Escuchó un estallido hueco, sordo. Posiblemente hoy diría que fue una implosión, pero ¿qué niño de cuatro años sabe qué es una implosión? En aquel momento, le pareció que había escuchado un estallido hueco en el baño. Salió disparado para ver qué pasaba. Al entrar, la escena le pareció rara, pero no tanto como para hacerlo llorar: su mamá estaba arrodillada en el piso, rodeada de agua roja. Es difícil saber si este niño conocía la diferencia entre agua roja y sangre, pero haciendo uso de una vil tiranía narrativa, yo afirmo que su juicio fue claro: se trataba de agua roja, no sangre. Bueno, al menos, no sólo sangre. Había agua roja, un balde, una canilla abierta y en el medio de todo ese desastre estaba su madre abrazada a un suéter rojo, casi tan rojo como el líquido que cubría el piso.
-No es nada, querido,
¿viste cómo destiñe tu suetercito? Pero sal de aquí así no te mojas, ya casi
termino de lavarlo. Va a quedarte muy bonito, ya verás.
Algo en la realidad del
chiquillo se había desacomodado para siempre, aunque tampoco tuviera palabras
para explicarlo, así que sólo obedeció a su madre. Salió del baño y cerró la
puerta, pero una intranquilidad creciente le asaetaba el corazón. Entonces apagó
el televisor y se quedó escuchando el sonido del agua que manaba en el baño. Tal vez hayan pasado
minutos u horas o días -ni yo lo tengo claro-, pero cuando su padre volvió del
trabajo, todo fue gritos y sirenas y llantos y una jauría de vecinos que se empujaban
para entrar en el departamento y disfrutar de la desgracia ajena.
Conmovido por la situación,
un policía se acercó al rincón donde el niño estaba acurrucado y trató de
explicarle que había sido un accidente, que había explotado una botella de
cocacola y que uno de los vidrios había lastimado a…
-Tu mamá ahora va a cuidarte desde el cielo, ¿sabes?- le dijo, acariciándole
el cabello.
Estimados amigos:
ResponderEliminarDesde hace algún tiempo creo que esto no se trata de subvertir la realidad con falsos artilugios, sino contar los hechos más cotidianos subvirtiendo la subversión, que no es lo mismo que emparejar las cosas.
Les dejo un gran abrazo.
Humberto.
Esto es elevar la apuesta. Y en realidad, esa actitud no tiene precio. Ya sabés lo que pienso.
ResponderEliminarDirecto a la quijada, diría mi amigo Iñaki. Me gustó la forma en que te involucraste en el relato.
Congrats my dear Dib!!! xxx
Bee Bee.-
Lo prometido es deuda, BeeBee, gracias por pasar... como siempre.
Eliminar¡Qué bien escribes, Humberto! Pero me da tanta pena la historia que me convierto en subvertidora de subversiones subvertidas a mi vez, y en mi imaginación le añado a la historia un par de líneas, como cuando encuentro un final triste en una película que fue divina hasta ese instante del The End, y en esas líneas de tinta simpática, descubro que solo fue una pesadilla, y que ese niño despierta sobresaltado y asustado, pero se frota los ojos para terminar de alejar el mal sueño, y corre a la cocina donde su mami le consuela del susto oliendo a panqueques.
ResponderEliminar¡Un abrazo! :)
Me admira el hecho de que busques un final diferente, que es ni más ni menos que subvertir mi relato. Brindo por ello.
Eliminarlindo! :)
ResponderEliminarDuro, buen relato.
ResponderEliminarPara no subvertir el orden (aquello que mi cerebro configura como orden) empezaré diciendo que me encanta esta portada, me gusta mucho junto al título y al subtítulo... ¿Esa en qué país te la sacaste? (perdón, si no hacía ese chiste hoy no dormía en paz, pero me gusta en serio).
ResponderEliminarYendo al texto realmente me ha fascinado el "cómo"; esa ligera, intrincada relación del narrador con la obra... Me lo imagino escribiendo en un cuarto donde las paredes se derriten a chorros rojizos, y el tipo va acomodando su sombra entre las humedades y sigue escribiendo... como un niño que nombra y no nombra y cambia los nombres porque sabe estar nombrando todo,,, un niño de cuatro años que escucha. Todo el tiempo escucha; una implosión o un sonido hueco, el televisor o la molestia (los apagó) el sonido del agua o de la sangre o de las hebras del sueter licuadas.
Y el cielo no; creo que al cielo no lo va a escuchar nunca.
Me encantó; no sé nada de literatura pero me parecés un verdadero maestro (siempre con afecto y sin ninguna pompa).
Pd: Habrá una frase más horrible y anti-poética que "las paredes se derriten a chorros rojizos"... aquí se demuestra que yo también escribo como en casa, sin filtros.
Fuerte abrazo.
Eso es darle vuelo al texto, Juan, creo que el narrador o el escritor (qué sé yo) está muy involucrado en esta pintura (roja, por cierto).
EliminarNo hay que saber de literatura para opinar, muy por el contrario, cuanto más se sabe, menos se puede hacer con ese saber. Es paradójico.
La foto es en blanconegrolandia.
Un abrazo.
Triste, pero a veces en la ignorancia vive la tranquilidad, o al menos no descansa tanto el dolor.
ResponderEliminarSaludos Humberto
Que fuerte y que bien escrito. Tan cercano....tan y tan que me estremece.
ResponderEliminarDestiñe ....mis ojos rojos. Como el agua.
Es un honor el comentario tan sentido de una gran artista.
