deberías continuarlo. A mí me dejó con ganas de seguir.
ResponderEliminarSaludos
Podría ser, Mónica, pero ya no sería un relato para blog.
EliminarMuchas gracias.
Amigo Humberto cada vez que llego a tu sitio me encuentro con unos relatos magnificos dignos de ser laureados, felicitaciones amigo por esa magnifica imaginación, por compartir con nosotros ese gran don que se te ha obsequiado, desde Guatemala tu amigo SL
ResponderEliminarÉste es el mejor, premio, SL, el que ustedes me brindan. Siempre fui reticente a los concursos, no por temor a perder, sino porque no me gusta la competencia en la que la decisión está en manos de alguien que puede ser (y muchas veces es) imparcial.
EliminarUn abrazo.
Pues no sé, yo creo que hay más corazones rotos que enteros...
ResponderEliminarSaludos
Seguramente, pero me parece que es lo natural, algo que no puede dejar de pasar en esta vida. Lo cierto es que tampoco hay que andar siempre con el corazón roto, ¿no?
EliminarBesos.
Si hubiera establecimientos con ese cartel, habría largas colas para entrar, amigo Humberto.
ResponderEliminarMe ha encantado este cuento mágico y, como a otros visitantes, no dejas de sorprenderme con tu escritura concisa y contundente.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Muchas gracias, querido Mos, creo que alguna vez hice esa cola y entré al negocio...
EliminarUn abrazo.
Interesante relato.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Octavius Bot
Gracias Octavius, me alegra verte por aquí de nuevo.
EliminarUn gran abrazo.
Muchas Gracias humberto, por,por la posiciòn en la queme colocas: pero no soy nadie;por lomenos intelectualmente.
ResponderEliminarNo soy rico en palabras,y siempre me equivoco mucho,no se reñir,y mis coleras:ho rabietas son tontas y no duran nada,con la maldad; no discuto,le doy la espalda,prefiero la vondad: ahunque siempre sea victima.
En fin agradezco tu estima, un abrazo
Voy urgente a la tintoreria antes que cierren!!!!
ResponderEliminarBesos!!!
Paraná al 400, no te olvides... pero si no ves una tintorería ya sabés cuál es tu diagnóstico, ¡eh!
EliminarBesos.
Qué bien si ese tipo de establecimientos existiera, y cada uno viera detrás de un establecimiento normal, el que necesitáramos para curar una herida, o cumplir un sueño. Que relato más mágico Humberto, precioso.
ResponderEliminarUn beso,
¿Cómo, no existen, Yashira?
EliminarMe gustó mucho el relato, su ritmo, su posible continuidad. Muy bello homenaje. y todos esos planos de la realidad que se abren como al desplegar páginas de un libro, cuánto sugiere! Abrazo.
ResponderEliminarNo sé si vas a creerme, pero recién después de que lo subí me di cuenta de que algo mágico tenía, antes lo veía con otros ojos. Posiblemente a partir de que dejó de ser mío.
EliminarUn abrazo.
Si este cuento es naif yo soy la cenicienta!!
ResponderEliminarClaro que me imagino la ironía, ya el primer naif era una patada a la mandíbula, este es un golpe al corazón con guantes de seda.
Magnífica moraleja de un escritor genial!
Stefi
Muchas gracias, Stefanía, es naïf a su modo, como el autor, je.
EliminarBesos.
Es mágico, me gusta pensar que existen lugares que solo nuestros sentimientos pueden ver
ResponderEliminarUn beso
Pero, ¿no es así? Me dejas frío...
EliminarThis is a wonderful photograph Humberto!
ResponderEliminarSí que llego tarde esta vez.
ResponderEliminarRoberto Arlt era un fenómeno, independientemente de Don Jorge Luid o Don Julio y si para ud es el mejor, con eso ya vale, Sr Dib.
Me ha gustado el fondo de este relato y su acción sugerida. La ficcionalización de una escena imposible, hecha verosímil.
Buen trabajo. Es un placer pasar a leerte.
Un abrazo.
No es tarde, Pedro, ya agradezco de corazón que pases, ¿cómo voy a pretender que vengas con urgencia?
EliminarUn gran abrazo.
No hace falta tener el corazón, con haber vivido las emociones suficientes ya es bastante como para pararte ante ese escaparate, Los que pasan por delante sin mirar, son infelices, ni han vivido ni han sentido.
ResponderEliminarBesos Humberto.
Lo que sucede es que vivir las emociones, como dices, en cierta forma te lastiman el corazón, no conozco a nadie que haya vivido sólo emociones positivas.
EliminarUn beso.
Todo es reparable menos la muerte y la felicidad la encuentras siempre que la busques básicamente porque es un estado interior y se encuentra en el disfrute de las cosas sencillas, amén de la gente que se desvive por hacerte la vida más agradable.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Un abrazo
Tus palabras van en la dirección del relato, me agradan.
EliminarBenditas las personas que nos hacen la vida más agradable, por ¿por qué habrá tan pocas?
Muchas gracias.
Es sanador leer cuentos así. Por tanto gracias. Yo tenía una tienda, no arreglaba corazones rotos, pero si ayudaba a espiritus doloridos y es cierto no todas las personas la veían.
