El campesino sabía leer las nubes
y escribía con la azada: tal era su lenguaje. Su sabiduría se escondía en los
surcos curtidos de las palmas, pues sus manos estaban educadas por
la necesidad. Como nunca había aprendido a sostener un lápiz ni a seguir pautas en un cuaderno, creyó que debía hacer todo lo
necesario para que su hijo no trajinara el mismo destino.
Muchos años después, cuando fue a recibir el título, el
muchacho le pidió al padre que subiera al escenario con él. El
campesino aceptó con velado orgullo, pero enseguida enterró las manos en los
bolsillos del pantalón, no quería avergonzar al Doctor. Al notarlo, el joven se las sacó con mucha ternura, las
abrió como si se tratara del último palmo de tierra fértil en este planeta y
allí sembró su diploma.
Estimados amigos:
ResponderEliminarMuchas gracias por las visitas y comentarios para “Primicia”.
No tengo otra manera de decirlo: no llego a visitar ni una décima parte de los amigos que pasan por aquí, así que agradezco de corazón la paciencia. Igual reconozco que no es suficiente.
Un abrazo.
Humberto.
Esa es la cultura de los campesinos a quienes nuestra sociedad llama incultos; descifrar las señales de la naturaleza y escribir surcos de palabras que llenan nuestros estómagos.
ResponderEliminarUn saludo.
Pensar que si uno no sabía leer las señales de la naturaleza hace algunos años, estaba muerto. Literalmente. Bueno, aún hoy en un lugar inhóspito.
EliminarUn abrazo, José.
Muy linda aquella sabiduría.
ResponderEliminarBesos mil.
Muchas gracias, Muchita.
EliminarUn beso.
Ellos, sin haber estudiado, apenas leer y escribir, tienen a veces mayor sabiduría que quienes dicen ser doctores...
ResponderEliminarSin embargo, su hijo supo hechizar con su gesto la incomodidad de su padre y plantar así la semilla del amor familiar.
Gran texto!
Abrazos!!
Esta vez el hijo estuvo muy bien, en la vida real ya no sé.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
El reconocimiento es la mejor manera de decir gracias.
ResponderEliminarSaludos
J.
Te reconozco, José.
EliminarUn abrazo.
Que bom que o filho não tenha tido vergonha do pai e aí está o usufruto do seu arduo trabalho, o diploma do filho que seguramente se triplicará em mais frutos e flores.
ResponderEliminarUm beijo Humberto.
Flor
Valeu, Flor!
EliminarLogo veremos esses frutos, sem dúvidas...
Bjs.
una historia de muchos,con un cierre de pocos
ResponderEliminarun abrazo,de un hijo de pocos
Te imagino buen tipo, un par de cosas me lo mostraron.
EliminarMuchas gracias, Horacio, un fuerte abrazo.
Precioso gesto! encantadora y emotiva historia.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Carolina.
EliminarUn beso enorme.
El amor de los hijos es la mayor bendición de cualquier hombre. O mujer.
ResponderEliminarSaludos, Humberto.
Así de cierto, Rob, un fuerte abrazo.
Eliminarmuchos aspiran a que sus hijos tengan un mejor futuro del que tuvieron pero muy pocos lo logran. una historia muy ilustrativa. saludos.
ResponderEliminarEs verdad, parece un texto inocentón, me dejas pensando. Bueno, alguno lo logra, como bien dices.
EliminarUn abrazo.
No hay mayor satisfaccion para un hombre que el reconocimiento de su propio hijo... sobretodo si es un sentimiento puro y no buscado. El que siembra recogera cosecha. Y si no que se lo pregunten a los ojos de su padre.
ResponderEliminarMuy buena indicación, me imagino los ojos de ese padre.
EliminarGracias, Kramen.
Que hermosa historia Humberto, el reconocimiento de un hijo borra todo el sufrimiento que pudiste haber padecido, yo tengo cuatro y no imaginas el orgullo que me hacen sentir.
ResponderEliminarGracias por recordármelo, Un fuerte abrazo amigo.
Bienvenido ese orgullo a este blog, Moli.
EliminarUn fuerte abrazo.
Las palabras y gestos de los hijos pueden elevarte hasta el extremo.
ResponderEliminarUn bella y emotiva historia.
Cariños.....
Muchas gracias, Oriana, una historia muy diferente para este blog.
EliminarUn beso.
entrañable relato
ResponderEliminarla cosecha fue fructífera, la semilla germinó en tierra buena
besitos y luz
Ojalá fuera siempre así.
EliminarUn beso, Elisa.
Misión cumplida, deben haber sentido los dos. Pequeñas historias grandes verdades. Un abrazo Humberto!
ResponderEliminarPequeñas historias que ojalá existan en la realidad. Me juego a que sí.