EliminarEstá nuy bien. QUE DULZURA PARA SU HIJO. Pero triste. un abrazo
ResponderEliminarCreo que el probre niño no tomarà màs Cocacola en su vida. Triste relato pero genial narraciòn.
ResponderEliminarun abrazo
paco
Siempre algún policía arruinando el momento...
ResponderEliminarO algo así.
Siempre dije que los niños entienden mucho más que los adultos, sólo que saben darle la importancia correcta a cada cosa.
Saludos
J.
Epa! Que buen momento me hiciste pasar. Me zarandeaste a tus anchas...que si......que no....
ResponderEliminarMuy bueno H.!
Abrazo!
Gracias, Dany, uno de los amigos más fieles que tiene esta casa.
EliminarUn abrazo.
No cantes victoria que en cualquier momento me dejo seducir por otros blogs jajaja.
EliminarRompedor. Como poco.
ResponderEliminarSi lo llego a saber antes, para rato les doy Coca-Cola a mis niños, allá cuando eran chiquitos.
ResponderEliminarPero el relato es el relato. Crudo y duro, por cierto.
Abrazos, Humberto
Sr. Dib, la historia es dura, árida, dolorosa, de gran intensidad emocional.
ResponderEliminarLa elección del narrador y del plano semántico, magistrales. Un gran acierto.
Abrazos admirados.
Muchas gracias, Pedro. Sentí que era necesario que el narrador ayudara a sostener tanto desastre.
EliminarNo sè si viste la pelìcula "Un cuento chino", porque èste serìa uno de esas accidentes que el personaje de Ricardo Darìn recortarìa del diario y agregarìa a su colecciòn de muertes por accidentes extraordinarios.
ResponderEliminarSaludos!
Bellis
Podría ir a la lista de ese obsesivo, sí señor...
EliminarLo siento no he podido terminar de leer desde el tercer o cuarto renglón.
ResponderEliminaren medio de la lectura silenciosa que efectuamos, la música de suspense -como a carina le gusta rectificarme cada vez que escribo "suspenso"-, nos la imaginamos nosotros para elevar aun más la tensión. saludos.
ResponderEliminarSabes, para mí este texto tiene una música detrás, desde el primer trazo la escuché.
EliminarAh, y que Carina no te corrija, tú dilo como te parece.
Rescato la ternura de esa mamá joven que se despide serenamente del niño. http://enfugayremolino.blogspot.com/
ResponderEliminarAy, no puedo determinar el estallido hueco, pero si este hueco (vacio) que senti al leer el final.
ResponderEliminarMuy bueno Humberto!
un abrazo
Me gusta la historia por lo realista. Si solo consumiésemos historias felices viviríamos en una fantasía asquerosa.
ResponderEliminarSaludos.
Terrible. Me congeló la sangre pensar en esa criatura.
ResponderEliminarNo mucho más para agregar.
Abrazo!
Pd: Leí lo que tenés en el margen derecho del blog al respecto de lo que escribís, de como y desde donde, me pareció genial y me identifico.
Yo estaba seguro de que tu fuente de inspiración venía del mismo lugar que la mía, se nota al verte.
EliminarUn beso.
Uh! Que percepción Humberto! Pero entiendo.
EliminarLeerlo me puso la piel de gallina. Es así y no sale de otra forma.
"...mis textos son un intento desesperado por ponerle palabras a lo que me falta que no es poco."
Debo aprenderlo de memoria, uno sabe que la falta es lo que nos mueve.
Abrazo enorme.
Maravillos, Humberto, leer tu blog es fenomenal, tienes una pluma estupenda...y que realista, mi diah!
ResponderEliminarBesos cálidos...
Muchas gracias por tus palabras, son halagadoras viniendo de una Princesa.
EliminarBesos.
genial la escena del baño.
ResponderEliminarAunque no creas, pensé en ti en varios momentos al escribirlo, porque lo veía como una escena de película, así fue pasando por mi cabeza.
EliminarUn abrazo.
Hola! Tu relato me hace pensar en si estoy viendo demasiados capítulos de CSI y de Mentes Criminales... Cualquiera de los inspectores diría que aquello no había podido ser un suicidio, que una mujer no se suicida de ese modo porque sabe que luego habrá mucho que limpiar..., que ahí ha habido un asesinato... Lo del jersey del niño es muy fuerte, y extraño que el pequeño, siendo tan pequeño, no quisiera jugar con el agua de color rojo en la bañera... Los vecinos seguro que andan chismorreando que alguno de ellos vio al marido antes del suceso por allí... Lo que sí, el que le dijo al pobre crío lo de la botella de cocacola no tiene perdón (a no ser que haya leído las últimas noticias sobre la composición del refresco en cuestión); sería más lógico que le hablase de otro tipo de botellas de las que quisiera apartar al chico. Claro que ¿para qué iba la mamá a usar una botella de una u otra bebida para lavar el jersey?... Demasiadas cuestiones.
ResponderEliminar¿Y el agua no salió por debajo de la puerta?
Sí que creo que estoy viendo demasiada televisión...
Un relato interesante, Humberto, y sí que da para darle vueltas y más vueltas al asunto...
¡Biquiños!
Carmen
En realidad, en un primer momento pensé en un sifón de soda, pero me pregunté si en otros países sabrían qué son los sifones de soda, ésos que en alguna época eran de vidrio y solían explotar.
EliminarUn beso enorme.
Lo del sifón no sólo me suena, sino que me toca de cerca una situación en la que uno "explota"... con la ayuda de quien se lo tiró a las piernas a una de las personas de mi familia con la que estaba muy unida... Quizá algún día escriba sobre ello. Ya he escrito sobre esa persona (fallecida hace un tiempo) en algunos de mis posts.
