Siempre estaba oscuro cuando -desde mi cama- oía a mi padre tocar la campanilla de la bicicleta, una y otra vez, yendo y viniendo por nuestra calle de tierra. Ya cuando comenzaba a clarear, volvía a casa y se sentaba a la mesa de la cocina, donde solía comer tortas fritas, acompañadas con uno o dos jarros de café. No es que le tuviera miedo, pero pasó bastante tiempo hasta que me animé a preguntarle: Papá, qué haces todos los días tan temprano; despierto al sol, me respondió malhumorado, y luego -por lo bajo- agregó algo que me pareció una mala palabra. No dijo nada más, yo tampoco. Era así todos los días, a mí me gustaba oírlo desde la cama, antes de ir a la escuela. Sucedió que una madrugada sólo escuché silencio y eso me sobresaltó. Me levanté y salí de mi habitación para ver qué estaba pasando, encontré a mi madre apoyada en el quicio de la puerta, fumando un cigarrillo y mirando hacia afuera, hacia la oscuridad. No quise interrumpirla, pero muy pronto se dio cuenta de que yo estaba a su lado, entonces se agachó, me agarró la cara con ambas manos (el humo me hizo llorar un ojo) y me explicó: bueno, es que tu padre estaba cansado y decidió irse a otro lugar... lejos, no sé. Está bien, mamá, le dije y volví a mi cuarto. Por varios días quedé al cuidado de mi abuela, los dos parecíamos estar envueltos en una penumbra atenazadora de velas y candiles, hasta que -por fin- mi mamá regresó. Enseguida fue a buscar la bicicleta al patio y me la alcanzó. La faena de tu padre ahora será la tuya, me dijo, despertar al sol. Mi abuela me tocó la cabeza y murmuró, sollozando, pobre criatura, qué maldición tener que..., pero yo no creía que estuviera pasando algo malo, si el sonido de la campanilla de la bicicleta era tan alegre.
19 de septiembre de 2014
Oscuridad
Siempre estaba oscuro cuando -desde mi cama- oía a mi padre tocar la campanilla de la bicicleta, una y otra vez, yendo y viniendo por nuestra calle de tierra. Ya cuando comenzaba a clarear, volvía a casa y se sentaba a la mesa de la cocina, donde solía comer tortas fritas, acompañadas con uno o dos jarros de café. No es que le tuviera miedo, pero pasó bastante tiempo hasta que me animé a preguntarle: Papá, qué haces todos los días tan temprano; despierto al sol, me respondió malhumorado, y luego -por lo bajo- agregó algo que me pareció una mala palabra. No dijo nada más, yo tampoco. Era así todos los días, a mí me gustaba oírlo desde la cama, antes de ir a la escuela. Sucedió que una madrugada sólo escuché silencio y eso me sobresaltó. Me levanté y salí de mi habitación para ver qué estaba pasando, encontré a mi madre apoyada en el quicio de la puerta, fumando un cigarrillo y mirando hacia afuera, hacia la oscuridad. No quise interrumpirla, pero muy pronto se dio cuenta de que yo estaba a su lado, entonces se agachó, me agarró la cara con ambas manos (el humo me hizo llorar un ojo) y me explicó: bueno, es que tu padre estaba cansado y decidió irse a otro lugar... lejos, no sé. Está bien, mamá, le dije y volví a mi cuarto. Por varios días quedé al cuidado de mi abuela, los dos parecíamos estar envueltos en una penumbra atenazadora de velas y candiles, hasta que -por fin- mi mamá regresó. Enseguida fue a buscar la bicicleta al patio y me la alcanzó. La faena de tu padre ahora será la tuya, me dijo, despertar al sol. Mi abuela me tocó la cabeza y murmuró, sollozando, pobre criatura, qué maldición tener que..., pero yo no creía que estuviera pasando algo malo, si el sonido de la campanilla de la bicicleta era tan alegre.
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Estimados amigos:
ResponderEliminarMuchas gracias por las visitas y comentarios para “Lázaro”.
Siento mucho no poder visitarlos de la manera que se merecen, pero estoy con dos proyectos bastante importantes, espero sepan entender.
Un fuerte abrazo y mi eterno agradecimiento a todos los que hacen este blog.
Humberto.
Parece que seré el primero?
ResponderEliminarAbrazos
CArlos
Se dicen muchas cosas buenas de los primeros... es verdad, también otras malas, yo me quedo con la primera opción.
EliminarUn abrazo, Carlos.
Pues debía hacerse cargo del trabajo del Papá. Despertar al sol... cuantas cosas pueden interpretarse con esto. Genial HD. Alguien te dijo por el face que eres un grande (en otras palabras) y estoy por creer que es muy cierto.
EliminarAbrazos Amigo.
Carlos
jajajaja. No te pondría jamás está muy bueno. Me encantan tus letras jajajaja
EliminarNo, no no , jamás.
Abrazos otra vez
Carlos
PD, primero puse el comercial del primero, luego leí, luego comenté.
Como te dije por allá, no hay que prestarle demasiada importancia a las malas o buenas lenguas, todo es relativo.
EliminarSabes... es la primera vez que me quedo con toda la curiosidad por saber qué era lo que hacía ese padre. En fin, esos personajes.
Más abrazos, Carlos.
Olá Humber!
ResponderEliminarAo ler a sua descrição consegui ver a cena como se fosse um filme americano com imagens pobres, cheias de pó, com os corpos da cor do pó... O que para uns tudo é tristeza, desilusão, para outros encontram algo positivo como seja o som de uma campainha de bicicleta. Assim é a vida!
Beijoquinhas.
Flor.
Concordo com você, minha querida, acho que não passa de uma cena escura, com objetos cobertos de pó. Uma vez ouvi falar de um menino que recebia um tapa cada manhã, ele perguntava "é uma carícia ou é um golpe", de acordo com a resposta ele chorava ou ria, mas o tapa sempre era o mesmo tapa.
