Podría decir que Zinho era un niño bajo, algo gordito, de piel extremadamente blanca y que no parecía ser muy saludable, pero nada de eso es importante, todo queda opacado por su principal característica: Tenía una tendencia a mostrar con exagerado orgullo todo lo que le regalasen. La mayoría de los chicos muestran con gran placer sus juguetes nuevos, pero en Zinho ese natural orgullo se convertía en pedantería, en soberbia. Nuestra antipatía hacia él aumentaba porque odiaba jugar al fútbol, y el desprecio de Zinho por este deporte contribuía a alejarlo más de nosotros. Claro, él prefería los juguetes técnicos, complicados. Por eso evitábamos encontrarlo los días festivos, ya que allí se presentaba con su flamante y sofisticado juguete, y aquella explicación sabida y odiosa sobre el funcionamiento del mismo. No lo soportábamos más.
Podría decir que su casa era un lugar lóbrego, con familiares extraños que se aparecían de improviso para ofrecernos leche o galletas, pero lo llamativo es que sus padres aparentaban ser demasiado viejos para ser padres, más bien parecían sus abuelos. Esta rareza nos llevó a sospechar que Zinho había sido adoptado. Así que ésa fue nuestra arma contra sus juguetes. Tildarlo de “adoptado” nos protegía de sus fanfarroneadas. Yo no me enganchaba mucho en llamarlo así, porque mis papás peleaban todo el día y el tema de la separación era mi mayor temor. Había una gran posibilidad de que me convirtiera en el blanco de futuras burlas.
Podría decir que apareció otro elemento con el cual podíamos atacarlo: su bicicleta. Era diminuta, de ésas que nos regalan cuando somos muy pequeños, pero él, a los 12, todavía la usaba. En aquella época, todos teníamos las plegables que adornábamos con cintas de colores, espejos o timbres. Zinho, en cambio, tenía una bicicletita ridícula que se levantaba apenas a unos 50 o 60 centímetros del piso. Recuerdo su postura torpe, con las piernas muy abiertas y los pies bien juntos, pedaleando rápidamente para avanzar apenas unos pocos metros. Haciendo uso de eso que denominan crueldad infantil, comenzamos a organizar carreras en las que, obviamente, él llegaba último. Sofocado y tambaleante.
-Y claro- le decíamos -a un hijo adoptado no le van a comprar una bicicleta como la gente. Sin embargo, cuando Zinho cumplió 13 años le regalaron una bicicleta de carrera. Recuerdo aquel sábado por la mañana en que se apareció por la playa con esa nave espacial. Era roja, alta, con cambios, manubrio bajo, asiento ortopédico y pedales con punteras. Lo primero que pasó por mi cabeza fue pedirle una a mis viejos, pero en casa la situación no estaba como para reclamar algo… Esas malditas peleas de mis papás.
-Saben, hoy a la tarde voy hasta Mangaratiba, ¿quieren venir?- dijo Zinho, haciendo giros delante de nosotros, con una sonrisa maliciosa. Nadie abrió la boca, sabíamos que con nuestras plegables de manubrios en “V” no llegaríamos ni a Ponta Leste. Toda la energía de nuestras piernas jóvenes no conseguiría superar los morros que están más allá del centro de Angra. Era un trayecto que sólo podía alcanzarse con una bicicleta de carrera.
-No- me apuré a decir -Hoy tenemos partido contra los de Frade, a nosotros nos gusta el fútbol- enfaticé.
Podría decir que cualquiera de los que estábamos allí hubiese dejado de lado ese partido de mierda por semejante aventura. Zinho volvió a sonreír burlonamente, tomó un trago de agua de la cantimplora y se fue, afectando una pose aerodinámica, dejándonos allí como tontos con nuestra pelota de cuero despintada. Creo que fue la victoria más amarga que tuvimos, casi ni gritamos los goles. Esa noche me dormí con la firme idea de pedir una bicicleta nueva.