EliminarOtro beso para tí, Humberto.
Sólo espero que mi agua roja se quede en su envase hasta que algo diga lo contrario.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Ilusa de mí! o bien enredada por un genial embustero... Al avanzar en la lectura llegué a pensar que nos habías "enrrollado" en un hecho sangriento cuando en realidad era sólo un "quehacer cotidiano". ¿Será porque habré desteñido varios sweaters en mi vida? Al instante pensé: ¡No! Una historia demasiada cándida para Humberto. Y desde ahí mi estómago comenzó a flamear hasta el final.
ResponderEliminarExcelente, muy bien urdido!!! Unos pasitos, te paraste bien, acomodaste la izquierda y nos maduraste el Knockout. Grande, Humberto!! Un beso grande!!!
Bueno, te acepto lo de gran embustero porque sos vos, je...
EliminarUn beso.
Antes de dar mi sentir, dejame felicitarte por la imagen de tu blog esta estupenda! Este final ha estrujado mi garganta, una sensacion de vacio en el estomago de pensar en este pequeño personaje..Y solo recuerdo ese mismo consuelo que nos deja la partida de un ser amado"nos cuidara desde el cielo" habra cielo? hay que creer en ello para apacentar el dolor ! Un abrazo enorme y te sigo el rastro...besos
ResponderEliminarGracias, mi querido rastro, no me olvidé de tu mail, sólo que estoy con 2 millones de cosas, uuffff...
EliminarEs sencillamente terrible, como una pesadilla real, en movimiento seguido, que puede sentirse con los sentidos del olfato, del oído y de la vista.
ResponderEliminar¿Como se puede hacer eso escribiendo? Las palabras, las letras, se estrelazan dibujando una escena dantesca que llega a palparse como si estuvieramos enfrente observandola.
Es espantoso el efecto que produce.
En primer lugar, gracias por tus anónimas palabras.
EliminarEste texto es muy especial para mí, digamos que marca un antes y un después. Hace muy poco decidí dejar de hacer números (comentarios/seguidores) y escribir con total libertad. Lo que leíste es el resultado de haberme quitado muchas toneladas de encima y, simplemente, dejar fluir la Verdad de lo que soy. Bueno, es un proceso mucho más largo, pero te aburrirías...
Un abrazo.
Ela relato me pareció muy bueno contado entre cuento y noticia, los que nos hace dudar y afirmar a la vez. No esta lejos de la una realidad cotidiana que nos cuesta entender.
ResponderEliminarVastas son las repuestas que un niño inquiere ante la muerte, desgraciadamente solo recibe mentiras. Doy fe.
Gracias por tu visita a mi blog y comentar
Un abrazo
Muchas gracias, Daniel y no hay de qué, Daniel ;)
ResponderEliminarTan intenso y preciso, por dramático que sea, es una realidad tan probable, tan de éste momento de la Humanidad, que da miedo. Cuando un escritor logra decir en pocas palabras algo tan gigantesco, a mi modesto entender, ha llegado a la cúspide. ¡Bien hecho!
ResponderEliminarUn abrazo.
Te agradezco enormemente el elogio, Susana, pero la cúspide está más allá del blog... y voy por ella, no lo dudes.
ResponderEliminarUn beso.
Debo admitir que me desencajo un poco pero me gusto bastante. Me parece muy sutil e infantil y tierno, cosas que me agradan.
ResponderEliminarPor problemas personales tuve que cambiar la dirección de mi blog y nombre de usuario. Y aunque no soy el mismo tengo las mismas ganas de seguir escribiendo. Un saludo y un abrazo grande Dib.
Acá te dejo la nueva dirección del blog
http://bestiadesertica.blogspot.com/
Algo muy fuerte me llevó a ver con los ojos del chico, desde esa escena que le pareció rara pero no tanto como para llorar, como es siempre lo que precede a la tragedia o la catástrofe. Sólo un segundo el estallido, lo demás es casi nada, un líquido, el sonido del agua corriendo, humo. Un cuerpo, varios cuerpos, el silencio. Pero también sentí con el chico esa intranquilidad creciente que antecede a la desgracia. En realidad la desgracia ya había ocurrido, pero él no lo sabía sólo lo presentía. Como presienten y temen los chicos por los padres.
ResponderEliminarEs una mezcla de antes y después que no se sabe cuál es más grave.
Me gustó mucho, la libertad de mezclar al narrador y todo ese clima de muchas sensaciones húmedas y terribles.
Que siga ese camino más allá de la cima-cumbre-cúspide, más allá del horizonte y de donde seas más feliz con tu literatura.
Muchas gracias, Ana, vos sabés que sos una de las pocas personas que siempre han dejado una palabra de aliento y halago en cada entrada desde que conociste este blog. Algo sabés de mí, por lo que debés darte cuenta de que algo muy especial está pasando. Algunos le llaman libertad.
EliminarUn beso inmenso.
Perdón, no quise decir lo que precede a la tragedia, sino todo lo contrario, lo que sigue a la tragedia...
ResponderEliminarEs linda la libertad!!! Vivila. Besote
ResponderEliminarSe me ha quedado el corazón encogido por ese pequeño niño y la situación "pintada" de rojo en sus ojos...Excelente relato. Un abrazo Humberto
ResponderEliminarNo caigamos en el fatalismo, que el juego de lo eterno es infinito. Como dato útil, una Coca Cola gigante o cualquier otra soda, sirve en caso de fuego como extinguidor; en Los Ángeles lo comprobé apagando unas llamas que ya salían del cabezal del motor con una Pepsi, un buen día de verano infernal.