EliminarBeijocas, Florzinha.
Para quem não tem direito a nada até um tapa (bofetada) pode ser caricia. <3
EliminarÉ mesmo, amiga... taquepariu!
Eliminar<3
EliminarO Carlos Alberto foi primeiro porque eu estava a escrever o meu comentário, ora!!! Será que tenho prémio?? ;)
EliminarBom, um segundo prêmio, que seria uma coxinha com molho de pimenta malagueta ;)
EliminarAté tenho a boca a arder só de ler qual é o meu prémio :(
EliminarHay "herencias" tan inoportunas, que un amanecer te convierten de golpe en adulto
ResponderEliminarNostálgico y crudo relato.
Besos
Así es, Pamisola, aquí es literal, de la noche a la mañana eres otra persona, y nadie te lo previno, o sí, pero no tenías edad para entenderlo.
EliminarEn uno de mis momentos de mayor felicidad, salió esto... ¿será que la nostalgia se añora?
Un beso muy grande.
Humberto, te dejo lo mejor de mi vida:mi trabajo. Quería haberlo realizado hasta cumplir los 65 años, pero no pude evitar la tentación de aceptar el que me ofrecieron por seis meses en el Ártico. No imaginas, todavía, lo duro que es no poder descansar ningún día, ni uno solo, ni por una dolor de barriga, ni por un diente que te tiene insomne...nunca, jamás de los jamases.
ResponderEliminarVerás que es el mejor trabajo del mundo. Nada iguala ver cómo, gracias a uno, los gallos cantan, iluminado cada día de cada hombre y con el sol todo renace. Lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo...todo sigue. Vivo, Retozador. Iluminado.
Disfruta y no le digas a mamá de esta nota. Es nuestro secreto.
Tu padre. :-)
Te prometo que mamá jamás lo sabrá, y también te prometo que despertaré al sol con la mejor sonrisa, tan brillante que competirá con su fulgor.
EliminarTu hijo :-)
─▄▀▀█▀▀▄
ResponderEliminar▐▌─────▐█▄▄█▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄
▐█▄───▄██▀▀█▀▀▀▀▀█▀█▀▀
─▀██▄██▀────────█▀█▀█.....Excelente Pots!...★MaRiBeL★
Muchas gracias, Maribel, espero que con tu llave pueda abrir muchas puertas.
EliminarUn beso.
“Pero yo no sentía que estuviera pasando algo malo, si el sonido de la campanilla de la bicicleta era tan alegre “
ResponderEliminarAh, mi querido: la vida nos hace aferrar a cosas que antes no le prestábamos atención solo por no querer ver la realidad, y así vamos desvirtuando esa realidad, aceptando inconscientemente las “herencias” que marcan nuestras vidas.
Un beso de luz para iluminar esa oscuridad….
Yo creo que al chico el sonido de la campanilla siempre le pareció alegre... aunque es verdad, nunca más alegre que esa madrugada. Después... sí que importa el después.
EliminarUn beso grande, Oriana.
¿A qué hora de intempestivos
ResponderEliminarsabré despertar al Sol?
en sin luz ni lo adivino**
abrazo, Humberto
Creo que ese niño aprendió a despertarlo a cualquier hora.
EliminarGracias por ponerle un poco de poesía a este blog tan prosaico.
Un beso grande.
Oscuro todo tan oscuro!!
ResponderEliminarMe gustan mucho estos relatos que me meten en situación de la manera mas real, eres bueno y lo sabes-
Sabes matizar a este blog, nunca te repites y eso se agradece.
Un besote.
No sé lo que crees que sé... para mí todo es una gran y hermosa duda, lo digo muy en serio.
EliminarUn beso y muchas gracias.
en los antiguos tiempos de la babilonia de nabucodonosor -y mucho antes también- se instalaba un terror indescriptible cuando el sol se ocultaba -ya ni se diga de los eclipses que para ellos era el acabose- en la mentalidad de aquellas gentes y hacían todo tipo de rituales para que vuelva a aparecer horas más tarde.
ResponderEliminartal parece que ahora nos hemos vuelto más desaprensivos y sofisticados pues, basta el timbre de una bicicleta para despertarlo (eso por ahora, porque ya llegará el día que con un e-mail programado a la hora exacta le avise al susodicho que tiene que aparecer para iluminar a la mitad del hemisferio.
un abrazo.
Me gusta que hayas traído el fundamento antropológico del miedo a la oscuridad, pues le da consistencia al relato, me da la impresión que lo ayuda.
EliminarY sí, estimado Draco, un día el sol sólo saldrá si lo permite algún Jefe Programador.
Un fuerte abrazo y muchas gracias.
Mi querido Borges, no diré que está muy bueno. Me pareció por un momento que relatabas tu niñez, tal la verosimilitud del relato, y también que buena respuesta la de Albada en esa de padre a hijo. Es increíble como despiertan pasiones tus letras.
ResponderEliminarHe disfrutado este relato amigo.
Un gran abrazo.
Por favor, Luis, no podés comparar... Te perdono sólo porque sos un gran amigo, si no...
EliminarNada más lejos de mi infancia, por suerte, pero podría haber sido, una cuestión de suerte.
Un fuerte abrazo y muchas gracias por tu presencia de siempre.
Acá estoy!!! Aún envuelta en un caos (propio y ajeno) pero intentando regresar.
ResponderEliminarLas herencias... Leía la historia y pensaba: "El chico disfrutando de sus últimos minutos de inocencia" Porque ese ratito en la cama (con la oscuridad del alba, remoloneándo, sabiendo que el padre se encargaba de todo) tenía ese sabor a placer y seguridad. Qué bueno es leerte, Negro querido! Y ahora me voy para "Lázaro" Hago doblete! Te abrazo y te mando un beso bien portentoso. P/D: Te llamo en estos días, vale?