EliminarUn abrazo, Dany.
Pues me pasó lo mismo con mi papá que es carpintero y, aun cuando su oficio como el del campesino es bellísimo, quiso para mí y mi hermano la universidad y otro camino diferente al de él. De mi madre y padre, y su humildad, debo todo y todo quisiera devolverles. En fin...suspiro aquí de felicidad. ¡Un abrazo! F.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu anécdota, muestra a las claras que estas historias 'pequeñas' también existen en la vida real.
EliminarUn abrazo.
Humberto..." El campesino "
ResponderEliminarEsto que has publicado llega a lo profundo de mi corazòn.... hay muchos papàs que se sacrifican por el estudio de sus hijos...este lo ha sabido reconocer sin avergonzarse de ser hijo de ese papà campesino... me imagino sus manosssssss
¡¡¡ muy emocionante !!!
un beso
Se iba a llamar 'las manos del campesino', pero eran demasiados datos, un título casi tan extenso como el relato.
EliminarMuchas gracias por tu emoción.
Hermosa historia, en los surcos de sus manos también había sabiduría. Están esos padres, andan por los caminos más nobles de este país tan agredido. También están esos hijos que no se avergüenzan, herederos de la humildad y la sabiduría.
ResponderEliminarComo siempre, un gajo de la realidad, observado y dicho de la manera más linda (y más sabia). Me emocionó, conocí a tus personajes, venían de San Luis. Un abrazo y Feliz Día el domingo, es un lindo homenaje a los papás!
Me alegro que hayas conocido a los personajes, yo no sabía si eran de San Luis, pero imaginé que de la Capital no eran, eso seguro.
EliminarUn beso y muchas gracias.
Muy buen relato de alguien que supo sea agradecido. Pocas veces y una profesión donde hay mucha vanidad. Qué bueno que pasaste al amoroso escondido que también tienes, jejeje.
ResponderEliminarBesazo
¡No sabes lo que me costó, Sara! Pero debo reconocer que hacía mucho que no escribía un texto en el que el final fuera abiertamente (y simplemente) feliz. Y bue...
EliminarUn beso enorme.
Sin duda, un texto bien diferente. Casi una expresión de deseo.
ResponderEliminarNo sé la razón, pero intuyo ecos de que debería haber sido así, pero no lo fue...
Merde. No me hagas caso, esta no es mi mejor semana.
Kisses, milord!
Es tan diferente que no me reconozco, lo leo y lo releo y me parece que lo escribió alguien por mí. Querría saber quién.
EliminarLas cosas no son como debieron haber sido, pero ése es un tema para otros ámbitos.
A big kiss, my BeeBee.
Esa trasposición de verbos, de escritura en el campesino y de siembra en el doctor, logra un perfecto engarce entre estas dos historias llenas de sentimientos humanos (la humildad del padre, el reconocimiento del hijo...). Creo que, fondo aparte, tiene un equilibrio perfecto, tranquilo, sólido. Está tan bien hecha como la relación que retrata.
ResponderEliminarAbrazos
Un análisis de ésos que uno querría que le hicieran de un libro, Susana. Acciones traspuestas: eso me gustó.
EliminarUn beso y muchas gracias.
Humberto:
ResponderEliminarMuchos padres sembraron la semilla del venturoso porvenir en sus vástagos; algunos pocos recogieron frutos en algún hijo, el de la historia -además- recibió el agradecimiento que merecía.
Un sencillo y hermoso homenaje a esa gente, que tanto se sacrifica a diario, para brindar una mejor oportunidad a sus hijos.
Un saludo.
Muchas gracias por este dedicado comentario, Arturo.
EliminarUn fuerte abrazo.
Me encantóooo... en verdad te digo, algo que llega al alma. El campesino lo estoy compartiendo ya mismo. Gracias por tanta ternura en esta entrada...
ResponderEliminarMuchas gracias, Silvana. Una entrada atípica, ya lo dije, pero es bueno explorar otras vertientes.
EliminarGracias por ser siempre tan amable.
las manos y la tierra han sido y seràn siempre òptimos sujetos en la creaciòn literaria y humana. Asì nos lo demuestras con èsta linda historia familiar.
ResponderEliminarun saludo y un abrazo
Blas
Muchas gracias, Blas. Elegí la imagen del muralista Diego Rivera, porque relacioné la historia con México, no sé por qué.
EliminarUn abrazo.
¡Qué preciosidad de relato!
ResponderEliminarUn beso :D
Muchas gracias, Moona, te aseguro que este relato me agarró por sorpresa, así que qué bueno que te haya gustado.
EliminarBesos.
Me ha gustado, Humberto. :D
ResponderEliminarGracias, Iciar.
EliminarUn beso enorme.
Humberto feliz día.