Podría decir que al otro día me despertó mi mamá demasiado temprano por ser domingo. Vi que hacía sus cosas en silencio y que esquivaba mi mirada, se notaba que había llorado. Me preparó el desayuno, lenta y maquinalmente, como si la mortificase un pensamiento. Cuando me sirvió la leche, no calculó bien la taza y derramó un poco sobre el mantel. Yo sabía que las peleas de mis papás era un asunto de todos los días, pero no me imaginaba un desenlace así... tan rápido... la separación... las burlas de mis amigos... ¿Con quién iría a vivir?
-Tiago- dijo ella, de repente, secándose las manos en el delantal y sentándose muy cerca de mí -tengo que contarte algo muy grave.
Podría decir que nuestros pensamientos nos llevan erróneamente lejos cuando nos atormenta una idea. Aquel sábado a la tarde, Zinho había ido por la ruta, detrás de un camión, demasiado cerca, entonces el camión frenó de golpe y Zinho también quiso frenar, largarse del asiento, pero sus zapatos se trabaron en las punteras de los pedales, su único impulso fue desviar la bicicleta hacia la izquierda, al carril de la mano contraria... por donde venía otro camión.
Muchas gracias por los comentarios para “Fantasmas”.
ResponderEliminarCreo que nunca va a quedar claro que yo escribo ficción, (fantasma oscuro, fantasma claro, uh), ni aunque lo aclare 10.000 veces. Antes me enojaba, ahora me causa un poco de ternura.
“La bicicleta” es un texto un poco más extenso, espero se tomen el tiempo para leerlo. Por primera vez localizo un relato en mi querida ciudad natal: Angra dos Reis.
Un gran cariño para todos.
Humberto.
Oh!!! Es triste...una desgracia, a pesar de todo....una desgracia aún mayor a la que le acaece al protagonista.
ResponderEliminar(Yo sí sé que escribes ficción...aunque te aproximas de forma osada a la realidad) Gracias!
Besos!!
(P.D. Soy la primera, creo que soy la primera en comentar!!jaja!!)
"Creo que nunca va a quedar claro que yo escribo ficción..."
ResponderEliminarCómo te entiendo, apañero. Un saludete.
PAT: Sí, la primera, por primera vez la primera... y es un gran honor para mí, no lo dudes.
ResponderEliminarHOMBRE DE ALABAMA: Ya no tengo forma de explicarlo, pero encarar un texto en primera persona lleva a la gente a identificarme con el personaje... entre otras cosas, qué le vamos a hacer.
Un abrazo.
Humberto.
Desgraciadamente, suele pasar, que se discuta con alguien, o que no lo soportemos por cosas tontas y luego ocurran desgracias que nos hagan sentir un poco malos.
ResponderEliminarO pensar que podíamos haber estado allí y nos podía pasar a nosotros.
Triste historia Humberto,
Saludos
A veces escribes cosas tan reales que es muy fácil confundir, por otro lado, también sueles hacer tus relatos en 1º persona lo que contribuye a la confusión y sumado a que la mayoría de lo que se lee en los blogs está inspirado en cuestiones personales, cierra con moñito...
ResponderEliminarMuy buena La Bicicleta!!!!! Muestra claramente los sentimientos de una edad en que comenzamos a entender los conceptos básicos de crueldad, envidia y discriminación, si la educación paternal ayuda, se encuentra la buena senda...
Me encanta que nos traigas un pedacito de tu amado Angras...
Besote
Dada la crueldad de los sdolescentes, posiblemente, en el fondo, se alegraran del sesenlace.
ResponderEliminarExcelente relato. Sinceramente,ma ha parecido corto: lo has desarrollado de forma magistral.
He tenido dificultades con mi blog, tú no apareces como seguidor,aunque creo haberte visto como tal. No sé lo que ha pasado.
Un abrazo, amigo
Oye,
ResponderEliminarpero qué tal desenlace,
pero ser tan odioso debe ser cuestión de la edad,
por la pedantería de ese niño me acordé del niño Goyito, pero bueno,
sé que escribes ficción, es agradable siempre leerte,
saludos afectuosos Humberto.