Qué bueno es volver a verte, BeeBee, porque uno extraña a las personas que lo acompañan en este maravilloso camino de avances y retrocesos, de crecimiento y regresión.
EliminarEn esos minutos de paz, todo puede pasar, hasta que el padre en verdad despertase al sol.
A big kiss, my Dearest, we all miss you, did you know that?
Has logrado una pieza de extraordinaria finura, El paralelo en pintura sería de chiaroscuro.
ResponderEliminarImpacta la sencillez y sutileza de la voz infantil que ignora el panorama del mundo en que se encuentra y de la carga que hereda. Creo ahí reside la universalidad que contiene.
Se marca claro el avance de tu trabajo literario.
Un abrazo amigo, ya no postergues la novela.
Hay temas que me cuesta tratar, querido Carlos, pues suelen ser llamados "golpes bajos" por algunas personas, pero este espacio es mi lugar para probar voces, técnicas, estilos, etc. Entonces apareció la voz de un niño y no pude ni quise hacerla callar.
EliminarMuchas gracias por ese aliento que siempre me llega.
Un fuerte abrazo, amigo.
Que preciosidad, me ha emocionado. GRACIAS.
ResponderEliminarSoy yo quien te da las gracias, Trimbolera.
EliminarUn beso.
Fantástico todo el desarrollo, muy intrigante, sobre todo el final...
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias por tu opinión, Fernando.
EliminarUn abrazo.
"Chante, chante mon cœur
ResponderEliminarLa chanson du matin
Dans la joie de la vie qui revient..." Orfeo negro.
No sé si en otro idioma quedaría tan lindo, Manouche.
EliminarMuchas gracias por este bello detalle.
Un beso grande.
Hoy si me has sorprendido...precioso.
ResponderEliminarEntre nosotros... yo también.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Un texto muy tierno y con un toque muy bonito de inocencia :) Pero crudo y triste por la realidad que encierra... ¡Gran relato!
ResponderEliminarUn abrazo y pásate cuando quieras :3
Esa inocencia que de a noche al amanecer desaparece.
EliminarSi puedo, en estos días paso.
Un abrazo y gracias.
Para mí eso sí que sería una maldición de las gordas, con lo que odio madrugar... Jajajaja. Un besote.
ResponderEliminarSomos dos... somos muchos.
EliminarUn beso grande, amiga, gracias por tu comentario.
Los hijos pagando las culpas de los padres. Buen texto ni que decirlo.
ResponderEliminarTu a lo tuyo que lo demas es lo de menos.
Beso
Suele ser así, lamentablemente.
EliminarLos extraño, te lo aseguro.
Un beso, Malque.
El legado... aquello que nos parece incompresible y ajeno y que termina por sernos algo tan nuestro como si fuera indispensable para respirar.
ResponderEliminarMe encanto el relato, aparentemente sencillo... y muy profundo a la vez.
Saludos...
Reme.
Hay quienes consiguen salir y crear su propio destino, eso es lo bueno.
EliminarMuchas gracias por tu opinión, Reme.
Un abrazo.
El despertar de la inocencia en un legado algo incomprensible. Extraordinario texto como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo creo que los legados siempre nos resultan incomprensibles, hasta cuando los ejecutamos.
EliminarMuchas gracias por tu mensaje, José Manuel.
Un fuerte abrazo.
Una pieza que no necesita de halagos innecesarios, ella sola se pone de pie.
ResponderEliminarUn abrazo.
O porque no los merece y se pone de pie para retirarse ;-)
EliminarUn abrazo, Pedro.
El señor de la luz, cansado huye hacia las tinieblas
ResponderEliminarEn la oscuridad su primogénito continua el interminable ciclo de la muerte
Un abrazo
Es que la luz también cansa, pero nadie lo dice.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo. Muchas gracias.
Así que a partir de ahora, el niño tendrá que tomar café, comer tortas, y trabajar...de portero de noche....¿O no? ;)
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Humberto. Sigue así.
Y abandonar el hogar, ¿por qué no?
EliminarUn fuerte abrazo, Antonio, va mi mayor reconocimiento para ti por ser un amigo de tantos años.
Es increíble la variedad de tus textos, Humberto. Hoy me detuve a releer unos cuantos y me sorprende que la misma persona que escribió Hemisferios haya escrito Oscuridad, pero lo que une a todas estas pequeñas obras de arte es tu forma de decir.
ResponderEliminarAdmirados abrazos.
Ricardo, hay algunos que a mí me gustan más que otros, pero lo que siempre trato de hacer es utilizar este blog para experimentar, prefiero que sea aquí y no en un libro publicado. Lo llamativo es que NUNCA comparto el gusto con la mayoría de los lectores, muchas veces me parece increíble que X texto tenga más comentarios o visitas que Y. Pero también digo que la voz soberana es la de quien lee.
EliminarEn fin, perdón, me divagué.
Un fuerte abrazo.
La comodidad de lo sólido muestra que tu abanico es tan amplio porque has usado este espacio como testeo y como taller literario, para muchos.
ResponderEliminarGracias por tu divague.
Gracias a ti, Ricardo.
EliminarMás abrazo.
oh,Humberto,me parece un texto limpio y desgarrado,sin concesiones.. Se te echó de menos!
ResponderEliminarMuchas gracias por echarme de menos, Luna Roja, te aseguro que esas cosas me llegan.
EliminarLo que sucede es que estoy con dos libros en preparación y no tengo demasiado tiempo ni para mi blog ni para el de los amigos, es una lástima, pero no encuentro otra salida.
Un beso grande.
Como dijo Friedrich Schiller en una balada "... dunkel ist der Rede Sinn" (oscuro es el sentido de su discurso).
ResponderEliminarAbrazo, Humberto.
Stockdunkel, Rob.
EliminarTraes autores muy importantes a este blog, todo un honor.