ResponderEliminarSabes que me has hecho emocionar y correr las lágirmas por mis mejillas.
Es un relato precioso, que llena al alma. ¡Cuánta sabiduría en estas manos gastadas por el trabajo del campesino!.
Un abrazo, Montserrat
Frente a las lágrimas mis palabras se detienen, siento que no hay por decir. Bueno, que ojalá hayan sido lágrimas de ternura.
EliminarUn abrazo.
Perfecto! Este es distinto a lo que me tienes acostumbrado.
ResponderEliminarMuestras un escritor que fue al encuentro con un poeta para compartir un relato
Te sigo. Quizás pueda por ósmosis tomar parte de tu genio.
Estas invitado a
"Llantos en las calzadas"
http://nidaeldore.blogspot.com
Un abrazo
Sos exagerado, Daniel, pero acepto con cariño tu halago. Sabes crear textos muy emotivos, mucho mejor que los míos, doy fe.
EliminarUn abrazo.
Precioso y poco habitual.
ResponderEliminarPoco habitual que la vida real nos regale una historia así y poco habitual un texto así en mi blog. Pero hay que variar, si no termina siendo aburrido, ¿no?
EliminarMuchas gracias, María Jesús.
Precioso!! Qué lujo de creador!
ResponderEliminarMuchas gracias, Francesca. Eres una de las personas que hace mucho no visito, hoy paso por allá.
EliminarBesos.
Es espíritu de superación y el reconocimiento agradecido. Una ternura de escrito, Humberto.
ResponderEliminarAbrazos
Muchas gracias, Francisco. Sería tan bueno ver reacciones así siempre.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hoy me has hecho emocionar hasta las lágrimas. Es un relato muy hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo
Espero que hayan sido lágrimas dulces, Alma.
EliminarMuchas gracias.
Si vuelves a pasar por aquí, te pido que me digas cómo puedo acceder a tu blog.
La verdadera sabiduría está en saber leer en el cielo, en la tierra y en las profundidades del agua. En la naturaleza está todo, y el campesino, de una manera innata, lo sabe, no necesita nada más.
ResponderEliminarUn texto con mucha ternura.
Un saludo
Extraña ternura, MJ, no porque yo no lo sea, pero no es mi estilo 'normal'. Como dije anteriormente, siento como si no lo hubiera escrito yo.
EliminarUn saludo.
Emotivo, muy emotivo...cargado de sentimiento y con un gran mensaje. Un abrazo
ResponderEliminarUn escritor escribe lo que ve fuera y dentro de sí, creo que éste es uno de esos casos en los que escribí algo que está más dentro.
EliminarUn abrazo.
Bello, bello, bello... qué más. Me ha encantado, Humberto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me sorprendo una y otra vez con los comentarios, porque este relato (lo confieso) lo subí sin mayores expectativas, más como una prueba de escritura diferente.
EliminarMe alegro.
Un abrazo, Sara.
Humberto, relato que justifica lo que muchos progenitores realizan por sus hijos. Se rompen el lomo para que sus descendientes puedan conseguir aquello que a ellos no se le permitió. El final lo describe muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Muchas gracias, Nicolás, no hay mucho para agregar a lo que muy bien has dicho.
EliminarUn gran abrazo.
Quien siembra en buena tierra y el sudor riega sus campos, siempre recoge frutos. No cabe dudas, su mejor siembra la hizo en su campo, el mejor abono, el amor. Un buen trabajo.
ResponderEliminarAbrazo.
Muchas gracias, Moon, qué importante es donde caiga el producto de lo que hacemos.
EliminarUn beso.
Muy tierno. Y es que ese diploma en parte pertenecen a las arrugas del padre. Cuántos debemos los diplomas al trabajo de nuestros padres, que se esforzaron para darnos una vida mejor... al menos, este era el objetivo.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Sin haber sido campesino, en eso debo reconocer que mi padre me ayudó mucho cuando quise estudiar. Más allá de que era una persona de piel muy dura, metafóricamente hablando.
EliminarUn abrazo, David.
Es muy hermoso ver que haya logrado sus sueños, las personas que reciben el mundo de una manera tan difícil pasan gran parte de sus horas de duro trabajo sumergidos en sueños y en la difícil tarea de pensar que quizás no pueden lograrlo, por eso sus hijos son la esperanza de cambio, de una mejor vida y muy planificada.
ResponderEliminar¿Crees que vuelvan épocas así?
EliminarBueno, tal vez no desde el campo, pero un padre puede muy bien intentar cumplir el sueño de su hijo desde las grandes urbes.
Un fuerte abrazo.
Un buen hijo, no muchos son capaces de reaccionar así y parecen olvidar a quien han de dar las gracias.
ResponderEliminarMe alegro por los dos, mucho.
Un cuento muy tierno.