Amigos:
ResponderEliminarQuiero aclarar, no es que me enoje que me confundan con los personajes, pero recibo comentarios muy llamativos. Mientras estuvo "Fantasmas" como entrada principal, recibí 5 o 6 mails en los que me aconsejaban cómo podía dejar de ser un fantasma tan oscuro... o tan claro... o que canturrease Rihanna, en vez de Sting.
Lo juro.
HD
Curioso, hay un Zinho en todo tiempo y todo lugar. Todxs tuvimos el nuestro particular.
ResponderEliminarTú, aclarando que es ficción, yo, cada vez que muestro un relato, tengo que aclarar que es realidad.
Un abrazo
Humberto gracias por recalarnos tan bellos escritos y con la delicadeza que lo haces.Un abrazo
ResponderEliminarAmelia, gracias a todos y cada uno por leerlos cada semana.
ResponderEliminarHD
Impresionante tu relato. Me ha gustado mucho desde el principio al fin. Describes muy bien las situaciones de los jóvenes sus "pequeñas envidias" y su arrogancia en otras ocasiones.
ResponderEliminar¡Ah! y en absoluto me ha parecido extenso.
Un abrazo.
mira la impronta de tus versos!
ResponderEliminarbellisimo!
un abrazo enorme,muchas gracias por compartir!
lidia-la escriba
Muy bueno Humberto. Creo que la frase: "nuestros pensamientos nos llevan erróneamente lejos cuando nos atormenta una idea" le da muchisimo sentido al relato. Abrazo
ResponderEliminarParece que blogger borró todos los comentarios y quedé solo.
Yo creo que la tendencia del crio a vanagloriarse ante los otros chavales de los estupendos juguetes que le regalan, es su forma de expresar la rabia y la tristeza que siente por sentirse discriminado por los demás. Muy buen relato Humberto, si señor.
ResponderEliminarFuerte Humberto, dolió y mucho, mucho más que la separación de los padres por supuesto, me pregunto: ¿Cómo lo habrán sentido sus compañeros que le tenían antipatía? ¿Tanto "abuena" la muerte a las personas? ¿Cómo será esto en los niños? Para ellos la muerte es algo más sorpresivo que doloroso, no llegan a conocer bien su dimensión, salvo por supuesto que sea su madre o su padre... en fin, que me dejaste muchas dudas y que me gusta tenerlas y reflexionar sobre las actitudes de tus personajes. Bravo Humberto... nuevamente...
ResponderEliminarY?????
ResponderEliminarQué quieres que piense???
Si no me das datos puedo imaginar mil cosas, unas buenas y otras malas... pero nada más!!
Saludos!!
Ja, ja... mira, acabo de ver el comentario de Dany y me hizo reír su terminación, dice... Parece que blogger borró todos los comentarios y quedé solo. Yo añadiría y desnudo, juas, juas.... si ánimo de ofender ¿eh? je, je...
ResponderEliminarBss...
Es verdad, Dany, habías quedado solo y desnudo, como agrega acertadamente MariCari.
ResponderEliminarPero los primeros serán los últimos, te queda ese consuelo...
Un abrazo.
Incontestable, Que manera de relatar, casi lloro , un abrazo
ResponderEliminarTu imaginación Tiago, nos describe un relato en este caso con mucha
ResponderEliminarprofundidad, se nota que es propia
la histaria parece una ensoñación
pero está claro que los cerebros
no tienen que soñar para escribir
cosas así, triste es la tragica terminación de Zinho. ¡Enhorabuena!
felicidades, Un abrazo
Ángel.
http://elblogdeunpoeta.blogspot.com/
Y de pronto... la bicicleta tan famosa y socorrida en estos días, te traen la nostalgia en dos ruedas.
ResponderEliminarAl menos murió después de haber conseguido un sueño, lástima que estaba solo.
ResponderEliminarUn beso.
Humberto:
ResponderEliminarSoberbia y orgullo de un lado, envidia del otro y miedo a ser tratado como uno trata a los demás...Pensar que los mismos sentimientos se repiten aún en la adultez...
La muerte llega inexorablemente y sin pedir permiso.
Saludos
Maribe
Uff . . "nuestros pensamientos nos llevan erróneamente lejos cuando nos atormenta una idea" . . genial Humberto! felicitaciones!!
