Hace unos meses me invitaron a participar en un programa cultural de radio. Me llamó un tipo que se presentó como el jefe de producción y me dijo que, después de haber leído mis últimos libros, él consideraba que yo era la persona más apropiada para hablar del futuro de la literatura y de otras cuestiones relacionadas con las letras contemporáneas. En ese momento, tuve muchas ganas de preguntarle si él consideraba que la @ era una letra contemporánea, pero me lo guardé y le dije que sí, que iba a colaborar, sin tantear. Más tarde me di cuenta de que tendría que haberme hecho desear un poco, de que hubiera sido mejor indagar sobre qué tipo de programa era, el nombre, si hablaban de política, si se trataba de una radio under o de primera línea…, no sé, como mínimo preguntarle a qué hora salía al aire, porque justo este último punto fue el que mayor desazón me causó cuando lo supe: iba los martes de 3 y media a 5 de la madrugada. Desde hace un tiempo estoy tratando de llevar una vida más saludable, me despierto a las 7 de la mañana, salgo a correr una hora por el parque, tomo un baño con sales aromáticas, desayuno cereales con exprimidos naturales de esas frutas que tienen la mayor concentración de antioxidantes y recién entonces me siento a escribir en el ordenador, a eso de las 10. Así que tener que estar despierto a la hora en que la audición salía al aire significaba romper mi rutina, no poder dormir bien, lo cual no era el mayor problema, una trasnochada no le hace mal a nadie, lo grave era que tenía serias dudas de que a esa hora pudiera decir algo brillante. No tardé demasiado en notar que había omitido un factor todavía más grave: a las 3 y media de la mañana no habría nadie del otro lado que escuchase mis apreciaciones. Estuve todo ese día evaluando si debía cancelar mi participación o no, pero mi espíritu obsesivo me impedía cometer semejante suicidio psicológico, porque quiero que quede bien claro que lo mío no se trata de responsabilidad o respeto hacia el prójimo, no, se trata de cumplir con la palabra hipotecada, de no fallar, que es muy diferente.
La noche del encuentro seguía encabronado por haber aceptado la invitación tan de prisa, por eso quise compensar mi error..., castigarlos, llegando sobre la hora. Me tomé un buen tiempo para elegir un par de libros míos, señalar qué trechos iba a leer o a comentar, escribir unos apuntes acerca de cuál era el espacio y la misión de la literatura en el siglo XXI y, al fin, salir hacia el lugar. Cuando entré en el estudio, me di cuenta de que éramos solo cuatro personas en la radio: el guardia de seguridad de la puerta,
el técnico de sonido, el locutor y yo. Todos teníamos ese aire de ensoñación
letárgica que esconde un sueño reprimido a duras penas. El locutor me recibió con cierta
apatía y me invitó a que me sentara frente al micrófono y me colocara
los auriculares, me hizo notar que había llegado un poco retrasado y que por eso -una pena- no habíamos podido tener una charla previa para pactar de qué íbamos a hablar, me
dijo que el programa ya-ya estaba saliendo al aire. Detrás del cristal, el técnico levantó el brazo derecho como haciendo el saludo fascista, cerró la palma de la mano pero dejó el dedo índice en ristre, enseguida lo bajó e hizo que sí con la cabeza. Una luz roja se encendió en el estudio. “Aquí estamos, viajeros de
la madrugada, adláteres de los libros, centinelas de las quimeras”. Cuando
escuché aquella gansada me llevé las manos al rostro y maldije por dentro, cómo se me había ocurrido
que me irían a invitar a mí, justo a mí, a un programa decente.
En fin, la entrevista transcurrió con la lentitud propia de una babosa arrastrándose por el piso, intercalada con pausas musicales anestésicas y anuncios publicitarios de comercios barriales. El locutor me hacía las preguntas y se quedaba mirándome fijamente, pero no me veía, su cabeza estaba colocada en una hermosa almohada imaginaria, lejos de aquel lugar. Yo trataba de ponerle un poco de entusiasmo a las respuestas, aunque dudo que lo haya conseguido, los silencios en el diálogo eran tan largos que me aturdían. Si me preguntaran qué dije, en verdad no lo recuerdo y poco importa, porque largaba lo primero que venía a mi mente, creo que hablé del bustrófedon, de fútbol, de la preponderancia de la espiral en la realidad culta, de las Kardashian. No sé.