ResponderEliminarFué el último día de vida de un Oldsmobile al que yo llamaba el invisible por su viejo color verde claro desteñido.
Tengo la sensación de que tienes muchas historias para contar de tu Oldsmobile.
ResponderEliminarGracias por tu presencia en este espacio.
Humberto
Es de la cuestiones cotidianas en donde debemos enmarcar nuestros relatos y son aquellas las que nos sirven de inspiración dejandonos retorcidos al momento de escribir.
ResponderEliminarVeo la necesidad de la madre, de alejar a su niño y resguardarlo de esa catastrofe aprovechando su ingenuidad, pero yo creo y estoy convencida que el niño sabia o irá a saber en el algún momento que no era agua roja, sino sangre perdida de su madre. Y peor aún hasta podria llegar a imaginar que su madre habria muerto por desgracia de lavar su campera roja.Lleno de culpa, el pobre niño
Un relato contundente.
ResponderEliminarAy, Humberto, hoy sí me has hecho llorar!
ResponderEliminarHola Humberto, ciertamente una historia triste y impactante, porque ese instante de soledad en el salón, que por único sonido era el chorrear constante del agua, habiendo visto lo que había visto, no era precisamente muy halagador, ni muy alentador.
ResponderEliminarCreo que el niño entró en una especie de catarsis porque sino qué le empujó a cerrar la tele y no obviar lo que había visto.
Está claro que obedece a su madre porque sabe que es ello que debe hacer cuando su mama le dice que haga algo pero en su interior algo no terminaba de cuadrar, ese Pepito Grillo no callaba y por ello quería silencio a su alrededor, solo para estar en ese baño sin estar.
No sé si me he ido por las ramas jeje
Que tengas un hermoso día, besitos azules muassssssssss
PD: ahora comentamos los españoles, cuando vosotros dormís :D
En su interior TODO dejo de cuadrarle, es un momento que cambia la vida, como esas catástrofes que cambian un país.
EliminarMe parece un micro excelente. Me gusta que hayas tomado el punto de vista del niño, me he visto un poco retratada en él, un niño que no tiene edad para saber pero que sospecha y se queda al acecho. Y la madre, como todas las madres, quitando importancia a todo lo importante, para que no duela ni haga daño a ese hijo que la mira.
ResponderEliminarEs un micro muy visual: ese agua roja o sangre o destenido o sangre, que lo tiñe todo, con el que nos llevas por el borde mismo de la normalidad que está más cerca del drama.
Me ha gustado especialmente y espero que se note, ademas de que lo leas.
Un beso, Luisa.
El factor sospecha del niño es lo que marca el ritmo al texto, él sabe que algo no funciona bien, pero sus limitaciones debido a la edad no le permiten entenderlo del todo. Pero él sospecha, si señor.
EliminarEse niño conmueve, no tanto por el hecho de ser testigo de la muerte de su madre-que ya es en sí mimo un horror-sino por la entereza con que se muestra al convertirse en adulto. Ha asumido sin preguntas, no cuestiona, no se permite hacer juicios de valor sobre los motivos que desencadenan ese final; eso es lo que más me impresiona: la aceptación.
ResponderEliminarUn placer volver a leerte,
Digamos que lo metieron en la adultez a patadas.
EliminarOh how beautifully sad. I could tell from the start of your piece that something awful had happened, but the innocence of the child shielded me from the truth till the very end :) XXX
ResponderEliminarMe ha producido una tristeza extrema. Ver morir a tus padres y más siendo niño es algo que te marca para toda la vida...
ResponderEliminarBesos desde el aire
experiencias para no olvidar, porque quizá ahora no sea consciente de lo que pasó, pero con el tiempo lo será.
ResponderEliminarun saludo
marian
Sorprendente, como siempre, con esos finales tan inesperados, como geniales.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Increíble, triste, el final para no olvidarlo... Como siempre me encantan tus narraciones. Un abrazo.
ResponderEliminarHumberto, que vuelta de tuerca final más bien ejecutada. Pensé en un primer momento que su mamá había matado al padre, pero luego llegó la calma de un actividad corriente, para finalizar como digo majestuosamente.
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos.
Yo también fui pensando diferentes cosas... Es más, te puedo afirmar que aún no se si fue un accidente o un suicidio.
Eliminar¡Humberto que bestia! pobre niño, inocente pero sabiendo que pasa algo. ¡¡Uffs!! que mal cuerpo me has quedado, estoy para irme a la cama y apagar las luces.
ResponderEliminarBesos, bueno besos no...que me has dejado triste.jejeje, una pequeña colleja mejor.
tratando de mirar lo indecible desde la inocencia absoluta, tal vez el peor de los episodios que sin duda subvierte la inocencia y trastorna definitivamente a cualquier ser y nunca habrá explicación, ni simple ni compleja que pueda hacer continuar viviendo con un suicidio en la espalda la misma vida, un abrazo
ResponderEliminar4 años?
ResponderEliminarOhhh mi Dios!
Qué miserable vida en su cabecita le toca ahora!
me mueroooo! :S
Tremendo. El rojo es un color que tiene un gran simbolismo para mí abstracto pues soy daltónico.
ResponderEliminarEste ha sido uno de tus relatos que más me han gustado. Saludos. Borgo.
Gracias Borgo, siempre me llamó la atención el tema del daltonismo, me encantaría poder expresar algo al respecto.
EliminarContar la realidad, sin disimulos, sin tapujos. Y a mí me ha gustado y conmovido. Le invito a una copa virtual para superar este presente maldito que tenemos.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Acepto esa copa, después paso por tu blog a beberla en honor de la literatura.