ResponderEliminarGracias por compartir . . .
Besos!
Caray, ese es el tipo de sorpresas que te da la vida, y que te hacen sentir un vuelco en el estómago, definitivamente aunque uno no trague a alguien, jamás le desería algo malo, y definitivamente yo también creo en la frase de Nuestros pensamientos nos llevan erroneamente lejos cuando nos atormenta una idea.
ResponderEliminarsaludos Humberto
muy bueno Pa! me gusto mucho
ResponderEliminarSimplesmente um texto formidável.
ResponderEliminarGostei muito. Tens o dom da escrita ineligente, aconchegante, que faz a alma da gente avançar, pedalar nas alturas, com maestria e vida, de sobra. Meu abraço iluminado. Continues a nos brindar com maravilhas dessa estirpe.
Tenha um ótimo fim de semana!
Seu amigo João Ludugero. Saúde!
Es un buenrelato y muy triste. Me gustó como lo relataste con simpleza y nos fuiste dando de a pedacitos parte a parte hasta un final abierto. En tu historia muy acertado el final, así dejás al lector pensando en muchas respuestas, besos
ResponderEliminarVaya, no esperaba ese final, me impacto, debo confesarlo. Toda una game de sentimientos se conjugan aqui.
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo.
A veces las llaves de la tumba te la regalan en un cumpleaños… a veces, el camino hasta el destino final lo labran tus propias actitudes, y los fuertes deseos de un equipo de futbol entero dan la patada de gol que te empuja hasta el fondo del agujero. Buenísimo texto Dib! Un abrazo
ResponderEliminarQué bien “pensado” que los pensamientos nos confunden sobre la marcha cuando algo nos agobia o nos hostiga. Pero a mí, mis pensamientos siempre me llevan erróneamente o no, lejos, y aunque no me atormente nada… y me pasa especialmente cuando leo tus relatos. Así que me fui con la bici a explorar esos sentimientos de cuando somos chicos y queremos algo que no tenemos, la sensación del juego, de la transpiración, del ver a otros chicos como diferentes y esa necesidad de descargar en algún otro lo que nos está faltando… con crueldad, tal vez la misma crueldad de la que se vale el que te muestra con placer lo que te falta. Y también sentí la sensación de la tragedia, a casi todos nos pasó cerca alguna tragedia infantil que no se borró nunca de los recuerdos. Me fui con ese grupo de chicos a otro de un relato tuyo cuyo nombre no recuerdo, y terminé preguntándome hasta por los instintos más básicos, en verdad cómo somos, cuánto de crueldad viene pegada a nuestra propia naturaleza. Quería decirte que todo eso está allí, en tu disparador inteligente y sensible, que sólo con palabras nos llevás a ese camino. Me encanta leerte, y andan siempre por ahí doctoras Leiva, señoras Lema, despertares y sueños que llevan a más sueños, ex hombres buscando su estrella azulada, condados de Losden, sombras de otras sombras… y podría seguir hasta mañana porque cada historia tuya aunque sea breve o simple, en una gran compleja historia maravillosamente escrita, que cobra vida.
ResponderEliminarUn relato psicológico escrito por un especialista en el alama humana.
ResponderEliminarLa historia de un mecanismo de defensa de quien, frente a una suerte de marginación por parte de su entorno, canaliza su pesar a través de un exceso de presunción frente a quienes, de algún modo, le hacen el vacío.
Es una pena, Humberto, lo que ha pasado con Blogger y los comentarios. A mí me ha pasado lo mismo con mi última entrada, en la que había muy valiosas aportaciones de gente que me sigue; de personas como tú, por ejemplo.
Todx lxs bloguerxs afectadxs merecemos una explicación por lo ocurrido.
Recibe un cordial saludo mío desde Andalucía.
Es una pena perder todas las impresiones que dejamos sobre los textos que leemos.
ResponderEliminarPero bueno, no se puede hacer otra cosa que volver ha dejarlos otra vez.
Nos encaramos a la vida desde pequeños, y en el camino vamos descubriendo los sentimientos que nos definiran como sares adultos.
