Un sonido agudo (como de gotas metálicas) llega a mis oídos sin ningún obstáculo, mientras que la luz de la mañana invade el cuarto y me abre
los párpados contra mi voluntad. Dos voces masculinas se escabullen por entre los
bips y -poco a poco- van construyendo una realidad en la que los murmullos se vuelven
palabras y se encadenan en un idioma que ahora reconozco. Entonces aguzo el
oído y escucho “alguien debe decírselo”, pero una punzada debajo de la rodilla me desconcentra y ya
no entiendo nada más. Cuando intento llevar las manos hacia allí, noto que tengo los
brazos escayolados y que no alcanzo a tocarme. Entonces miró alrededor y se desvenda la
obviedad: estoy en un cuarto de hospital. El único sonido que percibo es ese maldito pitido que se acelera como si escoltase la llegada de la verdad.
No recuerdo qué sucedió y ruego que nada me lo haga recordar, sin embargo, un fuerte dolor
en el pie izquierdo me traiciona y hace que varias imágenes se derrumben sobre
mi cabeza y me lleven hasta la escena en la que tres bomberos me cortan
las piernas para sacarme de la cabina del auto. No, por favor. Tengo que levantarme y
caminar y abrir la ventana y respirar aire fresco y detener ese maldito sonido,
ahora llano, que sentencia mi destino. Finalmente, decido que lo mejor es quedarme inmóvil en la
cama, volver a cerrar los ojos y suplicar que el verdadero despertar no tarde
en llegar. El pitido ya no me molesta.
Estimados amigos:
ResponderEliminarMuchas gracias por las visitas y comentarios para “Paralelismo”.
“Como gotas metálicas” es un texto que ya fue subido -bastante diferente y con otro nombre- en el blog que comparto con mis dos colegas Hombre de Alabama y Sucede: Tres de un par perfecto. Aprovecho para decirles que no se olviden de ese espacio, los tres asumimos la responsabilidad de no actualizarlo como es debido. Una lástima.
Un fuerte abrazo y -otra vez- muchas gracias.
Humberto.
es un poco fuerte,pero es una realidad,el no querer despertar a la cruda verdad
ResponderEliminarun abrazo
Y más cuando la cruda verdad no sea que sólo te faltan las piernas, sino que estás muerto.
EliminarUn abrazo, Horacio.
uf... tan bien contado Humberto.
ResponderEliminarMe gusto mucho.
Un abrazo grande =)
Muchas gracias, Cori.
EliminarUn beso.
AUSHHHHH, ESO FUE CÓMO ESTAR ENTERRADO VIVO. ALTERA SU TEXTO BROTHER.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Es verdad, se parece bastante... digo yo que nunca estuve enterrado ;)
EliminarUn abrazo.
A mí me transmite desesperación. Terrible obra de arte.
ResponderEliminarUn abrazo
Debe ser bastante desesperante, James.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
me temo que el verdadero terror se dará al volver a despertar... saludos.
ResponderEliminar¿Qué despertar? Es raro todo esto.
EliminarUn saludo, Draco.
A veces no quiero ver la realidad.
ResponderEliminarNo se ustedes, pero yo prefiero no ver algunas cosas de este puto mundo.
Un abrazo.
Bueno, hay algunas cosas que nadie querría ver, principalmente si de cuestiones sociales hablamos... Pero esto es puro cuento, lo mío, digo.
EliminarUn abrazo.
Você está tendo um pesadelo de um sonho. E vai tardar a acordar porque o pesadelo não deixa o sonho se esfumar. Será que entendi?
ResponderEliminarTerá que lutar contra e fazer um esforço para se levantar e não voltar a deitar porque senão tudo volta outra vez e o piiii volta outra vez.
Agora vou-me deitar e vou sonhar como todas as noites. Espero não ter pesadelos.
Beijinhos Humberto.
No melhor dos casos é um pesadelo, minha querida, quem sabe qual a verdade, eu é que não sei!
EliminarBeijos.
Hola Humberto, es cierto que yo tampoco abriría los ojos para sentir y ver qué cosas; pero la realidad es una y es que el presente nos acecha y hay que asumirlo tal cual nos toca.
ResponderEliminarUn texto crudo y real, pero que espero y deseo que sea fruto de la imaginación y no sea realidad.
Abrazos. Rosa.
Es fruto de la imaginación, querida Rosa Mª, como todo lo que aquí escribo.
EliminarUn beso y muchas gracias.
Hola Humberto!!
ResponderEliminarLa cruda realidad!! a veces es tan horrible! el impacto inicial no se lo quita nadie,luego llegará la indignación, desesperación, la impaciencia, el odio y la resignación.
De momento cierra los ojos...a lo mejor es un sueño...!
Excelente, amigo mío,de nuevo lo has bordado!!!!
Un fuerte abrazo!!
Uno apenas puede imaginarse lo que pase por esa cabeza, la realidad supera cualquier palabra que aquí pueda escribir.
EliminarMuchas gracias, eres muy amable, una de las personas más esperadas cada semana.
Besos.
No quisiera despertar así. Me corrijo sabiéndome así no quisiera despertar.
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Es el mínimo derecho que debería tener una persona, ¿no?
EliminarUn abrazo, Daniel.
Uffffffffffff, me aceleró el pulso. Será sueño??? Mejor que lo sea...Un abrazo.