Un fuerte abrazo.
Una narración técnicamente perfecta pero me enamora la delicadeza que se derrama
ResponderEliminarde tus palabras. Sentí que escribías el relato con hilos de seda y el final es mágico.
Un abrazo.
Muchas gracias por las imágenes poéticas de tu comentario, qué lindo es que me devuelvan arte.
EliminarUn fuerte abrazo, María del Carmen.
Me encantó. Como todas tus publicaciones. Dices mucho con pocas palabras.
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Josefa, eres siempre muy amable.
EliminarTe mando un beso enorme.
Qué lindo Humberto!!! Será una maldición pero el se sentía por fin alegre después de una época sombría, cómo no? tanto tiempo sin despertar al sol...Me ha parecido realmente hermoso, me ha enamorado :)
ResponderEliminarUn gran beso
Siempre hay alguien que puede hacernos ver el sol. Perdón por la cursilería, pero me parece un hecho muy cierto.
EliminarUn beso enorme, Nurocas.
Sí, oscuridad... el lado oscuro de la vida -que tan bien describes- queda iluminado por el sonido de la campanilla de la bici. Así sea.
ResponderEliminarUn beso, Humberto.
Es maravilloso pensar que un sonido puede dar luz, porque realmente es así.
EliminarUn beso grande, querida Milena.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTubo que ser duro para ese niño encontrarse con la realidad, conmovedora inocencia, hoy me ha emocionado tu relato Humberto.
ResponderEliminarUn abrazo
Me alegro que te haya emocionado, porque esto se trata de provocar sentimientos, siempre.
EliminarMuchas gracias y un beso enorme, Mª Rosa.
Hola humberto me alegra saber que andas metido en concluir dos proyectos, perfecto, eso te quita tiempo para placeres pero recuerda que a nadie le gusta madrugar
ResponderEliminarpero el sonido de la campanilla es tan alegre...
Enhorabuena por tu impecable escrito.
Un abrazo desde venecia y muchos ànimos
Gracias por tu comprensión, Chusa.
EliminarMe gustó mucho tu visita, te mando un fuerte abrazo, desde la naciente primavera del Sur.
Es ley de vida, alguien tenía que hacer sonar la campanilla. Es el sonido que oyes una y otra vez por la calle si has estado en alguna ciudad asiática. En mi caso, Hanoi. Gracias por hacérmelo recordar, aquí no suena igual.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Nunca estuve en una ciudad asiática, bueno, sí, en Siria, pero no creo que te refieras a esos lugares.
EliminarEs así de cierto, querido Borgo, alguien tiene que hacerla sonar para que todos podamos ver el sol.
Un fuerte abrazo.
La inocencia de los niños... al menos es como un escudo durante un tiempo.
ResponderEliminarTriste relato lleno de injusta realidad.
Saludos
Durante un tiempo, porque después todo se vuelve en contra, y lo que fue defensa puede ser la peor arma. En fin...
EliminarUn abrazo, Verónica.
Humberto, leerte es una maravilla y ya llevaba tiempo sin hacerlo, te iré releyendo poco a poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aquí se se extrañaba mucho, Tracy, verte es como volver a la normalidad, hay gente que yo necesito.
EliminarUn beso grande.
El niño se tomó positivamente el nuevo trabajo. Le encontró su parte bonita. Sería el primero en ver los amaneceres.
ResponderEliminarSalu2 amaneci2, Dib.
Me gusta que veas la parte positiva, Diego, es cierto, será el primero en ver cómo amanece, mientras alguien más lo escuchará tocar la campanilla.
EliminarUn fuerte abrazo y una renovada muestra de afecto para ti.
Que texto tan bonito y que magnífica narración. Se pueden sacar muchas interpretaciones de esta dulcemente oscura historia..
ResponderEliminar¡Abrazos!
Varias, ni yo podrías decir cuál la más adecuada.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por tu visita.
El despertar de la inocencia no siempre es alegre, pero siempre es musical y alegre como el sonido del timbre de una bicicleta. ¡Bravo, Humberto, me ha fascinado!
ResponderEliminarUn abrazo.
El dormir de la inocencia es lo malo, Francisco. Pero los que hacemos arte, o al menos lo intentamos, siempre vamos a andar con una campanilla en la mano para que todo suene mejor que la realidad.
EliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Cada vez que llego a tu casa de letras y me arrullo entre tu desbordante talento, me olvido un buen rato del mundo, y siempre salgo convencido de que estoy leyendo fragmentos inspirados por un genio literato.
ResponderEliminarUn abrazo Humberto.
Qué amable eres, Jorge, te lo agradezco enormemente. Son palabras que quedan y me hacen muy bien.
EliminarUn gran abrazo, muchas gracias.
Maravilloso. Y lo que más me impresiona es que lo que cuentas lo haces con una naturalidad tal que nadie podría dudar de que es así.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Es que tal vez fue así... nunca termino de saberlo.
EliminarMuchas gracias por tus palabras amables, Volarela.
Un fuerte abrazo.
Humberto:
ResponderEliminarYo siempre paso para ver si has posteado algo nuevo y hoy me encontré con la sorpresa de que sí lo habías hecho.
Despertar al sol puede tener muchos significados, eso es lo que hace mágicos tus relatos, dices y no dices, pero algo fuerte nos queda.
Un abrazo de admiración.
Fede
Sé que detestas las redes sociales y que la única forma de saber si subí un texto nuevo es pasando, así que bienvenida sea tu visita y tus palabras de hoy.
EliminarLa magia está en el encuentro con ustedes.
Un abrazo de agradecimiento.
Seguramente esas cosas no se anuncian con el timbre de una bicicleta, pero me ha dado por pensar en las mujeres que echan sobre su cuerpo la responsabilidad de dar de comer a la familia y además tienen que distraer el maltrecho orgullo de sus maridos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Humberto.