En fin, la entrevista transcurrió con la lentitud propia de una babosa arrastrándose por el piso, intercalada con pausas musicales anestésicas y anuncios publicitarios de comercios barriales. El locutor me hacía las preguntas y se quedaba mirándome fijamente, pero no me veía, su cabeza estaba colocada en una hermosa almohada imaginaria, lejos de aquel lugar. Yo trataba de ponerle un poco de entusiasmo a las respuestas, aunque dudo que lo haya conseguido, los silencios en el diálogo eran tan largos que me aturdían. Si me preguntaran qué dije, en verdad no lo recuerdo y poco importa, porque largaba lo primero que venía a mi mente, creo que hablé del bustrófedon, de fútbol, de la preponderancia de la espiral en la realidad culta, de las Kardashian. No sé.
Cuando salí de la radio ya se veía la claridad del nuevo día,
lo primero que hice fue llamar a mi novia por teléfono para preguntarle qué le
había parecido el programa; ¿El programa, hum..., qué programa?, ah, discúlpame, mi amor, es que anoche me olvidé y ahora estaba durmiendo, me respondió sin afectar siquiera un poco de aflicción... o fastidio;
No te preocupes, bonita, será la próxima vez, le dije, sabiendo que nunca habría una próxima vez y que nuestra relación había llegado al final.
Era abril, hacía un poco de frío, así que me ajusté el suéter, encajé mis libros debajo del sobaco izquierdo, metí las manos en los bolsillos del pantalón y fui medio al trote hasta el McDonald's de la esquina. Una Cajita Feliz con doble ración de fritas y una coca-cola de un litro, por favor, le pedí a la dependiente, que me miró con extrañeza, entonces agregué, vaya programa, ¿no?, dicen que los gustos hay que dárselos en vida.
Era abril, hacía un poco de frío, así que me ajusté el suéter, encajé mis libros debajo del sobaco izquierdo, metí las manos en los bolsillos del pantalón y fui medio al trote hasta el McDonald's de la esquina. Una Cajita Feliz con doble ración de fritas y una coca-cola de un litro, por favor, le pedí a la dependiente, que me miró con extrañeza, entonces agregué, vaya programa, ¿no?, dicen que los gustos hay que dárselos en vida.
Estimados amigos:
ResponderEliminarLa ansiedad no me permitió esperar, aquí va el primer texto de esta nueva etapa del blog.
Muchas gracias por la bienvenida afectuosa.
Un fuerte abrazo.
Humberto
La vuelta del gran maestro
ResponderEliminarBienvenido
Muchas gracias, Paco.
EliminarUn abrazo grande.
Vaya sorpresa! Bienvenido, mi querido, admirado y añorado Humberto!
ResponderEliminarEntiendo muy bien tu mensaje... y el final, es que hay veces que hay que salir por peteneras, qué caray😊
Un abrazo fuerte
Me alegra mucho que lo hayas entendido, porque tú sabes, nunca digo lo que quiero decir, jaja.
EliminarUn beso muy grande, mi querida.
Me alegra que te haya consumido esa ansiedad, así los que te leemos nos hemos podido deleitar con un gran regreso :-D Besos
ResponderEliminarMuchas gracias, Emma, me alegra tu presencia en este espacio.
EliminarUn beso.
Bonita anécdota, real o no de un posible. Me gustó qué vuelta produce la intempestiva hora y ese olvido de la novia, poniendo barro en los pies :-)
ResponderEliminarUn beso grande
No, no es real, pero podría serlo, claro que sí.
EliminarTengo una un poco más patética, pero no es para andar ventilándola así públicamente.
Un beso grande, querida amiga.
Yo escuche tu programa, si, fabuloso !
ResponderEliminarAhora que lo abandonastes quien vendra a despertarme carinosamente a las 3 de la noche ?
¿A ti te gustaba? Creo que eras la única que lo escuchaba, jaja.
EliminarUn beso grande, Manouche.
No hay dudas, los gustos hay que dárselos en vida, pero lo malo es que también llevan aparejados los fracasos. ¡Excelente!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una de cal, una de arena y ya tenemos la mezcla para la construcción.
EliminarUn fuerte abrazo, Francisco.
A veces nos dejamos llevar pensando en la gran oportunidad que nos brindan y no nos damos cuenta de lo que esa oportunidad envuelve., ¡je, je!
ResponderEliminar¡Ánimo y adelante!
¡Un saludo!
El personaje hizo casi lo mismo que hubiera hecho yo, pero casi, yo habría...
EliminarUn abrazo, Ana.
siempre hay que ser tan fiel a uno mismo??