Y los dos fueron felices... hasta que en la próxima entrada, ese maligno Humberto les haga algún daño ;)
EliminarMuchas gracias, Luisa.
Oh! I cried.....:D Such beautiful gratitude for the person that made him whole :D XXX
ResponderEliminarI wish I'd had a father like this, Gina, but I can fix it being myself a good father!
EliminarCheers.
...and as I still pay respect to my good father every day(even though he died several years ago), so will your children honour and respect you :D
EliminarHope so!
EliminarHermoso relato que deja entrever una sensibilidad poco corriente hoy en día y tan necesaria para la vida. Nos hemos olvidado por completo de la palabra, ternura. Quizá porque somos demasiado prácticos y tendemos a quitarnos de encima todo lo que pensamos que nos sobra; terrible equivocación que se terminará pagando.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Tuve que hacer un ejercicio de imaginación: apagué las luces, encendí algunas velas, tomé un libro de Víctor Hugo, leí una páginas y después escribí 'campesinos'. Menos mal que VH no puede venir a reclamarme, ¿no? ;)
EliminarUn abrazo, Carlos.
Qué lindo, Humberto! La sensibilidad de un campesino con sus rudas manos. Y me encanta la primera frase, que es tal que así. Donde yo vivo hay mucha gente de campo que leen las nubes y no necesitan al hombre del tiempo para nada.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Qué suerte tienes de poder verlos, yo hace años que no veo una persona real así. Bueno, no en vivo.
EliminarUn beso, Anita.
Está perfectamente claro que de la universal Escuela de Vida dimana dimana toda la sabiduría.
ResponderEliminarLos lápices, cuadernos, libros...no son sino instrumentos que no siempre conducen a un diploma.
("Ahí está, atenta y discreta, la fertilidad de la Tierra, esperando el abono de los Sabios")
Ambos muy bien, padre e hijo.
Fuerte abrazo, Humberto
Gracias por el agregado que embellece el texto, Pilar.
EliminarUn fuerte abrazo.
Dios! Me has conmovido. Un nudo en la garganta que me estorba casi para escribir. Qué relación tan hermosa y justa.
ResponderEliminarUn beso, Humberto.
¡Y eso que eres 'Petra'! ;)
EliminarMuchas gracias por la visita.
Conozco a analfabetos sabios y a diplomados ignorantes. La vida es la principal fuente de sabiduría. Mucha gente entra en la universidad, pero la universidad no entra en ellos. Muy buen relato, como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Dímelo a mí, que compartí muchos años de hospital y clínica con diplomados ignorantes. ¡Si la gente que se atendía hubiera sabido!
EliminarUn abrazo.
ha ce muchos años me enseñaron que no hay una profesión más noble que otra, todas son igual de nobles cuando se actúa con rectitud de intención y se pone amor a Dios.
ResponderEliminarUn abrazo
Amor es la palabra que mejor define todo esto, poner amor en lo que uno hace, eso se nota.
EliminarUn abrazo, Icue.
Siempre lo he pensado, lo que diferencia a la persona que ha cursado estudios de la que no lo ha hecho ni siquiera es el nivel de conocimientos, sino un estadio de vitalidad y confianza en sí mismo.
ResponderEliminarMe apasionó tu forma, el enfoque, ese depositar del título a recaudo de un mar.
Besos a tu corazón.
Muchas gracias, Gabriela.
EliminarEs así de cierto, la confianza en uno mismo obra milagros, si a eso le sumas ganas, fuerza, el camino está prácticamente ganado, sólo falta el factor suerte.
Otros besos.
Fucking Awesome!! Un clásico ejemplo de Less is More. Va al archivo de Mejores Cuentos.
ResponderEliminarUsted me sorprende, Ato. Evidentemente no lo conozco... o muestra una faceta y esconde al tierno. Bueno, en su última entrada lo deja entrever, por eso me abrí así. (no tome esta última figura literaria como literal).
EliminarUn abrazo.
Soy un lobo con piel de cordero o cordero con piel de lobo, ya no recuerdo, pero soy pisciano, so anything is possible y quédese tranquilo, cuando digo anything, no me refiero a eso...:-)
EliminarMenos mal que soy hombre, y hetero, jeje.
EliminarUauuu pero que bonito!!, va derecho al corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Lur.
EliminarUn gran cariño.
Más saben de la vida sabiendo observar y leer en la naturaleza, que muchas escuelas de textos enquilosados en décadas.
ResponderEliminarLo más sano sería que cada uno hiciera bien lo que le corresponde, pero para eso hay que amar lo que uno hace.
EliminarYo amo escribir y mi mejores frutos son estas palabras que dejan en este espacio.
Un abrazo, Sergio.