Has sido contundente en tu opinión, Chema, el que lo quiera más claro, que le eche agua.
EliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias.
Tremenda historia Humberto. Muy buena, tanto que me hubiera gustado escribirla a mí. Hace mucho que no me da escribir algo semejante. Ojala pueda hacerlo ahora que tengo a quién imitar.
ResponderEliminarGracias!
Excelente texto, en serio.
Saludos
J.
No seas exagerado, José, que yo te quiero igual ;)
EliminarMuchas gracias a vos por tu comentario vehemente, eso sí que me gusta.
Un fuerte abrazo.
Irremediablemente me imagino despertando el SOL.
ResponderEliminarNo hambruna, ni avaricia ...
Despertar el día, la claridad, el espectáculo del amanecer y generosamente El sabiendo su cometido c u m p l í r ¿podría quejarme?.
Valorar y e n c o n t r a r cuánto beneficio proporcionas a ti y los demás con tu trabajo es el mejor aprecio a tu función en la vida y ese hijo suyo puede que entienda lo que sin embargo a su padre le hizo huir y para muchos más también es una condena.
Besos inmensos y gracias por un día como el de mi cumple me llegue tal regalo.
tRamos
Tal ve lo que el padre no supo valorar sí lo haga el hijo, no sé, tendría que ver la continuación de la historia. Yo soy bastante pesimista para estas cosas, así que mejor no te doy una opinión cerrada.
EliminarAhora bien, acepto mi "condena" de que vengas a vestir de fiesta mi blog, Feliz Cumpleaños, querida tRamos.
Y muchos besos.
Buen relato, eso de despertar al sol, irónico o no me gusto mucho. Saludos.
ResponderEliminarDe irónico, nada, sí es una frase simbólica. Y a pesar de que para ser irónico debe pasar por el tamiz de lo simbólico, jamás lo abarca en su totalidad, ergo, pongamos mejor que no te gustó mucho.
EliminarEs allí donde me surge la duda, si no te gustó el "pilar" de la historia, ¿por qué te pareció un buen relato?
Me encantan las opiniones como las tuyas, no se puede vivir de odios y amores, necesito variedad.
Lo agradezco mucho.
Un saludo, Matías.
¡Despertar el sol!!!!!!!! Puede tener unas cuantas lectura!!!! Salir voluntariamente de la oscuridad puede ser una esperanza importante , espiritual,,,,física ,,,,creativa,,, felicidad,,¿Les deseo a todos que encuentren el sol que necesiten,Cariños Martha
ResponderEliminarTe acompaño en tu deseo, pero no quiero contradecirme, un poco más arriba dije que era pesimista.
EliminarMuchas gracias por la visita, querida Martha.
Pues a mi me parece una gran carga sinceramente la que te cayó encima, con lo bien que se está en la cama. ¿Pero va en serio el relato?
ResponderEliminarBesos
Hacía mucho que no me hacían esa pregunta, meses creo... No, Mia, yo escribo ficción, aquí todo es puro cuento.
EliminarY estoy de acuerdo contigo, una carga demasiado pesada, principalmente para su edad.
Un beso y gracias por el comentario.
No me parece un laburo tan complicado, siempre y cuando uno use lentes de sol una pantalla solar 3400 y beba mucha agua :-) Muy buen relato Humberto. Abrazo!
ResponderEliminarBueno, ahora hay tanta tecnología nueva que tal vez ni necesite despertarlo, o usar toda esa parafernalia que le querés hacer llevar ;)
EliminarUn abrazo, Ato.
Tomó el relevo.... Todo sucedió así, sin más y la herencia fue suya, sin pedirla y sin esperarla tan sólo por ser como se esperaba de él. Y sí, el timbre de la bicicleta seguramente siguió sonando alegre durante mucho tiempo más.
ResponderEliminarBesos
Siempre somos el relevo de alguien más, eso creo. Es muy difícil ser el original.
EliminarPor mucho tiempo más, FG.
Un beso y muchas gracias.
SIEMPRE TAN INGENIOSO, MI HERMANO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Muchas gracias por tu gran fuerza, ReltiH.
EliminarUn fuerte abrazo.
Está claro que la voluntad e ilusión de un niño pueden con todo pero... si la abuela dice que es una maldición es que lo es. Pobre niño, hasta dónde estaría el padre para irse todavía más lejos que el sol y qué curiosa la madre. Y todo ello a la luz de las velas, un gran texto Humberto y una grata sorpresa comprobar que a ambos nos sobresaltan algunos silencios (lo digo por vos).
ResponderEliminarUn abrazo inmenso y besitos.
El silencio es muy importante en mi vida, en la real y en la literaria, a tal punto que me encantaría poder lograr representarlo en lo escrito sin recurrir a los puntos suspensivos. Ya veremos cómo lograrlo.
EliminarMe sorprendió tanto el tratamiento de "vos" que me hizo dudar si no habías vivido por estos lares. No te pasa como a mí con el "tú" que me sale MUY mal,
Un beso enorme, Raque.
Estoy totalmente convencida de que encontrarás la manera de representar esos silencios, y sin dejar indiferente a nadie.
EliminarNo, nunca he estado por esos lares, tal vez algún día pueda ir a conocerlo, me gustaría un montón. Utilicé ese tratamiento para que te sonara más cercano.
¡¡Otro beso más, hala!!
Aquí serías muy bien recibida, de eso jamás tengas dudas...
EliminarY más besos.
Creo que la interpretación deja muchas puertas abiertas, una de ellas es que al niño la madre le a hecho lo mismo que a ella le hizo el padre. Juego de palabras, jeje, y juego de dolores. Muy buen relato Humberto. Un fuerte abrazo y buen fin de semana amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu punto de vista, Pepe, siempre aporta algo más.
EliminarTe mando un fuerte abrazo.