ResponderEliminarMorir, dormir... dormir. ¿Soñar acaso?
EliminarUn abrazo.
Pero quien lo sabe realmente Humberto? Cuando el pitido se hace llano y no molesta....quizá despertemos en otro lugar.
ResponderEliminarHoy me salió un comentario esperanzador.!
Muy bueno, realmente.!
Abrazo
Despertarse 'en otro lugar' a despertarse sin piernas, no sabría qué elegir, uf.
EliminarUn abrazo, Dany.
Me parece perfecto que lo re-subas, para poder disfrutarlo como caída de gotas en la realidad, en el dolor que golpea por momentos en que deseamos que todo sea solo un paso por el mundo de los sueños. Un rato delicioso siempre para la imaginación tus letras.
ResponderEliminarUn beso siempre, Humberto.
Muchas gracias por estar siempre en este espacio y sostener, como en este caso, mis más extrañas fantasías. Bueno, no tan extraña esta vez.
EliminarUn beso.
Buen manejo de la tensión...golpea eso de intentar volver a dormirse y despertarse de otro sueño...que no sea el de las piernas mutiladas. Grato leerlo, parce. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos Augusto. Despertarse sería lo mejor, pero ni te imaginas lo que tengo reservado para su 'realidad'.
EliminarUn abrazo.
De lo más intenso y de película que has escrito.
ResponderEliminarSaludos
David
El año pasado estuve a punto de comenzar a estudiar guión para cine, pero no me dio el tiempo. Es una cuenta pendiente.
EliminarGracias, David.
voy a leer todo lo que no he leído en este tiempo en su blog, solo porque no quiero perdermelo. solo debo des embalurdar esta vida que me alcanza.
ResponderEliminarhoy he leído esto sin respirar y me ha dado como un repeluz. alguien me avisará que he muerto? porque no quiero despertarme sin piernas!
sabe qué me gusta de acá, además? esa sombra de la historia que usté destiende en los comentarios. esa bruma que hace mirar por sobre el hombro.
un abrazo
Bueno, muchas gracias, puedes leer lo que quieras, será un honor.
EliminarEn muchos casos, los comentarios son una prolongación del texto, para el lado de la luz o de la sombra, eso no importa demasiado.
Un abrazo.
Humberto..." Como de gotas metàlicas "
ResponderEliminarHa sido una pesadilla, es como dices... que el verdadero despertar no tarde en llegar... contrapueso a esto en un despertar, lamentarse porque lo bello era solamente un sueño.
¡¡ terrible !!
un beso
Una vez, hace mucho, mi novia de aquel momento me encontró con otra en la cama mientras estábamos durmiendo ya. Es lo más cerca que estuve de querer que todo fuera una pesadilla, ¡por favor! ;)
EliminarUn beso, Doris.
Qué momento, Dib !
EliminarSuerte que saliste ileso para que hoy podamos disfrutarte entero! (muy desprolijo lo suyo, he de admitir, jaja).
Las casi tres semanas lloviendo de corrido, sintiendo la lluvia en la ventana al despertarme (como gotas metálicas) para tener que trabajar en la calle y mojarme-secarme-mojarme-secarme el resto de la jornada estaban llevándome a ese estado crítico de no querer levantarme y asumir la realidad por las mañanas.
Adoro la lluvia pero en estos últimos días he puesto en mi mente su sonido en off cada vez que me calzo las botas.
Hoy salió el sol.
Fue hace mucho, Romina (viste que eso se usa mucho como justificación), así que prescribió. Esta pequeña anécdota fue para 'desdramatizar' el texto ;)
EliminarMe imagino, aquí estamos iguales, no te digo que ya somos peces, pero ranas sería una buena opción.
Que siempre salga el sol.
Besos.
Hay que terrible es la realidad a veces.
ResponderEliminarCariños Humberto y me puse muy contenta que hayas visitado mi blog personal.Un honor.
Cuando puedo, te visito, María, eres una persona que está aquí desde hace mucho tiempo, ojalá pudiera hacerlo con más asiduidad.
EliminarGracias a ti, el honor es mío.
Un beso.
algo asi como asfixia
ResponderEliminarEs verdad, falta un poco el aire, abramos las ventanas.
EliminarUn abrazo.
Éste relato, con rasgo de intensos temores comunes que la mayoría cargamos, el miedo a quedar mutilado; dibuja en nuestro disco duro de la mente, la forma en que estamos identificados con nuestro cuerpo. Casi no podemos concebirnos con falta de alguna parte del mismo. Vargas Llosa lo ilustró en aquella novela "Los cachorros", en la cual el protagonista pierde sus genitales al serle arrancados por un perro, y de ahí cae en una espiral descendiente que lo lleva al suicidio. Gran resolución el salto de sueño para escapar una pesadilla. Gran perspectiva de profundización con una mirada hacia la frontera del último misterio. La muerte. Que para alguien tan destruído puede resultar una fuga tan desesperada que lo lance a lo desconocido del ignoto final.
ResponderEliminarEs un cuento fino con enormes recursos sensoriales, una joya para un filmador.
Muchas gracias por tu dedicado e interesante comentario, Carlos. Mi imaginación va hasta donde has leído, pero creo que me quedo muy corto con lo que debe sentir la persona que lo padece en serio.
EliminarUn fuerte abrazo.
Terrible realidad!!!! Un abrazo
ResponderEliminarNo lo puedo negar, pensé en los que beben antes de conducir cuando lo escribí. Terrible en serio.