ResponderEliminarBesitos
Muchas gracias, Elysa, para mí es sanador escribirlos. Me siento muy orgulloso de recibir el agradecimiento de tantas personas, es apabullante.
EliminarBesos.
Te superaste Humberto, es un regalo de relato, tiene magia.
ResponderEliminarBesos.
Te agradezco mucho el elogio, Ojosnegros, es extremadamente halagador, pero a la vez me genera una responsabilidad muy grande. Superarse. ¿Es eso posible? Tal vez sí, si competimos con nosotros mismos, la única competencia que merece existir.
EliminarBesos.
:) seguramente también habría recibido "bendiciones" de otros transeúntes al ver el cartel. Debería pasar por Paraná al 300? Aunque quizás lo encuentre en alguna otra calle de esas que transitamos en el día a día.
ResponderEliminarSaludos.
La gente en la calle no suele bendecir, lamentablemente, Caia.
EliminarUn saludo y gracias.
bueno, no quise decir que iba a recibir puteadas, parecía un poco fuerte para un post naive. Me pa que debo estar en otra sintonía, mis comentarios no se entienden, y bue..
EliminarY de nada!!
Tal vez sí se entienden, pero uno pone el acento en otras cosas.
EliminarAh, sí querés podes pasar por Paraná al 300, pero nada te asegura qué tipo de negocio veas allí.
Disiento, no se entendieron, el acento estaba puesto en otras cosas. Quizás deberías releer el comentario original? No, mejor no perder el tiempo. Buenas y lindas noches, el otoño llega y es mi estación preferida.
EliminarHumberto:¿Crees que haya por ahí algún establecimiento que repare corazones parchados y vueltos a parchar?
ResponderEliminarBueno, nada pierdo con preguntar,total, ni quién quiera lucir uno reciclado.
Te quiere esta viejita mexicana: Doña Ku
Hay comercios de todo tipo, pero no sé si tú lo necesites, eres una persona muy querida. Por estos lares eres una de las más apreciadas, sin menospreciar a nadie.
EliminarBesos.
será que vemos lo que no queremos reconocer que nos sucede?,o buscamos reponer el daño causado,cuantos interrogantes nacen despues de leer esto
ResponderEliminares genial,en la era de la tecnologia,que usemos la imaginacion
un abrazo humberto
Creo que en esta época es cuando más tenemos que usar la imaginación, Carne, y más en un medio como éste.
EliminarUn abrazo.
Siendo que tenés el corazón roto, por lo menos crees que tiene arreglo y no te resignás...
ResponderEliminarGran relato!
Abrazos!!
Bueno, el personaje lo tenía cicatrizado, digamos, pero que vio el negocio, eso es seguro. Gracias.
EliminarQue buena historia, es que uno siempre busca lo necesita.
ResponderEliminar¡Gracias, Gary!
Eliminar¿me puedes dar la dirección??? necesito con urgencia sanar mi corazón!!!! a pesar de las cicatrices y heridas sangrantes creo que soy feliz y que no necesito pasar a comprar nada a la tintorería del japonés!!!!
ResponderEliminarBueno, eso es lo más importante, no tener que pasar por el otro negocio a comprar nada. Besos.
EliminarMuy bonito este relato corto, y tus palabras me ayudan a entender mejor la debilidad que siento por los zapateros en los barrios que habito de cada ciudad.
ResponderEliminar¿Por los zapateros? Mirá qué interesante, hay ciertos negocios o profesiones que atrapan, es verdad.
Eliminarc h a p e a u Maestro! aaaaaah cuentAZO!!! Yo veo esos negocios con cierta frecuencia... pero no quiero entrar por miedo a perder definitivamente las motivaciones para escribir... Saludos van, Humberto!
ResponderEliminarQué halago, Sandra, si hasta me puso colorado.
EliminarY te aseguro que la motivación para escribir no se pierde por tener el corazón curado. Me dejas pensando, porque el dolor no es la única fuente de inspiración, aunque posiblemente tenga que concordar que, al menos una vez, tuviste que padecer.
Un beso.
Muy bello, en este mundo harían falta más negocios como ese...
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad, Pedro. Un abrazo.
EliminarTu texto es una prueba palpable de que el mundo y nuestro mundo podemos crearlo y recrearlo dependiendo del ángulo de nuestra mirada.
ResponderEliminarMuy bueno, Humberto.
Un abrazo.
Ésa es la idea que decidí seguir desde hace algunas semanas, como dije, subvertir la subversión, recrear el mundo desde un ángulo atípico.
EliminarMuchas gracias, Marisa.
Es muy cierto eso de que vemos lo que queremos ver, que miramos solo el paisaje a los lados de nuestro sendero personal e intransferible. De cualquier modo prefiero mil veces este local a los de la cuadra siguiente.
ResponderEliminarMuy bueno lo suyo.
Un saludo.
Próximamente se abrirán otros negocios, hay que estar atentos.
EliminarUn abrazo, Mr. Bigud.
Nada es verdad, nada es mentira, todo es segun el cristal con que se mira.
ResponderEliminarNo hay duda de eso, yo tambien me acercaria al lugar de corazones lastimados je.
Beso.
Muchas gracias por tu visita, mi querida amiga.
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