Me ha gustado mucho esta historia. Me ha parecido dulce y conmovedora.
ResponderEliminarUn beso y muy feliz fin de semana.
Me alegra que te haya gustado, Amalia, muchas gracias.
EliminarUn beso muy grande y el mejor de los fines de semana.
Despertar al sol !!!! Que buena idea, nunca lo habia pensado..
ResponderEliminarPobre chaval, le toca la herencia de algo imposible.
Me gusto tu relato, mucho
Un beso
Isa
Difícil, pero no imposible, pongámosle unas fichas al niño, joé.
EliminarUn beso grande, Isa. Muchas gracias.
Veo un par de nombres conocidos. Como el de José A. García, mi colega demiurgo.
ResponderEliminarQue escribe muy bien.
Tu relato ha sido interpretado de varias maneras. Elijo la literal. Que efectivamente se trata de despertar al sol. La oscuridad se presenta cuando se ausenta el padre.
Y le toca al protagonista ser el heredero de despertarlo. Podría tratarse de ser demiurgos lo de despertar al sol.
Hay muchos conocidos tuyos por aquí, Demiurgo, en este universo bloguero nos conocemos y nos apreciamos todos.
EliminarMe gusta que hayas elegido una interpretación, hay que jugarse, qué embromar.
Vamos los demiurgos...
Un fuerte abrazo.
Trabajo de titanes, el despertar a los Dioses, y muy mal remunerados.
ResponderEliminarEs una remuneración simbólica, que también puede ser mala, claro.
EliminarUn abrazo y muchas gracias, Odiealex.
Querido Humberto!!!!
ResponderEliminarUn trabajo extraño, verdad??, pero irresistiblemente bonito, precioso ver desperezarse al sol con sus primeros rayos.
Esa tranquilidad y seguridad que le proporcionaba su padre, será la misma que él transmita y lo hará feliz (a pesar del madrugón).
Un placer leerte Humberto.
Un fuerte abrazo!!!!
Una visión optimista, Estrella, de ti no podía esperar otra cosa.
EliminarSí, es un trabajo muy extraño, pero alguien tiene que hacerlo, como apagar el sol, por ejemplo.
Me gusta tanto cuando vienes... o dicho de otra manera, se te extraña tanto cuando faltas.
Un beso enorme.
Muy bueno mi querido Humberto!!!! como siempre tus cuentos son excelentes!!!!
ResponderEliminarbesos
Muchas gracias, Mery.
EliminarSon tantos años de comunicarnos por este medio que hasta creo conocerte.
Un beso grande.
Hola Humberto, en tiempos remotos, cuando aún no nos arremolinábamos en ciudades y debíamos cazar para subsistir, las noches de completa oscuridad, las de luna nueva o nubladas, eran las de convertirnos de cazadores en presas, eran las noches eternas. El temor a la oscuridad tal vez provenga de ese temor a ser devorados.
ResponderEliminarCuando yo era niño, al llegar la noche el padre se dormía y entonces para mí empezaba la "claridad". Desde entonces he amado la noche con locura y cuanto más oscuras más a salvo me siento. ¿Seré vampiro?.
Me gusta el amanecer, desde luego, pero no seré yo quien despierte el sol, ya hay quien se ocupa de ello.
Me gustan tus historias.
Un abrazo.
P.D. Por cierto me llamo Carlos
Carlos, a mí me sucede lo mismo, pero por otras causas que no vienen al caso tratarlas aquí, pero amo la oscuridad, desde muy pequeño. Era extraño, pero si me despertaba y se veía un poco de luz, me asustaba. Ahora ya no me asusta la luz, pero basta que vea un punto de claridad para que no pueda dormir más. En fin... perdona, me puse autorreferencial.
EliminarMe alegra que te gusten las historias, acá siempre eres bienvenido.
Muchas gracias y un fuerte abrazo.
heredad y herencia
ResponderEliminarsomos la continuidad viva
la misma historia unida
con un solo horizonte solar
besitos Humberto
tu relato inspira!!!
buen fin de semana
Gracias por el trechito de arte, Elisa.
EliminarUn beso grande y buen fin de semana (qué lindo es decir esto).
Una ficcion muy realista... en según qué años, ésto era el pan de cada día, nunca mejor dicho, porque cuando el padre se largaba, el niño tomaba el relevo, si no, no se comía. La campanilla dejó de parecerle alegre aunque sí le despertó a la vida.
ResponderEliminarBuen relato.
Me alegro de volver a estar por aquí, Humberto, a la buena sombra de tus letras,
Besos apretaos
Claro, cuando lo escribí imaginé una época pasada, si bien en muchos pueblos del interior, todavía hay calles de tierra y se iluminan las casas con velas y faroles... y los hijos relevan a los padres, desde muy pequeños.
EliminarY a mí me alegra que vuelvas, siempre.
Un beso grande.
Me ha gustado mucho la historia ....ese paso de la niñez a la atapa adulta de un golpe muy bien caracterizado por la inocencia frente a la dura realidad ...un salto de la luz a la oscuridad ...de la luz si alguna vez existió....
ResponderEliminarUn relato que entusiasma adentrarse y seguir leyendo algo más....
Afectuoso saludo
Cristina
Muchas gracias por el amable comentario, Cristina.
EliminarUn fuerte abrazo.
Magnífico relato de una historia que se repite en cualquier rincón del planeta.
ResponderEliminarUn saludo
Así de cierto, aunque algunos lo crean lejano...
EliminarUn abrazo, Maripaz.
Gracias por ser parte de mi blog, será muy grato para mi compartir nuestras letras.
ResponderEliminarFelicitaciones por el tuyo es muy interesante.
Cordial saludo
Muchas gracias, nuevamente y bienvenida. Ojalá no perdamos contacto.
EliminarOtro abrazo.
Excelente historia....me encantó......un besito y buen fin de semana...