EliminarUn abrazo.
Me he sentido agobiado, pero es una realidad cotidiana aunque nunca esperemos vivirla. Gran tensión en pocas palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marcos.
EliminarUn fuerte abrazo.
El despertar, el momento crucial ¿Despertará Johnny, el que cogió su fusil? Muy buen relato como siempre y además inquietante. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarJohnny no sé, éste creo que va a despertar en ese extraño territorio de donde nunca retorna el viajero.
EliminarUn abrazo, Borgo.
¡Que fuerte relaro Humberto, pero que bueno eres! Ya tenía preparadas la bata y la cofia, para correr a tu lado y asistirte...Ufffffff que duro, pero que alivio al despertar.
ResponderEliminarY sigo a mi trabajo, de prisa. Buenos días.
Un besote.
Un beso, Lore, gracias por abrir un espacio dentro de tus ocupaciones para leerme. En tu versión hay despertar, es un punto para ese equipo ;)
EliminarDuro pero... verdad para algunos, verdad para asumir, para vivir con ella.
ResponderEliminarAsumir algo así debe costar la vida que le resta, me imagino. Así y todo, no sé si se logre.
EliminarUn abrazo.
Consigues crear una sensación de angustia entre el goteo de suero y los recuerdos que aparecen así, como gotas metálicas. Ojalá fuera una pesadilla, pero dicen que en los sueños no se siente dolor...
ResponderEliminarUn abrazo
Es un misterio hasta para mí, Anita. Bien lo sabes, un escritor tiene sus limitaciones, coloca al personaje en una situación y luego se desentiende.
EliminarUn fuerte abrazo.
Jolín, cada día te superas, la verdad es que tienes una capacidad admirable para desarrollar temas, no sólo variables, si no sorprendentes.
ResponderEliminarUn besote.
Muchas gracias, Odry, valoro cada letra que dejas aquí.
EliminarUn beso.
Duro, pero real relato, y con un final, que probablemente, has dado como el mejor posible desde tu propia óptica. Yo hubiera elegido el mismo. Es la suerte del escritor cuando escribe en 3ª persona, es omniscente, casi un dios.
ResponderEliminarUn abrazo, hermano.
Me alegra que pudiéramos coincidir en el final, Carlos.
EliminarLos escritores dioses, pero ¿quién será nuestro Dios y qué hará de nosotros? Espero que sea piadoso.
Un abrazo.
¡Bravo por esas dos gotas, gotas que rebosan del vaso de lo imaginado!
ResponderEliminarUn abrazo
¿Eran dos? No me di cuenta, es que hay tantos números en este relato.
EliminarUn fuerte abrazo, Francisco.
Dura realidad para todo aquel que sufre una situación similar.
ResponderEliminarUn abrazo
Así de cierto, MJ, muchas gracias por pasar.
EliminarUn abrazo.
Fantástico Humberto!! Se iba colando dentro esa angustia por no saber, esa angustia por la verdad, por el recuerdo...Muy bueno!!! Fantástico todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Tegala. Produce angustia, sin dudas.
EliminarUn abrazo.
Duro, Humberto, pero no por ello deja de ser cercano. Por desgracia hay muchos casos así. Te confieso que, narrado de otra forma, me hubiese parado nada más captar la historia, pero tu manera de escribir me ha atrapado desde la primera línea.
ResponderEliminar¡Feliz miércoles!
Te mando un abrazo enorme.
Mira qué sorpresa, no me habría imaginado que no pudieras seguir si es fuerte un relato.
EliminarTe agradezco, entonces, por llegar al final.
Un abrazo.
Que duro, debe ser tan o mas terrible estar en una situación así
ResponderEliminarComo siempre, magnifico
Un beso
Yo creo que nuestra imaginación es pobre para recrear una situación así.
EliminarUn beso, querida amiga.
No tener las piernas y sentirlas todavía...desesperante, agobia sólo de pensarlo. Desear cerrar los ojos y que los nuevos pitidos sean los de tu despertador, anunciando un nuevo día rutinario en el que usar las dos piernas.
ResponderEliminarBesos señor Humberto, feliz semana. Te espero en mi blog, a ver que opinas de mi última entrada, siempre me gusta encontrar algún comentario tuyo.
;)
Gracias, Laira, voy a tratar de pasar mañana que tengo más tiempo.
EliminarUn beso y no me llames 'señor' ;)
Lo más cruel y doloroso es saber del límite que pone una realidad inmodificable.
ResponderEliminarMe conmovió mucho este relato.
Un gran cariño.
Eleonora.
La realidad y sus límites, un tema interesante para tu carrera, ¿no?
EliminarUn abrazo y muchas gracias, Eleonora.
Hola querido Humberto: ¡fantástico este relato! ¡Que pesadilla! y que grato debió ser el despertar.
ResponderEliminarBesos.
Sea donde fuere que despertó, creo que es mejor que esa cama.
EliminarUn beso, Josefa.
superponer los sueños de la fatalidad, con un gustoso deseo en seguir soñando con una mañana otra, esquivando el abismo, un abrazo
ResponderEliminarUn abismo que está ahí, al borde de nuestros pies.
EliminarGracias, Tomás.
Cuántos accidentes en la carretera y qué duro destino, pero sin duda tu cuento va más allá y cuando las gotas dejan de sonar tal vez es que todo fue una pesadilla... Lo imaginable tiene vida.