ResponderEliminarcomo cantaba tu coterraneo:
"prefiero ser, esa metamorfosis ambulante..."
abrazo
Yo puedo hablar por mí: no tengo muy en claro qué es ser fiel a mí mismo, pero esto jamás lo diría en público.
EliminarMi coterráneo sí que lo tenía claro.
Un abrazo grande.
"Conversas para boi dormir" passam na radio e tv a qualquer hora.Uma mais e de madrugada só as paredes ouvem. Se continuar nesse programa vá por mim, leve um lanchinho de casa porque comida do Mc logo de manhã é mesmo para ir morrendo aos poucos. Vá lá quero ver essa noiva feliz. Uff! ainda bem que isto é só ficção.
ResponderEliminarBeijocas Humber!<3
Dizem que a televisão está morrendo, só espero que seja daqui a um bom tempo, ainda estou pagando as parcelas, rsrsrs.
EliminarUm beijo enorme, minha querida.
Pues yo me he quedado con la curiosidad de saber qué escribía ese escritor o cómo sería aquella novia que dejaba tan rápido y po razones tan peregrinas a alguien (si es que aquello era parte de la razón, que bien podía no serlo, claro). También me he quedado pensando en los términos de la entrevista y en el diálogo que se estableció, en qué cosas pudieron decirse... Puro interés, lo que suele pasar con tus relatos.
ResponderEliminar¡Un abrazote, Humberto, me alegro mucho que estés de vuelta! ^_^
Tú pareces más un detective que un lector, lo que me parece MUY atinado, porque eso es lo que hace que se disparen muchas lineas de ideas que terminan en otros relatos. Esta vez tuyos.
EliminarUn fuerte abrazo, Jorge, muchas gracias.
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EliminarEsperemos que esto sea el inicio de una nueva etapa en este blog, que dicho sea de paso, parecía invadido por todo tipo de dejadeces propias del abandono. ;)
ResponderEliminarUn abrazo!
Estaba hecho una inmundicia, Alfred, ahora debería pintarlo de otro color, quitar algunos muebles viejos, darle una buena lavada de cara.
EliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias por tu compañía.
Ficción con rotundo mensaje realista, aunque me quedé con las ganas de saber qué escribía dicho autor...bueno no importa a esas horas no lo hubiese escuchado, es cuando más profundo duermo.
ResponderEliminarBienvenido de nuevo, un abrazo
Entre nosotros, no era muy bueno, José, no te pierdes nada.
EliminarY si hubiera sido tu mujer la escritora, ¿la habrías escuchado?
Un fuerte abrazo.
¿Sabes que?, un directo y completo gancho que me llevó al rincón del ring, ¡así, me gusta leer¡.
ResponderEliminarCasi que me voy a felicitar a mi por volver a disfrutar de ti.
Besos muchos
TRamos
Muchas gracias por tu apoyo y cariño, mi querida, agradecerte siempre, eso es lo que voy a hacer.
EliminarUn beso enorme.
hola, humberto...!!!
ResponderEliminarun placer leerte nuevamente...!!!
besos de...
nosotros dos
Qué bueno saber de ustedes, y eso que vivimos tan cerca.
EliminarLes mando un fuerte abrazo y un agradecimiento por la visita.
Estimado Humberto, feliz de volver a leerte en este dia especial. Soy Carolina, del antiguo blog cisnesyrosas.blogspot.com
ResponderEliminarUn abrazo grande
Hola, Carolina, prometo pasar a visitar tu nuevo blog.
EliminarMuchas gracias por la visita, un fuerte abrazo.
Qué bueno poder leerte de nuevo.Viva la ruptura de la rutina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un placer tenerte por aquí, Javier, los amigos siempre son bienvenidos.
EliminarUn abrazo grande.
Seguro que sus escritos eran más interesante que todo lo que se habló en la radio. Lo que me gusta del escritor su aguante, cumplió hasta el último minuto.
ResponderEliminarMuy bueno, Humberto, he disfrutado con tu relato, magnifico.
Un abrazo grandote para ti.
Lola.
Eso sí, cumplió con su palabra hipotecada, yo no sé si hubiera aguantado.
EliminarMuchas gracias por el cariño, Lola.
Como siempre nos convocas con expectativas cual tu programa, el que hubiera sido perfecto para el viejo orador que relatas en Exsistere, de Ecos de la Nada. Él seguro habría tenido la impronta para levantar ese programa.