A veces la verdad y las cosas bellas se encuentran en un mismo texto. A veces las cosas bellas y la verdad no están reñidas. He aquí un ejemplo.
ResponderEliminarBesos payasos.
Depende de nosotros, como escritores, digo. Darle un descanso de tanta desgracia y desencuentro a los personajes.
EliminarUn abrazo.
El Mayor diploma es la abnegación, la sabiduria de la experiencia y el cariño compartido.
ResponderEliminarPrecioso Relato de un hombre que ha luchado en esta vida sin pausa y el agradecimiento de su hijo con el orgullo de tener a un Padre así.
Me ha encantado.
Un saludo, Humberto.
Otro de los comentarios que no necesitan un metacomentario.
EliminarGracias, Pedro.
Quizá, nuestro lenguaje "formal" esté demasiado valorado. Cuando esos otros lenguajes, tatuados a sangre, sudor y lágrimas, dicen mucho más. Un abrazo, y precioso.
ResponderEliminarClaro que son valiosos, una vez me perdí en el medio de una selva en Brasil y me salvó ver la posición del sol. Ahí sí que no habría podido hacer nada con el lápiz y el papel.
EliminarUn abrazo, muchas gracias.
... Y luego llegaron unos zombies y se comieron a los maestros....
ResponderEliminarQue raro que sea un relato embarrado de ternura. Quién eres?
PD. No pude evitar decir "aaaaaahhhhh"
Bueno, es que hace mucho que no hablamos, mi blog extraña su blog-novia y pasan estas cosas ;)
EliminarBesos.
Cuantos campesinos habrán estado en esa situación hasta no hace mucho tiempo!
ResponderEliminarAunque su escuela era la vida del campo, donde aprendieron todo lo que eran, ellos dieron a sus hijos la oportunidad de hacer lo que ellos no pudieron.
Tu relato, aun siendo imaginario, se me hace muy real, pues estas situaciones se han dado en la realidad.
Me encanta esta historia, sobre todo la ternura y cariño que muestra el hijo y la forma de responderle.
Un beso
Gracias por este comentario tan esmerado, Uxue.
EliminarUn beso enorme.
Me encanta tu sensibilidad, hoy has hecho que se me salten las lágrimas.
ResponderEliminarPrecioso final.
Un beso.
Como ya dije, si son lágrimas de emoción alegre, entonces me alegro.
EliminarUn beso, Tracy.
Me ha llegado al corazón, entrañable tu narración.
ResponderEliminarMuchas veces he pensado que la sabiduría de los campesino la encuentran en los surcos del arado, porque he conocido personas, que toda la vida han vivido en, y del campo y tienen un saber muy por encima de personas que incluso han recibido una enseñanza aceptable, y me pregunto ¿de donde aprenden tanta sabiduría, quien apenas ha sabido leer y escribir, ni ha tenido posibilidad de escolarizarse?
Siento un enorme respeto por el sacrificado campesino.
Además de genial tu narración, es una magnífica enseñanza.
Besos Humberto.
No sólo no quiero, sino que no debo agregar nada más a tu comentario, sólo agradecer tu sensibilidad, Lore.
EliminarUn beso enorme.
Me emocionó este relato corto :)
ResponderEliminarEl padre había puesto ya semillas de humanidad y amor en el corazón del hijo.
Y eso no se adquiere en un aula.
Abrazos
En ninguna aula, Verónica.
EliminarUn beso enorme.
Es más, los títulos a veces esconden ignorantes, ignorantes titulados.
ResponderEliminarUn beso.
La sabiduría de unas manos que han labrado la Tierra es impagable, por eso me encanta observarla en las de mi abuela.
ResponderEliminarUn beso.
Deben ser muy bellas, sin dudas.
EliminarMuchas gracias y un beso.
¡Conmovedor! Un corto distinto, lleno de humanidad y con un final que toca el corazón. Entrañable.
ResponderEliminarTe noto más viejo después de esta entrada.
Saludos.
Uh, voy a tener que escribir las pavadas de siempre, no sea cosa de que me vuelva anciano antes de tiempo ;)
EliminarHablando en serio, uno crece que ciertas palabras.
Muchas gracias, José Luis.
Hoy has mostrado una cara diferente Humberto, me voy conmovida, muchas gracias!!
ResponderEliminarUn besote.
Sabri!!
Hoy mostré la cara oculta de mi luna.
EliminarUn beso, Sabri.
Usted puede hacer lo que le apetece, Dib, tiene arte, talento y carisma, que más??
ResponderEliminarMarina
Bueno, Marina, no creas que es tan fácil, este texto me sacó me costó horrores. Igual te agradezco tu confianza.
EliminarUn beso.
Me ha encantado este micro, sobre todo el final. Perfecto.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, MJ, me alegra muchísimo que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Que tierno, Humberto, después de leer "PORQUERÍAS" no puedo creer que seas el mismo. Wow. Besos.