ResponderEliminarOtro punto para la vida...
EliminarPensé, como ya dije, en el alcohol y la conducción.
Un beso, querida Julie.
Tremendo ¡y tan real! Lo transmites de una manera que duele..que llega al coraxzón de quien te lee.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Pilar, te mando un fuerte abrazo.
EliminarPínteslo como lo pintes, Humberto, esto es otra vuelta de tuerca hasta la desesperación.
ResponderEliminarVoy a alejarme unos pasos del endeble límite que pones, sueño, pesadilla, realidad, fantasía y pactaré conmigo misma la solución.
Antes, agudizaré oídos atentos...
que alguien me lo diga sin punzadas debajo de la rodilla. Sin notar brazos escayolados. De preferencia, lejos de cama hospitalaria, ¡Socorro!
Me conmueves un miércoles.
Abrazos, 're-contador de cuentos'
Eso está muy bien, querida amiga, que pactes el final contigo misma, en la completud de tu cuerpo y alma.
EliminarUn beso enorme.
Debe ser algo muy grande descubrirse mutilado por un accidente, quiero tomar este relato como un mal sueño, que de un momento a otro despertarà y le servirà para tomar conciencia que las normas de tràfico hay que respetarlas. Como siempre a nadie dejas indiferente con tus relatos.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
Paco
Un punto para el mal sueño, estamos casi empatados, Paco. Aquí indicas un despertar aleccionador, eso me parece positivo.
EliminarUn abrazo enorme.
Sobrecogedor...
ResponderEliminarun suceso que ojalá
no se repite muchas veces.
Un beso
Eh... bueno, creo que se repite más veces de las que imaginamos. En cada país, lamentablemente.
EliminarUn beso, Marisa.
Tremenda pesadilla... Abrazos
ResponderEliminarPesadilla 30, muerte 15. Gracias, Ligia, es una broma ;)
EliminarUn fuerte abrazo.
Muy bueno Humberto!! Ideal para una campaña contra los conductores ebrios!
ResponderEliminarte lo imaginás en la tele, un corto de esos que te ponen los pelos del traste de punta. No, mejor, no, lo dejamos acá.
EliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCuando leo este tipo de relato, siempre pienso que el personaje lo siente de verdad, es su realidad. Después me doy la vuelta y veo al escritor metido en la piel del sujeto, a quién él, ha puesto en ese brete, y siento que también es capaz de angustiarse, de sufrirlo,sentir como desea calmar ese picor del miembro,que él ignora, que ya no está; pues solamente así comprendo que se pueda describir tan bien y tan real una ficción.
ResponderEliminarEl final, ambiguo, puede llevarnos lejos o dejarnos postrados donde los sonidos ya, no molestan.
Muy bueno Humberto, la 1º persona, esencial en este relato.
Te felicito, como siempre.
Un abrazo, Moon.
Me imagino que debe suceder con muchos escritores, yo trato de meterme en una realidad diferente para poder sentir con los órganos del personaje pero hablar con mi boca. Es extraño, a veces me quedo demasiado fijado a una historia y me cuesta desprenderme. ¿Será una forma de patología que padecemos?
EliminarTal vez el pitido haya sido el despertador, y alrededor de ese granito de arena se armó -en pocos segundo- la escena onírica.
Un abrazo, Moon.
Así deben ser muchos despertares, a una realidad dolorosa. "Alguién debe decírselo" Lo el postrado intuye pero no quiere saber.
ResponderEliminarMuy duro. Se quién ha exclamado ¡Por qué no me habré muerto!
Genial aunque no me agradaría comprobarlo.
Un cálido abrazo
Nadie querría comprobarlo, Katy. Por eso, pensemos que esto es sólo ficción.
EliminarUn gran abrazo.
Los cuentos contados desde la muerte tienen más vidas!
ResponderEliminarExcelente relato HD.
Un abrazo
Es una técnica que no uso mucho, pero puede ser que necesitemos hablar desde el más allá para tratar de entender lo inexplicable.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Dos cosas destacables de tu relato, el miembro fantasma y la muerte, no se cual fue la que me impactó mas..
ResponderEliminarUn relato duro y bien contado.
Un saludo.
Clau de Escritores de Sueños.
Muchas gracias Clau, te mando un cariño.
EliminarHumberto:
ResponderEliminarSentí que me paralizaba pues desde el principio de nota la tragedia, nasie se despierta con esa angustia.
Tuviste algún pariente grave así??
Excelente!
Sabri!!
No Sabri, bueno, no un pariente accidentado, pero sí algo parecido, digamos. De todas formas, no fue el disparador.
EliminarUn beso.
Me pregunto una y otra vez...¿Por qué uno tiene que esperar a que le ocurran momentos tràgicos para dsifrutar de verdad las cosas simples de la vida?
ResponderEliminarAsí de cierto. En muchos momentos, generalmente por la mañana, salgo a la calle y trato de ver la vida como si fuese la primera vez, me encanta, descubro pequeñas realidades que en el diario vivir no reparo. Tonterías, pero bellas tonterías. Perdón, me puse cursi.
EliminarUn abrazo.
Hola Humberto. Fuerte y desgarrador relato, a veces me pregunto si tenemos que esperar que nos suceda algo para valorar lo que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando nos lastimamos un dedo y no podemos realizar una tarea simple tenemos un claro ejemplo de la importancia de cada parte de nuestro cuerpo. Para no ser tan trágico, imagínate sin cabello, uf, eso sí que me dolería.