EliminarUff, que sensación de congoja, qué triste pensar en ese niño con esa imagen de su madre que ya nunca podrá olvidar mientras viva.
ResponderEliminarMe ha impresionado mucho tu relato.
Un beso desde mi mar,
La madre bien podía haber dicho al niño que le pasara el móvil para llamar a una ambulancia. Ahora, a ver a quién le tocará limpiar el cuarto de baño.
ResponderEliminar¡Yo no lo limpio, aclaro!
EliminarUn niño, que sólo pudo ser testigo cómplice.
ResponderEliminarUn relato que me despierta toda tipo de emoción.
Un gran cariño.
Eleonora.
Supongo que la botella de coca cola no es casual.
ResponderEliminarUna crítica a la muerte que causa este sistema,y muy triste por cierto.
Mirá como es el inconsciente,que la primera vez que leí, ci "botella de caracola"!!!! Es que lo quise hacer más poético supongo,jajaja!
Besos!
Eso es por tu alma poética... de todos modos, creo que una caracola también puede cortar muy profundamente.
EliminarBesos.
Duro relato. Y más aún visto desde la inocencia de un niño. Conmovedor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahora que estoy "jugando" con esta posibilidad de responder comentarios, aprovecho para agradecerte por el mensaje y (como una vez lo dejé escrito en tu blog) por ser uno de los primeros colegas, uno de los "viejos".
EliminarUn abrazo.
Estremecedor relato, pero muy bueno. Pienso en los mecanismos de defensa de los niños/as, ante hechos traumáticos y en los juegos de la imaginación para disfrazar lo estremecedor, si esto es posible.
ResponderEliminarAbrazo desde el sur
Muchas gracias, Horacio. Los mecanismos de defensa que después renacerán como síntomas. Un tema.
EliminarUn abrazo.
Si fue solo un accidente que la hizo no pedir ayuda?..quizás el estallido no haya sido de una botella de cocacola sino la explicación humana de un policía a un niño de 4 años..sigo pensando que no fue accidental
ResponderEliminarA veces me siento en un aprieto, porque (te aseguro) que yo tampoco sé si fue o no accidental.
EliminarWow..que relato...la verdad deja con la piel erizada.
ResponderEliminarBesos mil.
Cortante y descarnado.
ResponderEliminarSin duda, muy bueno.
Abrazos, Humberto.
El niño empieza su vida bien mal: vió el monstruo de cerca y con una rapidez impresionante. Solo me queda por desearle que consiga superarlo, muchos acaban enloqueciendo.
ResponderEliminarLa mamá se suicidó, no me cabe la menor duda.
El relato me deja una pregunta en el aire: ¿qué pasó después? Porque siempre hay un antes y un después para todo. En el relato se describen 2 tiempos: el antes y el durante.El tercer tiempo sería el después, a camara lenta, eso sí que es duro, la camara lenta, simplemente los restos que quedan después, las cenizas. Hay que terminar el relato, Humberto. Confío en que nos tendrás informados, aunque no nos lo digas claramente a los lectores, que eso no es exigencia, pero lo vemos venir. Gracias
Es una buena idea, anónimo, lo tendré en cuenta. Un tercer tiempo y en cámara lenta.
EliminarUn saludo
El tercer y último tiempo, hacer de las cenizas el broche que corone todo lo anterior. Después de la muerte cuando todo ya parece perdido y olvidado, se dedica el buen narrador a reiterar lo acontecido que solo existe ya en el recuerdo. En el suyo y en el de todos los que lo han escuchado.
ResponderEliminarEl tercer y ultimo tiempo, la camara lenta, esa camara que todo lo resume, lo perpetúa, lo reitera, una y mil veces, y ninguna igual a la otra. És exactamente cuando el tiempo se detiene, este preciso momento, el más significativo.
No soy escritor, pero espero haber comunicado bien mi parecer y opinión acerca de tu arte.
Saludos de un lector
Sin meterme presiones, te digo que ya has dejado el germen en mi mente, vamos a ver qué sucede.
EliminarEn relación con ser o no escritor, creo que todos saben que no hago distinciones a la hora de leer un comentario. Podrías preguntarle a cualquiera que esté en esto, cambiaría 100 comentarios técnicos por sólo uno de un lector "real".
Muchas gracias.
Lograste que me involucrara desde la primera letra del relato. Cuando el chico salió del baño pensé "noooo volvé!!!!". Y algo parecido llegando al final, con los gritos y el chiquito afuera sin entender pero entendiendo todo lo que pasaba. Hasta pude visualizarle una posible cara a este niño.
ResponderEliminarQuise pensar que fue en realidad un mal sueño, una pesadilla...
Saludos,
De Dipp a Dib, de lobo a lobo
¿Cómo frenar ese "no, volvé" que a mí mismo se me genera, pero viste cómo es, si lo hacía volver, no tenía historia.
EliminarDe lobo a lobo.
Muy conmovedor, Humberto. Sobre todo porque pones al lector tras los ojos del niño, de la madre, de los adultos... es una paleta de sensaciones intensa, que en mi opinión cierra magistralmente la frase del policía (tan increíble, tan incómoda). Magnífico juego de realidades y un micro memorable.
ResponderEliminarAbrazos
Creo que el policía hace lo que puede, lo mejor que puede.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado.
Abrazos.
uuuy que buena historia!! me ha gustado muchisimo!
ResponderEliminar¿Qué pensará el niño de su bonito suerter rojo y de que su mami no esté con él ahora? ¿Qué pasará por su mente cuando se lo ponga?