A veces la vide es más dura de lo normal y siembra nuestra niñez de
de cadaveres.
Espero que puedas pasar por mi blog y dejarme de nuevo tus apreciadas palabras.
Saludos reencontrados.
Hola Humberto,efectivamente, hace dos dias entre y no pude hacer comentario. "La bicicleta", un cuento con muchos angulos para reflexionar.....complejos, frustracion, reacciones, dolor....
ResponderEliminarwow!
un abrazo
¡Qué buen relato!...y...¡Qué duro!...como la vida misma...
ResponderEliminarUn relato muy bueno y emotivo. Me gustó la primera vez y más aún esta segunda...
ResponderEliminar¡Blogger nos da un respiro!.
Un fortísimo abrazo.
¿Cada persona es una historia? No, cada persona son miles de historias, me imagino la que no cuentas de Zinho, porque es muy duro ser niño y ser el blanco de las burlas de tus compañeros, compañeros que no amigos... Parece que al final murió tan solo como vivía. Lo otro es Ley de Vida.
ResponderEliminarUn saludo, el que Blogger no me dejó darte hace unos días
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso y hermoso todo lo que escribes, una bonita historia con un final trágico, gracias por compartir. Que pases un feliz fin de semana lleno de sensaciones positivas. Un fuerte abrazo desde la distancia de un amigo.
ResponderEliminarFijate me he quedado clavada leyendo tu relato Humberto. Me has enganchado hasta el último segundo para ver el desenlace. Me gustó mucho.
ResponderEliminarCreo que todos tenemos miedos y temores, y en una situación de alerta, de incertidumbre nos vuela la mente a lo que tememos.
Un relato muy bien hilvanado, bravo Humberto que diversidad de temas que escribes, no tienes freno, genial!!
un besazo y buen fín de semana. Amelia.
Excelente relato, Humberto. Lo leí ayer muy temprano, antes de que se borrase, y estuve toda la mañana pensando en él. Tantas emociones y sentimientos condensados... Muy fuerte.
ResponderEliminarUn saludo.
No esperaba el desenlace, me sorprendió y me causo una gran tristeza. Buen relato . Un abrazo
ResponderEliminarUna buena descripción de las envidias infantiles y pequeñas rencillas.Es una manera de canalizar hacia otro las pequeñas fustraciones y desavenencias para que el grupo permanezca unido.Que lo pague uno sólo. Un final inesperado. De adultos también hacemos lo mismo, pero ya no hace tanta gracia. Un relato para disfrutar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los niños son muy crueles y cada acción tiene una reacción. Yo diría que Zinho encontró la manera de rivalizar con los otros niños con sus estupendos regalos.
ResponderEliminarNo se merecía este jovencito un final tan dramático y triste.
Fantastico relato, a pesar del final me ha encantado.
Un abrazo
Cuántos fuimos como Zinho!!! Sin desenlace fatal...no todavía
ResponderEliminarHola Humberto.
ResponderEliminarUn tragico final. No imaginaba ese desenlace.
Una historia interesante y con la incertidumbre a que nos tienes ecostumbrados.
Felicidades de nuevo.
Ricard
Uffff! Al fin lleguè! San Blogger y su recalcada madre!
ResponderEliminarEncima borró los comments de la primera publicación! Sheet!
Excelente descripción de lo que comienza en la niñez y muchas veces se prolonga a lo largo de la vida. Crueldad, orgullo vano, soberbia, temor, fragilidad...
Excelente como siempre amigo!
Sigo la ronda. Y ya es la 1.20 de la madrugada! Menos mal que la tropa está durmiendo y yo puedo leer tranquila disfrutando de un cafecito.
Kisses for you darling! :D
Holas Humberto, durante dos dias no pude entrar en el bloquer.
ResponderEliminarNo se pero intento recordar una historia parecida:REAL, pero esta vez con una moto.
Los niños hacen trabajar mucho el pensamiento, y nosotros tambien: por eso nos llevan abeces, por donde menos nos lo esperamos, un abrazo
Aupa Humberto!!
ResponderEliminarMuy bueno, lo leí, pero no pude comentarlo el otro día por los malditos errores...