ResponderEliminarPor suerte tu continuas aquí.
Un gran abrazo amigo y nuevamente bienvenido.
Qué bueno es saber que recuerdas al filósofo de Exsistere, es una pena que haya fallecido en el libro anterior, jaja.
EliminarMuchas gracias por tu afecto, Luis, siempre voy a decirlo.
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ResponderEliminarHumberto, he enlazado tu blog al mío UNA ESTRELLA UNA INSPIRACION" Así me es más fácil entrar en tu blog cuando publiques.
EliminarOtro abrazo.
Lola.
Te agradezco mucho, Lola, después coloco el tuyo entre mis favoritos, porque aún no arreglé del todo este blog.
EliminarOtro abrazo también.
Jajajaja no te preocupes querido Humberto q tú blog nada tiene q ver con el programa de radio .... aquí tienes a muchos fieles y seguidores al otro lado siempre atentos y expectantes a un nuevo relato... y he de decirte que la ansiedad me pudo.... suelo leer relatos a partir de las tres pero piqué al verlo en Facebook!! ����
ResponderEliminarEl cariño es enorme, a veces me sorprende y nunca voy a tener palabras suficientes para agradecerlo.
EliminarSi el Destino lo quiere, nos veremos en Diciembre/Enero.
Te mando un beso.
¡Qué bueno! He disfrutado un montón con la historia y lo que no dices. Felicidades, para nosotros, por tu regreso. Un abrazo.
ResponderEliminarTú eres un especialista en leer los no-dichos, Javier, eso me pone muy feliz, porque sabes que mis textos se basan en ese aspecto. Es verdad, hay una historia contada e importa, ya que es un nivel de sentido, pero debajo circula otro, u otros, dependiendo de hasta dónde quiera uno zambullirse. Más de una vez yo mismo fui presa de mis textos.
EliminarComo le dije a Sara, vete preparando que en enero voy a reclamar tu amistad en vivo.
Un abrazo grande, amigo.
Humberto, mi nueva dirección de blog. :-)
ResponderEliminarhttps://albada2.blogspot.com.es/. Un beso grande
Allá voy.
EliminarBeso.
Me sirve esa aclaración, que es ficción, porque podría haber sido algo verdadero. ¿La radio se trasmitía por Internet? Porque eso permitiría tener oyentes cuya diferencia de horarios les haría escuchar el programa en una hora en que están lúcidos.
ResponderEliminarBien contado.
Aquí todo es ficción, mi estimado Demiurgo, pero tenés razón, claro que podría haber sido cierto, alguna que otra vez me ha tocado vivir situaciones rara, pero nunca tan patéticas, por suerte.
EliminarLa radio salía por internet, pero no tenían podcasts, lo que salía salía y ya, jaja.
Un abrazo y muchas gracias.
Humberto , me hiciste reir mucho con tu odisea en la radio, yo conozco el tema porque hice algunas cosas en ese medio.Tu manera de relatar es muy graciosa y perfecta .Me alegra que estés nuevamente con nosotros ,tus amigos .Si deseas podes ver lo nuevo de mi labor, en el blog . Marthabarnes blogspot.com. Te mando un beso Martha
ResponderEliminarLa odisea del personaje bien podría haber sido la mía o la tuya, si es que aguantáramos estar despiertos hasta las 5 de la mañana escuchando pavadas, jaja.
EliminarYa voy a visitarte, mi querida.
Un beso grande.
Celebro que no reprimieras tu ansiedad para no provocar la nuestra esperando tus escritos.
ResponderEliminarLa próxima vez vende más cara tu presencia en los sitios, pero en esta ocasión nos has hecho pasar un buen rato con la descripción.
Un abrazo.
Si hubiera sido mi caso, como mínimo les hubiera pedido que me pagaran la cajita feliz, pero mis personajes nunca hacen lo que yo habría hecho, por suerte...
EliminarUn abrazo, Chema.
¡Me alegra mucho tu vuelta, Humberto y el poder leerte de nuevo!
ResponderEliminarCuando salió mi libro de relatos "Sombras y siluetas" me organizaron una gira de promoción por varias emisoras de radio. En un programa me tocó un locutor muy popular aquí que era muy dado a escucharse a sí mismo. Empezó a hablar y divagar y advertí que se había perdido, no sabía de qué hablaba y aún menos como terminar. Nos salvó la campana, o sea, la pausa publicitaria. Angustiosos momentos.
Abrazos!
Borgo.