EliminarUn abrazo.
Un micro fantástico, Sr. Dib, que tiene su punto máximo de intensidad -gracias a ese dolor que no deja de manifestarse- el lector supone el desenlace antes que el protagonista lo exprese.
ResponderEliminarCon la elección del plano semántico que has hecho -a través de un uso medido del lenguaje connotativo- consigues un efecto de condensación e intensidad destacable.
En dos palabras, gran trabajo.
Un abrazo,
Un análisis para tener en cuenta, Pedro, muchas gracias y ¡felicitaciones por aquello!
EliminarAbrazos.
Doloroso momento, ese temor a enfrentar la realidad, y cuando por más que te niegues la enfrentas, desear morir para salir de ella. Muy fuerte tu relato, aunque creo que cualquiera ser podría ver reflejado en él ante esa situación.
ResponderEliminarUn abrazo,
Un tanteo para saber qué está pasando, luego, cuando lo intuye o lo sabe, prefiere volver a la ignorancia.
EliminarUn abrazo, Yashira.
Uffff, terrible. Agobio en cada letra, las cuales permanecen afectadas por ese sodido como de gotas metálicas. Sonido e imágenes se complementan para dar un toque más desesesperante. Buen texto amigo.
ResponderEliminarEs cierto, las gotas acompañan todo el relato, y el metal nunca deja de estar presente.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Mi querido Humberto ¿Cuál será el verdadero despertar? ¿Cuál el verdadero miembro? El que ya no está, el que aún se siente?
ResponderEliminarPerfecto relato de una mínima fracción de una vida.
Abrazo grande
Me haces pensar en el Ulises de Joyce, desde hace unos días que viene dándome vueltas en la cabeza este libro. Te explico por qué. Todo el libraco, porque es enorme, cuenta la historia de un día (16 de junio de 1904) del protagonista. Te imaginás, si este relato mío es la fracción mínima de una vida, la cantidad de libros que podríamos escribir basados en nosotros mismos o en los demás. Claro, no todos somos Joyce.
EliminarUn beso.
Creo que no debería despertar, no vaya a ser que la realidad sea más cruda que el propio sueño.
ResponderEliminarEstupendo relato, un abrazo.
Qué duda, casi shakespiriana, ¿vivir en una pesadilla terrorífica o vivir en una realidad incógnita?
EliminarMuchas gracias, José Manuel.
Un comentario muy alentador, Marta, tu experiencia propia nos lleva a que tomemos conciencia de que la vida es hermosa, aun con algunos padecimientos que nos suelen afectar.
ResponderEliminarEl tema del miembro fantasma es el disparador de este relato. Sería muy extenso explicarlo teóricamente, pero es un fenómeno común de los que padecen amputaciones.
Gracias por la anécdota del marroquí.
Un beso.
Me llama la atención como algunos necesitamos creer que está durmiendo y otros que está muerto. Son formas de defendernos, me parece Humberto.
ResponderEliminarUn besazo.
Sí, podrían ser defensas o formas de ver la vida o capacidades de imaginación, elige tú.
EliminarUn beso.
Cada cual da su lectura final, en lo que tú eres maestro al hacer que esto ocurra.
ResponderEliminarEs que el lector tiene que participar, ese toque novedoso me parece lo mejor de un texto.
EliminarUn beso.
Meu querido HDib, com maestria conduz este pequeno relato de um homem acordando para a vida ou acordando após um interrompimento da vida ou...angustiante, essa angústia boa de ler, que certos escritores conseguem dar-lhe o prazer necessário para quem aprecia boa leitura, está aqui um exemplo.
ResponderEliminarÉ daqueles contos teus que leio e entendo de subito, meio estranho pois não é na minha língua pátria, daqueles que procuro a tradução de algum termo para ver se não tou me equivocando rs, é possível, mas a sensibilidade que leva o personagem ao pânico desesperador da sua realidade, e como nós às vezes não queremos acreditar, mas estamos acordados e não mais dentro de um sonho, mas não queremos acreditar e sempre nos damos uma outra chance, mesmo que inócua...e um dos mais belos títulos que já li aqui: Como de gotas metálicas.
ps. Meu carinho meu respeito meu grando abraço.
Você entendeu tudo certinho, talvez uma palavrinha possa custar mais, porém o sentido geral é exatamente o que vc expôs. Aliás, vc descreveu mais do que bem o horror desse coitado.
EliminarUm grande abraço, meu querido Jair.
Espeluznate!!! Ay!!
ResponderEliminarGi
Me 'ezpeluno', ;)
EliminarMuchas gracias, Gi.
Pues si el pitido ya no molesta, nos veremos en la siguiente vida ¿de acuerdo?
ResponderEliminarSaludos!!
De acuerdo, en la próxima el tipo promete no beber Tequila, limón y sal antes de conducir.
EliminarPor cierto, me has dado ganas de beberme uno.
Un abrazo.
¿Quién te lo impide?
EliminarOtro abrazo te mando a ti!
Tienes razón, nada lo impide, voy a beberme uno a tu salud...
EliminarCuando ese pitido no molesta ese sufrimiento y evidencia dejarán de existir para convertirse, quizás, en enigmas placenteros donde el cuerpo se haya volatizado y nuestra presencia no necesite de él.