En fin, hoy sí, hoy dejo mi huella!! jaja
Un abrazo!!!
Me ha llegado tu texto. Una historia muy triste.
ResponderEliminarTu estilo es muy bueno.
¡Enhorabuena!
Muy bien. Has logrado desde el principio dar esa idea de fatalidad, de destino trágico a este relato... lo vas viendo y finalmente llega...
ResponderEliminarUn azul
Precioso y hermoso todo lo que escribes, un lindo relato con un final trágico, gracias por compartir amigo. Que pases un feliz día de domingo y también un buen comienzo de semana llena de sensaciones positivas. Un fuerte abrazo desde la distancia de un amigo.
ResponderEliminarTus relatos están llenos de una fuerza expresiva implacable que siempre nos dejan con el alma en bandolera cantando alegres el camino o nos hunden en la agonía, como en esta ocasión en el que al final me voy con el sabor amargo de la tristeza.
ResponderEliminarMagníficos tus textos, Humberto.
Mil besos.
Una triste historia Humberto. Pero sucede, pasa en cualquier momento. Tiene que ver con la familia, con los sueños, con el rechazo, con fantasía... Con la muerte. Te felicito por tan profunda historia.
ResponderEliminarLindo texto me ha gustado .
ResponderEliminarTodos hemos tenido problemas con bloger...yo tambien perdi comentarios que nunca leí...A veces pasa.....¿que hariamos sin nuestros blogs?
no lo se lo que yo haria
Estimados:
ResponderEliminarDebo reconocer que me afectó lo que sucedió con blogger, pues me gusta tener los comentarios de todos los amigos que aquí entran, son un aprendizaje, además de una caricia al alma. Mismo cuando ya quito una entrada, guardo los textos en un documento word o HTML. Ayer estuve ausente de este espacio, con desconfianza y algo de desilusión, espero que eso se pase.
Hoy ya comencé a visitar otros espacios y a reconstruir los comentarios allí dejados. En muchos caso, todavía no había pasado, por suerte...
Que tengan un gran domingo.
Humberto.
Uf, cuanto lamento que se hayan perdido los comentarios, todos... La primera impresión y el impacto del primer comentario con verdaderas joyitas que guardamos con mucho cariño...
ResponderEliminarEspero que hayas leido el comentario anterior que te dejé en esta misma entrada, me gustó mucho que nos traigas un poquito de tu Angras amada...
Te mendo un beso grande...
Va mail!!!!!
Me gusta tu blog. Te sigo.
ResponderEliminarUn saludo y encantado.
Me has recordado la sensación que tenía cuando leí la primera vez "Crónica de una muerte anunciada" he tenido esa angustia que presagia un final trágico.
ResponderEliminarUn besote.
Me has recordado la sensación que tenía cuando leí la primera vez "Crónica de una muerte anunciada" he tenido esa angustia que presagia un final trágico.
ResponderEliminarUn besote.
HOla Humberto: gracias por la visita.
ResponderEliminarMe han gustado tus relatos que volveré a releer. Un saludo desde España
Un magnífico relato, Humberto. Lleno de sentimientos eternos, humanos, ¡cuanta vida se relata en él!. Y corto aquí, agradecido, porque aún he de quedar ebrio de otros relatos tuyos anteriores que tengo pendientes de leer.
ResponderEliminarUn abrazo
La verdad es que, con independencia de la fatalidad del relato o de su final desenlace, llama la atención cómo, con trazo maestro, esbozas esa adhesión psicológica (o tal vez patológica) de los niños hacia los objetos ( la bicicleta ) y la forma en que Thiago juzga el entorno apoyándose, en gran medida, en las relaciones parentales y paterno-filiales. En ese sentido Thiago aborda igualmente conjeturas de adopción (en Zinho) como las propias de fracaso frente a sus amigos en el supuesto de separación de los padres. Es o puede ser revelador de ciertas carencias en el ámbito familiar.
ResponderEliminarTambién parece que el texto insinúa que, en ocasiones, no existen diferencias entre las herramientas y argumentaciones mentales a las que los niños se aferran frente a aquellas que esgrimen los adultos.