Qué raza la de los locutores, ¿no?
EliminarUn fuerte abrazo, Borgo, gracias por la bienvenida.
¡¡Qué alegría!! Ya echaba mucho en falta tus relatos. Como siempre me deja pensando, la historia que nos dejas, no sé, pero me da la impresión que había poco interés por escuchar al escritor ya que ni su novia lo tenía, qué ni siquiera se acordó de la entrevista, la hora de la entrevista también tiene su lectura, eso creo.
ResponderEliminarEs un gusto volver a leerte, lo he disfrutado un montón, aunque me quede con algunas incógnitas.
Un abrazo
A mí también me da mucha alegría verte por aquí, mi querida María Rosa.
EliminarTe mando un beso muy grande.
¡Bienvenido! qué bueno volver a leerte.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Muchas gracias por la cálida bienvenida.
EliminarUn abrazo.
Bueno,ya sabes, muchas veces hay que decir sí
ResponderEliminarde manera inconsciente
para luego saber decir no
de manera consciente.
Un abrazo de regreso.
O lo contrario, jaja.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Correcto!!
ResponderEliminaral revés queda igual
de bien.
Ah, conozco a tu primo, ja.
EliminarAbrazo.
Bien por tu vuelta.
ResponderEliminar:)
Un abrazo.
Un abrazo, Toro.
EliminarAhh pero como extrañaba esto!
ResponderEliminarDifícil decir que no a una propuesta tan tentadora...
Lo de la Cajita Feliz es un toque preciso, justo.
Esperaba la vuelta. Fuí a tu Facebook por si me enteraba de algo. Mandé un mensaje.
Por suerte, aquí vamos de nuevo.
Un beso.
Ahora me dejás con todas las dudas, ¿al Facebook? ¿Somos amigos allí y no lo sé? Me estoy descompensando.
EliminarMuchas gracias por el comentario. Besos.
No somos amigos allí, pero te pude mandar un mensaje igual. Seguramente cayó como spam...¡? Ja.
EliminarNo te descompenses.
Otro.
Qué bueno leerte nuevamente.
ResponderEliminarAbrazo
Muchas gracias, María.
EliminarUn abrazo.
En la madrugada puede ocurrir cualquier cosas.
ResponderEliminarSalu2.
Es verdad, cualquier cosa, literalmente.
EliminarUn abrazo, amigo.
Con el afán de presentar sus libros, uno acepta cosas a la primera invitación. No lo veo tan mal, pero entiendo que sea frustrante.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por tu visita, Raúl.
EliminarUn abrazo.
vuestra ficción es tan real que uno lo lee como si en verdad hubiese sucedido. he disfrutado del texto.
ResponderEliminarun abrazo.
Seguramente que a alguien le ha sucedido, Draco.
EliminarUn abrazo.
Biennn has vuelto, que sorpresa.
ResponderEliminarBesos
Un beso grande y muchas gracias, María.
EliminarTus personajes son muy creíbles, excelente vuelta, hombre.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Sete.
EliminarUn beso grande.
Ey, que yo escucho la radio a esas horas.
ResponderEliminarUn placer volver a degustarte.
Salud.
Lo lamento por él porque hubiera tenido un oyente más fiel que su propia novia.
EliminarMuchas gracias, Miguel Ángel.
Un abrazo grande.
Mi querida Marta, tienes razón, sin embargo tengo dos serias dudas: 1) No sé si mi personaje tiene cabeza para pensar en esa posibilidad, tal vez sí, tampoco quiero humillarlo en público sin conocer sus capacidades intelectuales. 2) Quebrando una lanza por él, tampoco sé si esa radio tiene streaming, todo indica que sí, pues hoy todas las estaciones de radio cuentan con esa tecnología, pero... eh... eh...
ResponderEliminarDe una cosa estoy seguro, siempre habría un español que lo escuchara, pues ustedes siguen a la vanguardia en materia de cultura, a diferencia de los latinoamericanos. Y créeme que esto sí lo digo con conocimiento de causa.
Pero dejemos al pobre hombre disfrutar de un momento feliz, metaforizado en esa cajita chatarra.
Un beso muy grande, mi querida, muchas gracias por tu -sin duda inestimable- visita.
Esa vuelta que le has dado, a mí, me gusta más.
ResponderEliminarOtros besos.