ResponderEliminarUn inquietante y desgarrador Relato.
Un saludo.
Uf, qué análisis, Pedro, mejor dicho, imposible.
EliminarUn fuerte abrazo.
El protagonista no lo sabe; no sabe que está al borde de la muerte y contra eso, amigo Humberto, no hay marcha atrás. El pitido, ahora llano, hace imposible otra elección.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Uno para el lado de la muerte, Mos, ya esto se está volviendo un empate ;)
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Dejarse ir fluir en las sábanas
ResponderEliminardejarse ...liberando la mente en un instante sin miedos sentirse realmente viendose en ése instante por dentro...mientras se sigue viviendo
Dos besos
¿Cómo lograrlo? No digo que sea imposible, digo que yo no podría.
EliminarDos besos, amiga.
Un frio despertar en verdad Humberto, fue tan vivida la imagen que percibi que me dio escalofrios el solo pensar que puede ser la pesadia final o bien el inicio de la misma,que buen relato amigo, saludos estelares desde mi querida Guatemala.
ResponderEliminarEs cierto, SL, es el inicio o el final de algo, pero no sé cuál sea el mejor camino.
EliminarUn fuerte abrazo hacia Guatemala.
Se me pusieron los pelos de punta, Humbe, que bien lo dices todo, me pareció magnífico.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Stefanía.
EliminarUn beso y gracias.
Todos somos un poco avestruces ¿Verdad Humberto?
ResponderEliminarHas hilado un texto muy gráfico, desde el despestar hasta las sensaciones que nos has pasado.
Me imagino que si pudieramos, haríamos lo mismo. De niños hacemos lo mismo por evitar los miedos, de mayores las pesadillas se viven y se sueñan.
Un abrazo.
Absolutamente, Enmascarado, quien diga que en algún momento no se convirtió en avestruz, o estará mintiendo o no tendrá la capacidad de ver más allá de su propia nariz.
EliminarUn abrazo.
Bueno, ¿ de qué realidad hablas?. Me tienes intrigaga. Voy "cotillear" un poco...a veces me siento como si viviera en las nubes, y de vez en cuando tuviese que bajar al suelo, pero bueno, la curiosidad, es la curiosidad...
ResponderEliminarEs que soy muy cotillla , bueno, mas bién curiosa...pero sinceramente, no sé lo que haré , me da tanta pereza , qeu no se´si cotillearé o no, hoy tuve un día " malo" , así que igual , ni cotilleo ni nada.
Querida Amapola, lo único que me quedó claro es que 'podrías' ser cotilla, como 'podría' ser que no. Ah, y que hoy has tenido un día malo.
EliminarMe has vencido en esta justa de palabras.
Un abrazo.
Estoy convencida que de todo se sale y de todo se aprende. No es fácil, estoy de acuerdo, pero se puede seguir. Ante la penosa disyuntiva de vivir discapacitada o dejar a mis hijos sin madre no tengo ni que pensarlo siquiera. Y al final enriquece y mucho sortear tremendos obstáculos y vivir.
ResponderEliminarBesos
Ivo
Probablemente haya una diferencia entre hombres y mujeres frente a la adversidad. Temo equivocarme, pero creo que los hombres somos más cobardes.
EliminarUn beso, Ivo.
Uf, que sensación más agobiante y frustrante debe ser despertarse sin saber que te ha pasado, y encima sin poder moverte, que horror.
ResponderEliminarNo sé por qué, pero tu comentario me hizo acordar al cuento 'El extraño caso del señor Valdemar', de Poe.
EliminarUn beso, Lynn.
Esta es una de las situaciones más embarazosas-por llamarlo de algún modo-en las que alguna vez hemos pensado que podríamos llegar a ser víctimas, de hecho todo aquel que sufre algún accidente grave, tiene la sensación de vivir en un sueño, como un mecanismo de defensa de la mente humana para no aceptar la realidad. Cuando a alguien se le amputa algún miembro, todavía tiene la sensación de tenerlo adherido al cuerpo y el cerebro parece sentirlo como acto reflejo, de ahí que le sucediera lo mismo a nuestro protagonista. Una vez más, genial relato Humberto, creando una atmósfera de asfixia, conmoción y paranoia. Un abrazo gran Dib.
ResponderEliminarLa mente es tan mágica y sorprendente que un día podemos llegar a descubrir que somos los títeres de vaya a saber qué titiritero... posiblemente la propia mente.
EliminarMuchas gracias por tan amables palabras.
Recordé Todos los fuegos el fuego, porque dispara muchas variables. El peso del trauma, ojalá sirva sólo la voluntad de olvidar, aunque me parece que siempre fluye y horada....pero eso es para comentar otro cuento. Saludos.
ResponderEliminarEs decir... otra vez plagié ;)
EliminarNo pensé en ese cuento, pero ahora que lo dices, lo veo más parecido a 'La noche boca arriba'. En definitiva, la víctima es Cortázar.
Un saludo.
Espero que el personaje se recupere de sus heridas. En todo caso es un texto que refleja fielmente lo que debe ser despertar en un Hospital. Saludos.
ResponderEliminarQue se recupere, claro... una de esas le doy otra oportunidad en la próxima entrada,
EliminarUn abrazo.