ResponderEliminarY... soy bastante ambivalente, como todo ser humano, jeje.
EliminarUn beso, Lula.
Precioso y emotivo relato Humberto.
ResponderEliminarUn hijo agradecido, un hombre de trabajo, un padre orgulloso y mas orgulloso el hijo.
Un beso.
Y todos felices. ¿Por qué no será siempre así?
EliminarUn beso.
¿Quién de los dos está más orgulloso del otro? Un relato lleno de ternura. Tu anciano protagonista me ha hecho recordar a otro de un poema mío. Con te permiso te lo dejo, pero puedes borrarlo si te parece extenso. Y gracias por tu opinión, que vale mucho viniendo de un maestro del relato como tú.
ResponderEliminarREFLEJOS DEL PASADO
Te veo cada día
en esta habitación sin luz,
y hasta hoy no me he atrevido
a preguntar... ¿quién eres tú?
Me recuerdas a un joven
que conocí hace tiempo.
Tu cara es como una tierra parda,
labrada por manos torpes,
que temblorosas describieron
los surcos de un mañana...
Hoy anciano agricultor,
almacenas las frutas cosechadas...
la prudencia, la sapiencia, y el dolor.
Erosiones en tu semblante de añoranzas perdidas.
Corrosiones en tu alma de desdichas vividas.
Soledades en búsqueda de esperanza,
hicieron tu cruzada baldía y austera.
Madrugadas de oscura bruma,
torturaron tus hinchadas ojeras.
Imagen encendida a la luz del olvido,
sombra de un cuerpo recto
que un día fue abatido.
Y al mirar esos ojos de niño,
retorno a un pasado que he vivido...
y siento de repente los surcos espantados
en una mueca de horror,
al descubrir en tus iris,
que ese viejo... soy yo.
Un beso.
No voy a borrar nada, Teresa, muy por el contrario, gracias por dejar esta parte de tu talento aquí.
EliminarEs muy emotivo, indudablemente son escritos unidos por una idea en común.
Muchas gracias por compartirlo. Nunca lo digo, pero este espacio es para dejar los que les apetezca.
Simply wonderful my friend...
ResponderEliminarBeautiful...!
: )
Thank you, you're very kind!
EliminarCheers
La elegancia de lo simple.
ResponderEliminarAbrazos Humberto
¡Muchas gracias, Mei!
EliminarUn abrazo.
Querido Humberto, este texto, en particular me toca. La historia es bella y corta, lo que es dos veces buena. Además tiene algo que la literatura de los blog se ha negado a explotar y son las historias del campo. Confieso que soy campesino y tengo el alma empedrada. Gracias por recordarme mi historia.
ResponderEliminarMuy cierto, Juan Camilo, sucede que el campo 'no vende', pero es un terreno (valga la alegoría tan literal) muy rico.
EliminarNada que agradecer, amigo.
Un fuerte abrazo a la gente de campo.
Has tocado nuevamente al surco de mi alma con palabras inmunes al otoño. Me hace bien saberte sensible sembrador de idea.
ResponderEliminarMuchas gracias, Eli, hermosas las palabras que dejas aquí.
EliminarUn beso.
La sabiduría natural del padre pudo volver a florecer en su hijo.
ResponderEliminarOjalá que le hijo repita la historia, allá, en el terreno de las fantasías.
EliminarUn abrazo.
Ya no puedo decir sorprendente!!! cada una de tus publicaciones me deja un mensaje tan amplio, tan profundo que quedo por un rato entre la realidad y eso que esta mas alla que aun o se que es.
ResponderEliminarGracias por tanta ficcion, gracias por tanta realidad. Maricel
Un comentario que me llega, Maricel. Te lo agradezco de corazón.
EliminarUn beso.
En lo simple habita lo bello y la más genuina complejidad.
ResponderEliminarMuchos cariños.
Eleonora.
Gracias, Eleonora, así de simple y complejo.
EliminarUn beso.
Entrañable... así, sin más HUMBERTO, emocionantemente entrañable.
ResponderEliminarLa ternura de un hijo agradecido que no se dejó obnubilar por un título, ni por la tontería que a veces gira entorno a ellos. Sin olvidar sus raíces, sintiéndose orgulloso delante de todos de ellas.
La grandeza de ese padre que sin saber, seguramente supo más que muchos que supuestamente saben.
Un beso grande, mi querido escritor y ... ¡¡feliz finde!!
Muchas gracias, María, tus palabras se sienten como caricias, siempre.
EliminarUn beso y buen fin de semana.
He sentido escalofrío al leerte, por los recuerdos, mi Abuelo fue hombre de campo y revolución sus manos marcaron nuestro destino.