ResponderEliminarMuchas gracias, Camelia.
EliminarUn buen fin de semana para ti también.
El candor del niño aún no está roto. Veremos cuando pase un tiempo despertando al sol...
ResponderEliminarContrasta la inocencia infantil de la voz narradora con la gravedad de los hechos que cuenta. Creo que ahí reside el gran atractivo de este micro, en ese contraste, en ese mostrar hechos tremendos de manera dulce. Porque las figuras de la madre y de la abuela pesan y son como oráculos que nos hacen temblar cuando emiten el veredicto del futuro de la criatura.
Abrazos, Humberto.
Brillante comentario, Isabel, muchas gracias.
EliminarMe quedo con lo que dices al final, con ese destaque que haces de los mandatos oraculares de los que, muchas veces, uno no escapa.
Un fuerte abrazo.
Un relato que nos lleva a mirar con ojos de niño la realidad durante ese maravilloso tiempo que es la infancia. El despertar suele algo traumático porque como el protagonista de tu relato, llegado el momento nos resistimos a creer, a ver
ResponderEliminarSolo la abuela comprende...
Bello mensaje y como siempre estupendo relato.
Bss
En lo personal, tuve una infancia neutra, no fue ni feliz ni triste, pero allí también hay algo traumático. Perdón por la (autor)referencia, es la segunda vez que me pasa.
EliminarUn beso grande, Katy.
Llevo un buen rato pensando qué trabajo puede requerir ir en bicicleta y tocar la campanilla antes de que salga el sol, y no se me ocurre. Qué intriga.
ResponderEliminarBreve pero intenso. Bravo.
Pero es muy simple, Rita, el texto lo dice claramente: Despertar al Sol.
EliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias.
La responsabilidad que arrebata la niñez o la adolescencia, esa que de un día para otro te convierte en adulto y hasta que no pasa un tiempo no te das cuenta de lo que la vida te hizo; razones? ... todas valen, desde una precaria subsistencia, hasta las pocas luces de los progenitores o quizás, porque siempre había sido así.
ResponderEliminarImpactante la sencillez con la que muestras un hecho que sin duda deja huella en la vida de aquellos que lo han vivido, y lo viven.
Un beso.
Bego.
Hay, como bien dices, muchas razones que marcan el pasaje de la niñez a la vida adulta, en algunos casos son tan trágicas que marcan la vida de la persona y puede llegar hasta su descendencia. En fin...
EliminarMuchas gracias por tu opinión, Bego, un beso grande.
Mientras escuchase la alegre campanilla le quedaba viva la ingenuidad...
ResponderEliminarMe metí tanto en el ambiente. Gracias.
Beso y cafelito. Ya te echaba de menos.
Eres muy cariñosa, muchas gracias.
EliminarEs el momento más ideal para un cafelito, lo acepto con mucho gusto.
Un beso grande.
Humberto, tierno relato. Pero así fue la vida para mucho. Un día estabas jugando en la calle con tus amigos, y al día siguiente te estabas haciéndote cargo de menesteres que no correspondían con la edad que tenias.
ResponderEliminarUn cálido abrazo.
Así de cierto, Cristina, esperemos que el siglo XXI cambie esas costumbres.
EliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias.
El trabajo de los niños tendria que ser jugar y aprender. Buen relato, un poco duro.
ResponderEliminarY leer, leer mucho para tener miles de vida en una sola.
EliminarUna abraçada, Loreto.
Conmovedor, Humberto. Cómo se nos deslizan las verdades cuando niños...
ResponderEliminarCaptamos más verdades de lo que podemos procesar, ese es el gran problema.
EliminarUn abrazo, Darío.
No puede haber mejor trabajo que ese... bueno, quizás el de cantarle nanas a la luna para que se duerma.
ResponderEliminarSaludos.
Eh... yo prefiero despertar al sol.
EliminarUn abrazo, Toro.
Los niños sienten la vida de otra manera, se adaptan ràpido a cualquier situación. Los niños, no por serlo, son tontos. Si les prestáramos más atención, nos sorprenderíamos.
ResponderEliminarBesos Hum.
Cada vez son más espabilados, no lo dudo.
EliminarUn beso, Ion.
Magnifica entrada, ¡¡a cuantas personas nos ha pasado, lo de pasar de golpe de la infancia a una vida de adulto sin serlo!! Me queda la incógnita de saber ¿por que el padre tenia mal humor, si despertar al Sol debe de ser muy bello?
ResponderEliminarUn abrazo Humberto.
Conchi.
Parece una frase hecha, pero todo es relativo, puede que para algunos todo represente una maldición, hasta despertar al sol.
EliminarUn fuerte abrazo, Conchi, muchas gracias.
La humanidad nació niño, ¡Lastima que la inmensa mayoría lo olvidó!
ResponderEliminarBonito relato Humberto.
Saludos.
Y agrego, la humanidad será anciano, aunque muchos se asusten por ello... y los rechacen.
EliminarUn abrazo y muchas gracias por el comentario.
La mitologia del relato es interesante, los motivos ocultos, la necesidad de proseguir con el rito... Decian que si no se observaban los ritos, el cielo se caeria o el sol no regresaria. La realidad quizas sea algo que podria parecer un dorso grisaceo... pero la campana es suficiente. Hay mucho en este relato, Humberto, es magico y a la vez tan cotidiano que si uno dibujara una luciernaga, seria una pizca de sol volando como un hada.
ResponderEliminarUn abrazo, Humberto! ^_^ (disculpa el teclado irlandes).
¿Puedo robarte la parte final de la frase? O puedo decirte que le des más vuelo, pero te lo pedí tantas veces que ya me da un poco de vergüenza.
EliminarY seguimos metiendo mano a la mitología, siempre se puede encontrar un tesoro no del todo manoseado.
Un fuerte abrazo, Jorge.