No te puedo explicar la sensación de querer borrar lo que te está pasando, querés volver al pasado, querés que eso que pasó no exista más, te agarrás la cabeza con las manos y el shock no te deja ser claro en tus decisiones.
ResponderEliminarTerrible texto, es decir muy bueno!
Abrazos!!
Muchas gracias, Etienne.
EliminarNo me imagino en una situación real así, creo que sólo puedo escribirla y me parece que me quedo corto. Por suerte, dicho sea de paso.
Un abrazo.
Brillante como siempre, maestro. Cuántas veces no habremos deseado volver a dormir para despertar de nuevo, la mayor de las veces con éxito, algunas pocas sin él.
ResponderEliminarYo lo recuerdo de la época en la que estuve casado, cada mañana me decía '¿cuándo me despierto de este infierno?'. Tardó, pero me desperté ;)
EliminarUn abrazo, X.
Jajajaja. Muy buena. A mí me pasó un poco al contrario, pero habrá que perseverar.
EliminarUn abrazo.
Estoy por comprarme un auto. LA PUTA QUE TE PARIÓ!!!
ResponderEliminarDe todos modos, muy bueno el cuento. Muy buen final, aunque parece que no todos entendieron lo de "y detener ese maldito sonido, ahora llano, que sentencia mi destino"
Saludos!
Es así, Hincha, hay sutilezas que pasan de largo, a veces.
EliminarY vamos con ese auto, que este blog es puro cuento.
Un saludo.
Que realidad tan dura cuentas, compusiste cual músico el sonido del final.
ResponderEliminar¿Se sentirá así?
Un abrazo amigo.
No sé, y tampoco quiero enterarme, je.
EliminarUn abrazo, Moli.
Si te digo que a veces despierto y me parece que estoy muerta y sin piernas... después me pongo en Mode ON y dejo que el viento me pegue en la cara mientras corro unos kms y se me pasa (o no). Tenés razón en eso de que los textos a cada uno le disparan para los lados más diversos. A mí hoy se me hizo un nudito en la garganta.
ResponderEliminarSaludos van, Dib!
Creo que no hay noche en la que no tenga pesadillas, ya me acostumbré. Y tengo una vida muy buena, gracias a dios. ¿Será el precio? Lo acepto.
EliminarUn beso.
¡Puff! Lo pasé horrible, Humberto, te odio. ¿Cómo sabías que esta era mi monotemática obsesión...? En realidad no puedes ser tan malo, dime que no lo has hecho con mala intención.
ResponderEliminarPues ya te lo he dicho todo, si lo pasé horrible es porque el relato está muy bien contado, tan real que aún siento las piernas y espero que suene el piiiiii.
Un abrazo de no muy buena gana, pero todo sea para que me dejes seguir leyendo.
Bueno, lo confieso, me metí en tu mente y de allí saqué el tema. Te pido disculpas, ¿vas a seguir viniendo? ;)
EliminarBesos.
Humberto:
ResponderEliminarAunque no perdí mis piernas, el relato me trae malos recuerdos de despertares post cirugía.
Está muy bien relatado y esas "gotitas metálicas" eran mis dosificadores de medicinas, sumamente precisos para la parafernalia de drogas. He escuchado ese pitido fatídico, en otro box, y las corridas inútiles en el ámbito de esa unidad coronaria.
Mejor pensar en otra cosa...
Un gran abrazo.
Sí, Arturo, esta vez mejor pensemos en otra cosa... Deamsiado real para vos.
EliminarUn abrazo.
Un sueño adentro de un sueño un sueño adentro de un sueño un sueño adentro de un sueño un sueño adentro de un sueño un sueño adentro de un sueño un sueño adentro de un sueño y quiero que el tipo despierte y se largue corriendo de allí con sus piernas cojeando en la memoria de lo horrible.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Cuántas capas podrá tener un sueño? Yo llegué a soñar que soñaba, pero no recuerdo haber llegado a la tercer capa, tampoco me agrada pensar que pueda.
EliminarUn abrazo.
Duele.
ResponderEliminarMucha gente habrá sentido eso.
Terrible.
Saludos.
Perdón por esta otra gota pesimista: y lo va a sentir mucha más gente.
EliminarUn abrazo.
Me siento muy identificado con la entrada. En días duros viene bien leer algo escrito por otra persona que haya pasado por algo parecido.
ResponderEliminarUn saludo, pásate por mi blog si tienes tiempo
José Luis, debo decirte que es sólo producto de la fantasía, pero muy bien podría pensarse que sucedió.
EliminarUn abrazo, luego paso, muchas gracias.
Se me puso la piel de gallina !!
ResponderEliminarMuy buen relato.
Hay sueños que son tremendos, tan tremendos como la realidad.
Un abrazo.
El sueño de la muerte debe ser tremendo, mejor esperar muchos años para tenerlo.
EliminarUn abrazo.
Un relato escalofriante, muy bien hilvanado con un lenguaje sencillo y preciso, que pone de relieve al ser humano ante la tragedia; un relato que devela los miedos que nos acompañan en la vida. Realidad o ficción, el personaje del hospital, es el pretexto para hacernos reflexionar ante la posibilidad de la tragedia.
ResponderEliminarFantástico amigo!!!
Muchas gracias, Gustavo, reflexionar siempre es bueno, pero te aseguro que no busco hacer docencia, ¡eh!
EliminarUn abrazo.