Bueno, seguramente el relato tendrá moralejas, pero esto fué lo que me cautivó.
Un abrazo.
Tremenda historia.
ResponderEliminarAprovechando la coyuntura...¿cómo se llama la libreris que está en un teatro de Buenos Aires? y ¿a que hora cierran allá las librerias?.
ResponderEliminar¿Hay alguna otra librería digna de visitar?
¿Con cuántas "bicicletas" nos tropezamos a lo largo de nuestras vidas?
ResponderEliminarCreo que demasiadas, y volveremos a tropezar en ellas, porque es verdad que somos egoístas y pensamos más en nosotros y nuestros ombligos que en todo lo demás.
Muy buen relato, Humberto, como nos tienes acostumbrados.
Un beso...
Gracias por haber llegado a mi rincón poetico agradesco las gentiles palabras y te doy la bienvenida a mis blog esperando poder cruzar palabras y amistad me gusta llebar una bella forma de seguir en contacto con las personas que anidan en mi tarde mirando las aves que descansan en mi ventana si gustas me envias correo para poder charlar...
ResponderEliminarLedeska
Un placer visitarte.. y perderme entre las frases durante momentos...
ResponderEliminargracias por tu visita,
que tengas una semana buena,
eljardindemiduende
Estupendo relato con final trágico, pero la vida es así llena de sentimientos controvertidos para mayores y por supuesto para niños que aun no entienden los entresijos de la vida adulta.
ResponderEliminarBesines y sonrisas :)
Me has sorprendido con ese final, muy buen relato.
ResponderEliminarSaludos
Crueldad e infortunio.
ResponderEliminarLa crueldad infantil puede llegar a límites insospechados ¿quién la planta o abona? Creo que todos sabemos la respuesta.
El infortunio ya queda fuera y lejos de nuestras manos...
Excelente relato, Humberto. Me gusta muchísimo la espontaneidad de la trama de tus relatos y los finales espléndidamene rematados.
Un abrazo.
Humberto: Antes que nada déjame expresar mi admiración por el dominio que tienes de los cuentos cortos, cada vez que te leo, es un gusto comprobar tu calidad de buen escritor.
ResponderEliminarPor otro lado te digo, que la envidia es una de las causas por las que se hacen las guerras; la envidia por una tierra supuestamente rica y mejor de la que poseemos,por un status, por la belleza de aquella o el dinero de aquel.
Pensar que la envidia se gesta desde que somos escolares y aún antes, desanima a cualquier pacifista
la "crueldad" infantil es como entrenar para una carrera de fondo, ayuda a los niños a hacerse fuertes para tooooooodo lo que les deparará la vida ("crueldad" con límites, claro, ahí entra el saber hacer de los papás)
ResponderEliminara mi el niñito regordete con bici nueva me caia bien, si la naturaleza le privó de gracilidad y belleza, al menos el destino fue condescendiente con él otorgándole muchos objetos envidiables... hasta que llegó el camión!
un buen relato Humberto!
un beso
Si me lo permites, te diré, Humberto, que deberías haber títulado, este maravilloso relato, "Giro inesperado", pues, todo el relato es un giro que nadie espera, como el del propio Zinho. Aunque, la bicicleta, también, me vale. Magnífico. Muy Bueno.
ResponderEliminarUn abrazo, Humberto
el relato como siempre es de mucho efecto llevando cada uno de nosotros a revivir algunos momentos de nuestra juventud, cuando la bicicleta nos quedaba chica; el final siempre a efecto.. impactante.
ResponderEliminarel libro digital llegò, lo leo en algunos, ..pocos, momentos libres; enviarè màs adelante otros comentarios al respecto
un saludo
Blas
Es real esta historia?
ResponderEliminarnos solemos sentir culpable una vez que ha sucedido alguna desgracia, pero los acontecimientos no se pueden prever, conocer de antemano. Con el tiempo descubres que no se soluciona nada atribuirse la falta o la culpa de lo cometido...
me gustó mucho leer tus palabras.
un abrazo
Rayos.
ResponderEliminarParece tan teal y vívido tu relato que me cuesta pensar que es ficción ...
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