ResponderEliminarUn Abrazo Humberto.
En general nuestros antecesores marcan nuestro destino, por más que intentemos escapar. A veces para bien, a veces para mal.
EliminarUn beso.
Sin ser maestro supo darle una educación en valores a su hijo. El gesto del hijo le honra.
ResponderEliminarUn relato conmovedor que me ha calado en lo más hondo de mi alma de madre.
Besos Calados.
Si caló en alma de madre, ya la entrada se ganó el paraíso.
EliminarMuchas gracias.
Humberto, me ha parecido precioso. Me ha encantado leerlo, porque me he acordado mucho de mi padre y de mi madre, a quienes les debo todo. Gracias amigo. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Me alegro que te haya traído recuerdos, Pepe.
EliminarUn fuerte abrazo.
Buen relato. Realmente bueno.
ResponderEliminarEmotivo, casi.
Un abrazo.
Me encantó tu 'casi', Gaucho. Hay ciertos comentarios que me ponen de buen humor.
EliminarUn abrazo.
Un maravilloso relato, el que leí...sumamente conmovedor, impregnado de exquisitos valores y mucho amor....Realmente , muy sentido...¡ Vaya, entonces mis felicitaciones...!! y permítame el agregado , de algo que encontré :
ResponderEliminar"....Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro
en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios
pues el mundo está lleno de engaños,
mas no dejes que esto te vuelva ciego
para la virtud que existe.
Hay muchas personas que se esfuerzan
por alcanzar nobles ideales.
La vida está llena de heroísmo.
Sé sincero contigo mismo,
en especial no finjas el afecto.
Y no seas cínico en el amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba...."
de 'Desiderata' ( fragmento)
¡ Gracias, por esta noble lectura, Sr. escritor....muchísimas gracias !!!!
Mariana.
Hermoso trecho de Max Ehrmann, Mariana, es un placer que lo hayas dejado aquí.
EliminarUn beso enorme y gracias por tu amable visita
Me emocioné, te lo juro. Gracias por este momento!
ResponderEliminarStefi
Eh... no sé qué decirte, Stefi, espero que haya sido bueno.
EliminarUn beso.
Mis papás eran muy humildes, trabajaban con las manos no con la cabeza, por eso me gustó este relato porque una se identifica con esas dos bellas personas que has creado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana, Humber!
Me llamó la atención eso de 'crear personas', porque uno termina creyendo que lo son y no, son sólo personajes.
EliminarSea como fuere, uno se identifica, eso es verdad.
Muchas gracias.
Inmenso relato. "La terra sempre torna a la terra" (La tierra siempre vuelve a la tierra) como dicen -perdón por la redundáncia- en mi tierra. Abrazos. Borgo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Borgo, en tu tierra saben de qué se trata todo esto.
EliminarUn abrazo.
This is wonderful Humberto!
ResponderEliminarSending you wishes for a fantastic weekend.
Thank you, Lisa. Happy weekend 4 U 2!
EliminarQue belleza Humberto.
ResponderEliminarCuando se siembra amor la cosecha es generosa y abundante.
Besitos.
Muchas gracias, Adriana.
EliminarUn beso enorme.
Mis ojos han cristalizado de lágrimas con tu corto relato! Gracias Humberto
ResponderEliminarGracias a ti por dejar esta emoción.
EliminarUn beso.
para alguien que ha dicho que no escribe poesia, este es un relato de corte sumamente poetico, como poeticos eran por ejemplo, mucho de los trabajos de cortazar.
ResponderEliminarMuy Bueno, me encanto.
perdon por la ausencia de tildes, se trata de un problema de configuracion de mi equipo que estoy solucionando.
Sí, Paula, soy pésimo escribiendo poesía, si este texto tiene algo de poético es pura casualidad.
EliminarUn beso.
No hay pureza ni relicario más sagrado donde depositar un título que en las manos de ese humilde padre.
ResponderEliminarSaludos.
Así de cierto, Jorge.
EliminarUn fuerte abrazo.
Por relatos así, uno sabe que no puede dejar de amar la literatura.
ResponderEliminarYa hace que el tiempo no vuelca mis ojos en tus letras, pero sigo encontrándome migas por el camino; hoy me decidí a recogerlas, y qué alegría, Hum, qué alegría.
Una preciosidad, no sólo por la emotividad de la historia, sino por lo bien que cuidas las palabras.
Te mando enorme abrazo.
Uno viene cuando puede, Yo, a mí me pasa que hace meses que no visito a gente amiga, no te preocupes.
EliminarMuchas gracias por tus hermosas palabras, un abrazo.
¡Hola! reconocer de donde venimos, agradecer a quien nos dio la oportunidad de llegar habla del corazón de las personas.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso
Reconocer, agradecer, retribuir, qué bueno sería todo así.