ResponderEliminarBuen microrelato, siempre manteniendo la atención de quien lee.
Ufff! vaya historia. Es un poco dura, egh???
ResponderEliminarBuen relato!!!
Un saludo!
Es ahora cuando se dice "Vida nueva". Nuevo formato de texto y de portada. La verdad es que crea el clima perfecto para después leer tu entrada, si. Al menos a mi me sitúa en un entorno de muerte suspendida en el aire, esperando que alguien la nombre para hacerse presente. Es como si hasta que no llega un adulto, la muerte no existe. El narrador tiene algo de niño, de lo contrario sería difícil que pudiera trasmitir esa sensación de realidad por formarse adulta. Da la posibilidad de mirar a través de los ojos de todas las partes intervinientes. Qué curiosa es la muerte, tan adaptada a cada uno, tan particular siendo la misma sin embargo.
ResponderEliminarLo cotidiano tambien necesita ser contado, y más si puedes situarte en varias perspectivas al leer como es el caso.
Fase de blanco y negro, no tiene mala pinta, se te da bien cualquier escenario. Y yo me aprovecho del resultado leyéndolo.
Un abrazo.
Es absolutamente cierto, el narrador tiene bastante de niño, te diría que se mimetiza con él para poder explicar ese cúmulo de sensaciones extrañas que lo atacan.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Besos.
¡Que rojo! El rojo es el color.
ResponderEliminarGracias por tus textos.
Te abrazo bien fuerte.
Gracias por tus vistas, Aristóteles.
EliminarQue gusto leerte... Saludos
ResponderEliminarHumberto te felicito, una vez más, por tu excelente manera de expresar hechos como éste a través de estos "microrelatos". Intenso, conmovedor...estupendo!!
ResponderEliminarAprovecho para pedirte disculpa por tardar tanto en visitarte, ando muy ocupado.
Un fuerte abrazo y espero te vaya todo bien.
Ramón
Dios...es uno de esos golpes muy bajos. Un abrazo.
ResponderEliminarNo sé si podrás leerme, pero hoy en mi escrito, hay un guiño para ti.
ResponderEliminarYa estoy temblando, Francesca, ¿qué me esperará? Ya voy a visitarte.
EliminarBesos.
Historia dura pero sentida, me ha encantado.
ResponderEliminarTienes mucha facilidad para escribir,enhorabuena.
Voy a intentar definirte en cortito el proceso de tu texto en mi cabeza...
ResponderEliminarPredisposición a leer algo terrible, si.. creo que sí... no... buuufff.. ¡¡menos mal!!... uy.. creo que ha sido sí... me temo que sí ... .-................................................. ¡¡Diooosss que pena!! ..... ...............
Me he imaginado perfectamente la cara de ángel de su madre agarrada al jersey disimulando ante su hijo... una de las cosa más conmovedoras que he leído... de corazón HUMBERTO.
Un besito... llámame boba... se me está escurriendo por la cara una lágrima ....
No te llamo boba, te llamo sensible...
EliminarTu relato me ha dejado "mal cuerpo" como dicen por aquí. Lo leí temprano por la mañana y no fui capaz de escribirte nada. Cerré la página e intenté desayunar pensando en otra cosa. Porque es muy duro para un niño estar en ese lugar, frente a una pérdida tan traumática...
ResponderEliminarNo importa el tema, siempre sabes como contarlo. Y eso es lo que admiro de ti.
Un abrazo.
Son esos textos, Sara, que sabes que dejaran "mal cuerpo", pero que no pueden evitar ser escritos, así te lo digo, en voz pasiva.
EliminarUn beso.
Triste decisión. No me gusta valorar más allá, porque uno nunca sabe el recorrido que hace la mente hasta llegar a eso. Así de retorcido y difícil es todo.
ResponderEliminarY sí, tendrá que cuidarlo desde el cielo, si es que existe tal cosa.
Muy bueno.
Un saludo.
Hago público que este texto nació de un comentario que dejé en su espacio, Sr. Yoni, por lo que le agradezco su... su... inspiración, digamos.
EliminarEl agradecido soy yo. Me alegra haber sido de alguna utilidad en su proceso creativo.
EliminarUn saludo.
Wonderful lines and texture, Humberto!
ResponderEliminarAunque no parezca una felicitación: Sos un hijo de puta!!
ResponderEliminarEl valor ambiguo de la puteada argentina, se recibió con afecto, te aclaro.
Eliminarme gustó, la mente es un montón de acertijos deshilvanados, y cuando se les apura , el final es siempre sorpresivo
ResponderEliminarla realidad siempre nos da tinta
felicitaciones Humberto
besos desde este Chile tormentoso y caluroso
Aunque se ve venir te llevas igualmente la bofetada al terminar.
ResponderEliminarUn buen relato, como de costumbre.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Un abrazo, Mos, voy a tratar de pasar por tu espacio, hace bastante que no lo hago.
EliminarGracias por tu afecto.
puffffff ,si, lo ves venir pero esperas que no sea cierto.Los niños son una parte muy debil a los que debemos de proteger siempre.Muy buenooooo.Millll besitossss
ResponderEliminargolpea un tanto, pero siempre es un placer leerte
ResponderEliminarsaludos
Los nenes entienden mucho más de lo que nos parece. Sí que sabía que era sangre...
ResponderEliminarAbrazos
A mí no me queda claro... puede que allí lo aprendiera.
EliminarBesos
Profundo pero espectacular!
ResponderEliminarUn beso Humberto.
Me ha parecido un poco durilla la historia... me han gustado otras más.
ResponderEliminarEsto es lo difícil de las artes, no se puede convencer a todos. Pero ya escribiré alguna que te guste, espero...