Has tocado un tema MUY espinoso, Marta. La anterior presidente de la Argentina tenía la costumbre de pasar a femenino TODOS los sustantivos y adjetivos, había casos aceptables (Presidente/Presidenta), pero otros llevados hasta el ridículo (inteligente/inteligenta), con lo cual, los que no comulgábamos con su teoría de "esto lo digo para TODOS y TODAS" evitamos ciertos femeninos. Pero sí, podría haber escrito "dependienta".
ResponderEliminarMe alegro de tu regreso. Felicidade por el buen texto. Sigues en línea. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Katy, un fuerte abrazo.
EliminarEn lo personal, siempre respeté lo femenino, y lo de la generalización masculina, "Todos", no me parecía algo machista, pero ya ves, por cualquier grieta se cuela lo político. Es un tema largo, mejor lo hablamos en persona, jaja.
ResponderEliminarMás besos.
Por lo menos casi nadie te oyó jaja, no sabrán de tu traspiés
ResponderEliminarradial.
Un beso Humberto
Un beso grande, mi querida, gracias por la visita.
EliminarMe ha encantado poder leerte de nuevo. No me he prodigado yo mucho últimamente por los blogs amigos, así que no me había percatado que nos decías de tu vuelta por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vengo y me voy, así estoy.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Humberto está de vuelta.
ResponderEliminarEl final con Cajita feliz es, como dirían en Colombia "Si ya nos tiramos al abandono, que sea con todos loa juguetes". El personaje cumple su palabra, su obsesión está en ello, ahí está la disciplina. Terminar en un McDonald's es ser justo con ese día.
Abrazos Humberto.
Un abrazo grande, Eskimal, gracias por tu comentario, me voy a guardar tu frase.
EliminarSE NOTA QUE IR A PROGRAMAS RADIALES NO ES TU FUERTE. JEJEJEJE.
ResponderEliminarABRAZOS
El personaje no va a demasiados, tampoco.
EliminarUn abrazo, Adolfo.
Hola Humberto , me alegro mucho de volver a verte por estos lares , como ves aquí estoy para decirte que me a gustado tu entrada , pero digo después del día que pasaste en la radío , que tu novia , no pusiese esa noche la radío para escucharte , eso es un verdadero fastidio , si lo hubiese sabido bien te hubieras quedado en la cama , por que vaya faena , en fin como decimos aquí " El que cierne y amasa de todo le pasa " bien mirado ya tines otra experiencia mas , no ? me alegro mucho de leerte , te deseo una feliz tarde amigo , besos de Flor.
ResponderEliminarSe agradece que hayas venido apenas lo supiste, Flor.
EliminarUn beso grande.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo siempre, muy bueno leerte. Me gustó cómo definiste la lentitud y lo poco ameno que se le hizo la entrevista al personaje, de hecho da ideas para hacer algún que otro símil.
ResponderEliminarUn abrazo, Humberto.
Hacía mucho tiempo que no te leía ( la carretera de la vida nos lleva lejos)
ResponderEliminarSigues siendo un escritor pulido y disfruto de lo que escribes.
Saludos!
Holaaaa..paso a saludarte..un abrazo desde murcia...
ResponderEliminarMe encanta tu narrativa, la descripción de ciertos ámbitos literarios está perfecta !! Hacía mucho que no te leía ya que estuve alejada de mi blog bastante tiempo. Abrazo desde Baires !!
ResponderEliminarCORNUDO
ResponderEliminar____________________*Paz*
ResponderEliminar___________________*Unión*
__________________*Alegrias*
_________________*Esperanzas*
________________*Amor_Sucesos*
________________*Realizaciones*
______________*Respeto_armonía*
_____________*Salud__solidaridad*
____________*Felicidad___Humildad*
___________*Cofraternización__Pureza*
__________*Amistad__Sabiduría_Perdón*
_________*Igualdad_Libertad_BuenaSuerte*
________*Sinceridad_Estima__Fraternidad*
_______*Equilíbrio__Dignidad__Benevolencia*
______*Fé_Bondad_Paciência_Ventura _Fuerza*
____*Tenacidad-Prosperidad--_Reconocimento***
__*Son mis deseos Felíz Navidad y Año Nuevo 2018*
___________________ (¨`•.•´¨)
_________________`•.¸(¨`•.•´¨)
____________ ×`•.¸.•´× (¨`•.•´¨)
___________________.(¨`•.•´¨). .×`•.¸.•´
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Te deseo una feliz salida y entrada en este NUEVO AÑO 2018.
ResponderEliminarDeseo que en tu vida reine la ilusión, el amor y la felicidad.
Cariños.
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