EliminarUn beso, Alondra.
Simples, profundo e comeovente, assim percebo este conto, que de uma forma ou outra, me faz lembrar meu pai,na minha formatura, vendo seu o primeiro filho "dr", ele que trabalhoU desde menino numa Olaria.
ResponderEliminarPS. Meu respeito e meu sempre imenso abraço.
PS2. Meu último post tem um título inspirado em uma resposta de um comentário em teu blog, se puderes dar uma olhada...
Muito obrigado, Jair!
EliminarClaro, ainda hoje vou te visitar.
Um forte abraço.
Humberto: Al leer esto tan hermoso, siento un orgullo especial, tal vez sea porque te siento como si fueses parte de mi familia y te haya inculcado estos buenos sentimientos.
ResponderEliminarQue nada haga que cambies.
Un maternal beso: Doña Ku
Es muy especial lo que me dices, alguien a quien no conozco personalmente me considera parte de su familia: qué honor.
EliminarQuerría cambiar, hay cosas que puedo mejorar, sin dudas.
Un beso enorme.
Gesto honrado el del niño, al reconocer a su padre como principal patrocinador de su titulación....A saber cuántas veces castigó ese padre al hijo, hasta que aprendió a estudiar. No todo es tan bonito como nos lo pintan. Detrás de cada ascenso hay muchas horas de esfuerzo, privaciones y sufrimiento.
ResponderEliminarÉse es el lado B de la historia, me gusta cuando aparece, tal vez lo escriba.
EliminarUn abrazo, Tío Antonio.
Hola Humberto,La gran mayoria de los titulados,son como el hijo del campesino:solo que son hijos de alvañiles,de carpinteros de mecanicos ETC.
ResponderEliminarTu historia,llega al alma,porque la saviduria, no solo esta en manos de los potentados,y dirigentes,sino tambien en manos de un labrador.Un abrazo
¿Quién tiene mayor autoridad que tú para decir esto, Julio?
EliminarMe inclino ante tu sabiduría.
Un abrazo.
En tu blog cobijas vidas, dedicas atenciones por doquier y Atesoras sentires verdaderos y muy profundo creando una familía.
ResponderEliminarEllo es un trabajo con mayúscula de tu parte.
Gracias por hacer lo que haces, y felicitaciones por tu cosecha propia
Dejo mi huella
dciendo:
Ha querido propiciar mi destino
Encontrarte en mi camino
A través de un espacio singular,
Dónde anidan gentes sabias,
Inteligentes, con dones,
Alegres, vitales, generosas,
Solidarias,
Que hacen un culto
De la amistad.
Por ello quiero
Dejar en mi huella
Un cofre con cariño
Para cuando nadie te abrace.
Mi mano extendida
Para cuando no tengas apoyo.
Mi mirar
Para cuando no puedas ver.
Y mi amistad verdadera
Cuando el horizonte
Se presente nublado.
Porque hoy decidí
Dejar mi huella
Con abrazo a puro sentir
Y celebrar en paseos
La amistad
En agradecimientos
De habernos encontrado
Con promesa de estar!
Dejo mi huella
Junto a una invitación
A mis blogs
Dónde te esperan
Decires y Premios
Poemas Y Reflexiones,
Arte y Recetas
Y un Mate
Criollo Y Compañero
Como símbolo de amistad.
Un Cariño
Tuya
María del Carmen
www.panconsusurros.blogspot.com
Y de ahí a viajar por mis otros blogs.
Gmariadelcarmen28@yahoo.com.ar
Muchas gracias por tus palabras, María del Carmen, desde el inicio hasta esos versos magnífico, no hubo desperdicio.
EliminarMe encantaría que fuera así, que aquí se reuniera una suerte de familia. Algunos amigos son como de la familia, otros pasan y dejan su marca o no, pero todos importan.
Un beso enorme.
Que bello relato, me encanta la manera en que manejas las palabras :)
ResponderEliminarUna muy bonita historia, no hay nada mas gratificante que recibir el orgullo de nuestros padres...
Muchos besos!
Fabi
Muchas gracias, Fabiana, por el halago y por los besos ;)
EliminarOtros besos.
No olvidaré esta hermosa historia.
ResponderEliminarNo me llegan tus notificaciones a mi correo.
Es extraño, no debo tener tu mail, pues los atormento a todos con los avisos de actualización. Si ves este comentario, déjame el mail.
EliminarMuchas gracias.
Es conmovedor, existen campesinos que pueden considerarse analfabetos, pero pueden llegar a sorprendernos mucho, realmente son muy sabios...
ResponderEliminarBesos mentales.
Ni lo dudes, conocí a mucha gente que, sin títulos, me enseño a vivir.
EliminarBesos de los que quieras.