EliminarPff... pobre niño. Coincido en que es una historia un tanto dura. No obstante, siempre nos sorprendes, aunque tampoco estaría mal un final feliz porque la madre llama a una ambulancia, o el niño porque ella se lo manda, ya que es pequeño e inocente para entender lo que ocure... no sé, un poco de felicidad, jaja. Un beso, Humberto
ResponderEliminarAcabo de comentárselo a alguien, tal vez la próxima entrada sea más "feliz", vamos a ver.
EliminarUn beso Natalia.
Que historia tan dura y tan triste, pobrecito.
ResponderEliminarUn relato aterrador. La soledad de una madre y la soledad de un hijo,....y en medio el rojo. Caminos divergentes en vidas paralelas. Me ha gustado mucho, y por supuesto me ha conmovido.
ResponderEliminarBesos, y espero llegar aquí con más frecuencia. Al final me has seducido.
Es un honor, Ana, la seducción intelectual o artística es muy difícil de conseguir.
EliminarBesos.
aunque es dura la historia yo voy más allá del texto y a mi me provoca una enorme dulzura de una madre sabiendo que es grave lo que le ha sucedido, guarda su desesperación y le aconseja a su niño que salga fuera del baño que lave su jersey. No hay mayor belleza que el amor incondicional pase lo que pase de una madre hacía su hijo.
ResponderEliminarYo lo haría igual, por nada del mundo quiero hacer daño a mis hijas antes muerta que dañarlas, por esta razón me llena de emoción y me parece de una ternura el texto, que solo me resta felicitarte querido Humberto. Me ha encantado tu relato. Un beso.Amelia.
Una madre hace de todo para evitar el sufrimiento de sus hijos, hasta en los momentos más límites.
EliminarY estoy de acuerdo, el narrador, a su manera, es un dulce.
Un beso mi querida amiga.
HD
Me quedo con éste relato, me ha encantado, ahora si me enamoré de ti completamente gracias a tus fotos, cambiaste el perfil? O no lo había leído? Simpático he! Besos chico hippie que se baña diario.
ResponderEliminarBueno, enamorarte... Cambio las fotos, pero el perfil es el mismo, un perfil árabe ;)
EliminarPOR FAVOR Hunberto ,tu que puedes ,tu que sabes, escribe un cuento para mi, que termine feliz y ayude a superar la añoranza,la melancolía la tristeza....
ResponderEliminarUn saludo.
Está bien, Luz, lo voy a intentar, pero si lees mis textos anteriores, no todos terminan mal, es más hacía mucho tiempo que no escribía textos que "finalizaran mal".
EliminarLe cagaron la vida al pobre pibe!
ResponderEliminarUn abrazo Humberto.
Y... una buena experiencia no le va a quedar.
EliminarUn abrazo, Cecy.
Supongo que ya lo he hecho en otras oportunidades, pero vuelvo a felicitarte por tu hermosa capacidad con las palabras y relato... Este texto es increíble, en mi cabezita pude ver cada una de las escenas...
ResponderEliminarBesos!!
Fabi
Muchas gracias por el cumplido, Fabiena.
EliminarA veces la realidad destiñe. A veces los ojos son incapaces de ver, por suerte.
ResponderEliminarUn texto muy conseguido
Saludos con final feliz, jo
Me admira la manera como ese narrador nos conduce, nos introduce más bien en ese baño, donde no se dice pero se intuye la tragedia creando mucha inquietud. Muy buen texto
ResponderEliminarBesitos
Muchas gracias, Elysa, creo que esta vez los méritos se los lleva el Narrador. El escritor no importa demasiado, ¡y lo digo en serio!
EliminarUn beso.
Humberto: Siempre llego a tus letras cuando ya tienes chorrocientos mil comentarios. Pero bueno, de todos modos comento.
ResponderEliminarLas tragedias que suceden en el interior de un hogar, son a veces muy difíciles de enfrentar. Pero sinceramente creo que se puede enseñar a un niño a pedir auxilio, es posible que esa madre podía haber salido bien librada, con sólo decir al chiquillo que avisara a la vecina, en lugar de decirle que saliera de la cocina para evitarle un trauma.
Cariños: Doña Ku
Me di a la tarea de leer todos los comentarios y descubrí que la mayoría aceptan y aman la tragedia y aceptan la muerte sin dudar, hasta hablan del suicidio.Solo Natalia propone la posible salvación de la madre, ¡que rudos!
ResponderEliminarTal vez no sea rudeza, mi querida Dora, tampoco sé si "aceptan" la tragedia, no nos olvidemos que sólo se trata de un relato. Cruel, pero relato al fin.
EliminarEn los diarios, cada día, hay tragedias más terribles... y esas sí que son verdaderas.
Un beso a mi mexicana preferida.
HD
Un relato limpio, excelente y triste, a mi me queda la sensación del ¿Por qué? ¿Por qué no gritó? ¿Por qué cerró la puerta? Supongo que esas preguntas acompañaran a este niño hasta el último día.
ResponderEliminarSeguramente hasta el último día... o hasta que uno de nosotros (escritores) le dé un destino diferente.
EliminarUn abrazo.
Impactante, en una situación casi escalofriante. Un momento de confusión continuo concentrado en un sentimiento de angustia! muy bueno.
ResponderEliminarHola querido amigo, me repliego unos días para darle duro a mis hijos virtuales y vuelvo, siempre vuelvo y me doy de lleno a este relato tuyo, intrigante, serio, valiente y me pongo en el lugar del niño que sólo entenderá cuando crezca y mucho. . .y pienso en la madre y veo sus muñecas ensangrentadas con sus débiles manos queriendo sofocar el hilo de vida con el que explicó a su hijo la escena¡Bravo, Humberto! Un fuerte y emotivo abrazo.