! Pero que exagerado eres Humberto¡, no he podido leer todos los comentarios de tu entrada o de "tu texto", pero esta bastante claro, que no estás "escayolado" para nada, no ver que puedes escribir en un teclado de ordenador, y tampoco lo que he leído de no sé que de un pié, esta claro que puedes caminar perfectamente, enfín volveré a leer tu texto, por si no me enterado de algo.
ResponderEliminarUn poquillo exagerado si que eres, eh?
Te juro, Amapola, no te entiendo, estoy tratando de pensar a mil para ver qué me quieres decir. ¿Es broma?
EliminarBueno, la he leído otra vez, un poco dramática, la escena,¿ no te parece? ¿ como no vas a poder respirar aire fresco?, enfín cosas de tus sueños, ahí yo no me meto. Besos.
ResponderEliminarAunqnue lo del pitido era algo "impactante", menos mal que luego se hizo el silencio, no?, no obstante me parece un poco "exagerao", yo no creo que estés muerto, ni en ninguna cama de hospital, era solo un sueño, eso está claro.
Ahhhh ahora creo que entendí.
EliminarCreí que estaba más que claro que TODO lo que escribo es ficción, ya el título de blog lo dice "Humberto Dib, Ficciones Mínimas".
Por supuesto que no tengo los brazos escayolados ni me faltan las piernas, es un cuento, un relato con un personaje ficticio.
En mi blog JAMÁS subí nada real y menos aún algo personal.
Es más, ¡ni siquiera es un sueño, amiga!
Tercer comentario, y "que conste que no he leído todos"( solo algunos de) los comentarios a " tu texto", ¿ pero como es posible que os contagieis tanto los pesimismos?.Al final voy tner yo razón, todo se contagia. los pesimismos, y las alegrías , todo se contagia ambiente, porque Todo, forma parte del Todo, auqnue calro, a mí nadie me cree, ni me crerá nadie nunca,"las cosas" son así de contagiosas. Por favor, un poquillo más de alegría, esto de...deprimente.
ResponderEliminarAmapola, detente. No hay ningún pesimismo aquí, esto es FICCIÓN. Te aseguro que soy un tipo muy optimista, pero no voy a escribir sólo lo que me pasa a mí, como tampoco sólo situaciones alegres. Imagínate si sólo se escribieran cosas optimistas, tendríamos que borrar más del 65% de la literatura universal.
EliminarTranquila, estoy en mi casa, con ambos brazos libres, con mis tres, perdón, dos piernas intactas.
Alegría, alegría, alegría...
JAJAJAJAJA, perdón no pude evitar leer los comentarios anteriores JAJAJAJA Eso pasa porque te creen todo Humber, me partiste con lo de las 3 piernas JAJAJAJAJ.
ResponderEliminarPerdon ya no puedo comentar el texto, vuelvo en otro momento!!
jeje.
Besos
Lo que sucede (creo) es que hay muchos blogs que funcionan como diarios íntimos o anecdotarios, por eso debe ser que algunas personas 'nuevas' que todavía no le encontraron la vuelta a este espacio.
Eliminar¿Te gustó lo de las tres piernas? Es mentira, ¡eh! ;)
Besos.
Dib no te has planteado peritar a tus lectores??
ResponderEliminarMe he planteado, sí, la posibilidad de aceptar comentarios de anónimos.
EliminarUn saludo.
Es como el título de una antigua serie que ponían en la televisión española hace años: Historias para no dormir.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Qué buena idea! ¿La ponían por la noche? Porque en ese horario era ideal para los que les gusta tener un poquito de miedo antes de dormir.
EliminarUn abrazo.
A mi también me recordó historias para no dormir.
ResponderEliminarUn placer siempre leerte Humberto
Besos
Muchas gracias, ahora me quedo con curiosidad de ese programa.
EliminarUn beso.
Magistral, qué placer volver a leerte :)
ResponderEliminar¡Hey, cuánto tiempo!
EliminarEs un placer volver a verte, muchas gracias y un abrazo.
Es una realidad a la que se tienen que enfrentar, y saber pedir ayuda es esencial. También hay muy buenos aparatos que suplen nuestras extremidades y nos hacen llevar una vida más fácil.
ResponderEliminarPelirrojas? huyyyyy...vale el pelo rizado?
Me hiciste reir con la cosa de la cabellera, gracias!
Besos Hum!
Veo que has leído mi comentario en lo de Toro, pues sí, jamás estuve con una y sí, no pierdo la esperanza.
EliminarVale todo tipo de cabello ;)
Un beso.
Un relato escalofriante, impactante y sin desperdicios. Te admiro. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alma, eres muy amable.
EliminarUn beso.
Un cuento con una narración exquisita, me ha recordado la película de "Y Johnny cogió su fusil". Viva la eutanasia.
ResponderEliminarSaludos
Magnífico, como todo lo que leo por aquí. Nunca he dudado que sea ficción, pura ficción. Pero es que a los que gozamos escribiendo nos gusta eso, adentrarnos en situaciones límite, introducirnos en la piel de otra persona, ya sea un enfermo, un asesino, una mujer, un perro o una pulga..., o un hombre que acaba de fallecer en una cama de hospital. No sabemos qué se siente, claro, eso es imposible, pero que guay es intentar saberlo imaginarlo, y luego tratar de escribirlo.
ResponderEliminarque gozada de relato, y que santa paciencia tienes con nosotros, los comentaristas.
un abrazo, Dib.