Bendita inocencia... y qué triste.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pd: Nunca imaginé que el timbre de una bicicleta le diese la señal al carro de Helios, está bien saberlo.
Yo lo aprendí gracias a este relatito... lo del timbre de la bicicleta, digo.
EliminarUn fuerte abrazo y muchas gracias.
La inocencia de los niños! para él,partida en tres o cuatro palabras. Esta es la vida para muchos de ellos, pero contada con una delicadeza extraordinaria. felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hace poco me decían que ya no sucede, no estoy tan seguro, creo que bien podría decirse que aún es una realidad del siglo XXI.
EliminarUn abrazo, San.
Muy contundente (y muy bonita) la imagen de la bicicleta, resonando alegre. Qué lástima que este niño vaya a tener que hacerse mayor tan pronto :-(.
ResponderEliminarLamentablemente, para algunos la niñez es tan corta que no pueden disfrutarla. En fin... gracias por el comentario.
EliminarUn beso.
Tú hablas de oscuridad y yo de luz. Y al final ves que no son cosas tan distintas.
ResponderEliminarSaludos
Como muchas otras cosas, son dos caras de la misma moneda.
EliminarUn abrazo, Bea.
Hola amigo Humberto, fascinante el marcar el tiempo de espera o de conclusión con el sonido del timbre de la bicicleta, espero haber erntendido este entrañable relato, en cualquier caso coincido con otros comentarios en la cuestión de que es un anatema interrumpir drásticamente la infancia a un niño, y entiendo tambien la postura del padre sobremanera, es un placer leer tus relatos amigo, puede que no los comente todos, pero te aseguro que no dejo de leerlos, un abrazo y mi absoluto respeto!!
ResponderEliminarYo creo que lo has entendido muy bien, José. Y no te preocupes, tú pasas o comentas cuando puedes, si no, será otra vez. Imagínate que yo casi no consigo visitar ni al 10% de los amigos.
EliminarMi mayor afecto y muchas gracias.
Hola. Ningún blog como este si se quiere encontrar un texto que, en pocas lineas, te diga algo, te haga reflexionar, entrenar la inteligencia..jaja.....Genial, Humberto. ¡Qué trabajo tan importante, despertar al sol!..el padre debía ser alguien muy especial, aunque al final, la tarea resultara demasiado para él. Esperemos que el chiquillo, con los años, pudiera decidir su particular forma...de despertar al so.. Mi cordial saludo.
ResponderEliminarHoy sí que podríamos decir que fue un texto minimalista, y lo hago a pesar de que cada vez estoy más en contra de los textos breves, porque el arte pide alas, pide vuelo.
EliminarYo creo que sí, que el niño le encontrará el mayor placer a tarea tan maravillosa.
Un fuerte abrazo, Paqui.
Inocencia interrumpida…Un duro golpe para despertar de la magia que siente el niño y sentirse adulto antes de tiempo. Tiene la belleza de despertar al sol.
ResponderEliminarTu relato dice mucho, luz y oscuridad llenos de significado.
Un fuerte abrazo Humberto
Muchas gracias por tu opinión, Sneyder. Y si algo te dice es porque tú sabes leer muy bien.
EliminarUn fuerte abrazo.
Yo ya estoy tan pasado de rosca, que ya ni me acuerdo de la niñez; es más cuando yo nací, creo que no había ni niños para jugar.
ResponderEliminarUn abrazo Humberto.
Has cambiado el clima con tu comentario, es como si hubiera hecho falta y tú lo hubieras notado. Un abrazo y gracias, Rafa.
Eliminarun relato comovedor,para quien lo mira con buenos ojos,seguir con una tarea como esa,despertar al sol,algo especial en un niño...y porque no ,en un adulto.
ResponderEliminarsaludos humberto
Gracias por tu opinión, Horacio, que tiene su lado esperanzador.
EliminarUn fuerte abrazo.
Que poco sentido común el de este padre... un auténtico delito de abandono de familia. Ni siquiera inició a su hijo en el interesante oficio de "alumbrar" al mundo. Espero que el progenitor se haya ausentado temporalmente, y por un cometido de fuerza mayor, de lo contrario no se merece ni estar al cuidado de una simple candela . Un abrazo !!!
ResponderEliminarLo que sigue después ni yo puedo decirlo, tampoco pensarlo, me gusta dejar ese margen de duda que es casi mejor que la vida real.
EliminarUn fuerte abrazo amigo... ¿Wilfredo? Jaja.
Cuando la oscuridad me rodeé esperaré anhelante el tintineo de la campanilla, le invitaré a tortas fritas mientras una suave luz nos resbala por la espalda.
ResponderEliminarCasi puedo sentir el aroma del café.
Humberto :))
No me dejen fuera, yo también quiero tortas fritas y café.
EliminarUn beso muy grande, Ishtar.
Muchos lo han dicho y yo quiero destacarlo, en unas breves líneas dices TODO, uno puede imaginarse la vida de los personajes como si fuera una novela, es grandioso.
ResponderEliminarUn blog de lujo.
Un abrazo admirado.
Como un concentrado de sopa, o de tuco, o de...
EliminarMuchas gracias ER, el lujo es tener lectores como tú y toda esta gente maravillosa, me siento muy honrado, de corazón.
Un beso.
Ya me gustaría a mi despertar al sol todos los días y recibir las caricias de sus rayos,...en primera instancia.
ResponderEliminarEl sonido de la campanilla (en mi caso), dejó de sonar hace mas de un año,...pero no la hecho de menos en absoluto, pero si que denoto su silente sonido a través del espacio/tiempo.
Ya te di una respuesta en otro espacio.
EliminarSólo me resta volver a agradecerte.
Un beso.
Estoy de paso y te dejo un saludo , el escrito Obscuridad ,lo encuentro bien interpretado por la muestra fotográfica
ResponderEliminarBonita semana para ti.