ResponderEliminarSiempre sos bienvenida, Zuni. Me quedo con un adjetivo que escribiste y que me hace sentir orgulloso: valiente. Un relato valiente.
EliminarUn beso.
Directo a la boca del estómago!!! Que golpe certero!!!!
ResponderEliminarMe mató!!!
Adhiero a la puteada de Ato, con mayor cariño...
Besos
¡Bueno, bueno, no se acostumbren a putearme!
EliminarLa sangre era real o salsa de tomate? La madre no sería actriz y estaba filmando una escena dramática en la bañera?...
ResponderEliminar¡Que se lo aclaren al niño!... ;-)
abrazo
Contudente, sin concesiones. Eso es terror del bueno, Humberto.
EliminarUn relato 10, para un tema que rompe el corazón.
Hasta qué punto una madre decide abandonar así a un hijo pequeño, ¿hasta dónde llega su dolor o su desesperanza?
Un beso,
Impactante,
ResponderEliminarhe sentido escalofríos,
un saludo
y feliz fin de semana
El amor de madre hasta el último suspiro.
ResponderEliminarYa estoy de vuelta, me ausenté unas semanas.
Besos Humberto.
Me duele tanto que casi no lo puedo soportar.
ResponderEliminarNo sé qué decirte, Tecla, es doloroso, sí...
EliminarOtro relato así (no, ASÍ) de intenso..uff. Una vida a subvertir..
ResponderEliminarUn abrazo, Humberto
Vamos a tratar de que el próximo sea ASÍ, pero no así.
EliminarUfff!!!Qué fuerte Humberto! Toda muerte duele asi sea ficticia.
ResponderEliminarHas tenido hasta la sabiduría de contarlo de una manera como su mamá se lo dijo al niño.>Besotes.-
Gracias por tu fiel amistad, Tía Lelé.
EliminarTremendo ! Me quedé sin palabras con este relato. Narras las historias que parecen fruto de la realidad.
ResponderEliminarEs un placer leerte.
Ah, ¿no es la realidad? jeje
EliminarHUMBERTO, muy excelso!!!!
ResponderEliminarbuen fin de semana,
lidia-la escriba escribe, no escribe!!!!
Muchas gracias, Lidia.
EliminarUn beso
el cielo...ese lugar lejano y vacio
ResponderEliminarUna forma muy particular de ver el cielo...
EliminarTürkiye'den Arjantin'e Merhaba. Bloguma yaptığınız, güzel yorumunuz ve iltifatınız beni fazlasıyla memnun etti, teşekkür ederim. Yakın zamanda blogunuzu tekrar ziyaret edeceğim.
ResponderEliminarHumberto, pase por acá, luego de tener un poquito de tiempo y me he encontrado con un comentario en uno de mis blog, no se por que no lo visite antes ...es imperdonable jajajaja ...bueno mi amigo .,..e es increible ...este entrada me dejo bastante impactado .... es corta pero muy precisa, lo suficiente como para dejarte colgado... bueno esta demas decir que me quedo y te sigo .... visita mi blog de relatos ....estare pronto a sacar mi primer libro .... es una recopilacion del mismo mas cuentos nuevos ....espero alguno te guste .... y bueno no solamente el apellido es es similar ....jajajaja Dib, Deb .... jajajaj Michel
ResponderEliminarwww.micheldeb.tk
www.lamalapoesia.tk
Ya somos Dipp, Dib y Deb... se siguen sumando en la familia ;)
Eliminarwiele grüsse von türkiye
ResponderEliminarGrande como siempre.
ResponderEliminarGracias por el halago, Anthony!
Eliminara mí me gustan más las historias con perdices, pero reconozco que no hay tantas en el mundo como historias y para las reales menos aún... Abrazote : )
ResponderEliminarPero podemos crear una, por ejemplo, salen unos cazadores y matan una perdiz que justo estaba con sus polluelos, los cuales quedan solos y a merced de los depredadores. Imagina el final. ;)
EliminarDramático... fiquei presa à narrativa desde a primeira palavra.
ResponderEliminarVocê é genial para escrever.
º°❤ Boa semana!
°º✿ Beijinhos.
º° ✿ ✿⊱╮ Brasil
Muito obrigado, minha querida Inês, uma boa semana para vc tb!
EliminarThank you for visiting my blog and dropping a line. Yours is a great blog. I'm impressed. Cheers from ızmir, Turkey.
ResponderEliminarThank you, Valdimir...
EliminarNos vemos poco, amigo, pero siempre estamos. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Uff Que duro! ese recuerdo turbio y rojo en la mente de ese niño para siempre
ResponderEliminarUn placer
Volví de nuevo despues de una larga ausencia..y encuentro tu espacio aún más interesante que cuando lo dejé...
ResponderEliminar¡Bendíta inocencia infantíl...!(ó indulgencia del autor..jeje)
Siempre dije que la cocacola no era sana...pero ¿rojaaa?...
Un abrazo Humberto...
Muchas gracias por volver, Maribel, eso ya es motivo de alegría. Besos.
EliminarUn bello relato...
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Me eliminaron el blog "Mas que colores" po lo que he tenido que hacer este Colores con arte.
Saludos y hasta siempre.
¿Te eliminaron el blog, por qué?
EliminarAhora voy a visitar el nuevo, besos.
Algun día descubrirá la realidad, espero que el choque sea reparable.
ResponderEliminarUn beso, escritor